Los ciudadanos de Japón están interesados en aprender todo sobre la vida de Anna Frank y lo que generó a través de su diario. El Museo de Anna Frank en Holanda recibe 30.000 visitas de turistas japoneses en el año, 5.000 más que el número anual de israelíes.
Los investigadores que averiguaron sobre este suceso sostienen que está fascinación tiene un lado oscuro, para reflejar el victimismo de Japón durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que hace caso omiso de la responsabilidad que tuvieron por las atrocidades que cometieron sus tropas habiendo sido aliados de Alemania. Un periodista judeo-francés, Alain Lewkowicz, diseño una aplicación para Ipad llamada «Ana Frank en la Tierra del Manga» comentó: «Ella simboliza la víctima final de la Segunda Guerra Mundial, y así es como la mayoría de los japoneses consideran a su propio país la víctima, nunca un agresor».
El país asiático publicó al menos cuatro libros de historietas manga y tres películas de animación sobre Ana Frank. La primera traducción al japonés del diario de la joven holandesa apareció en 1952, un año antes de que fuera publicado en hebreo. Además Japón tiene un Centro de Educación sobre el Holocausto en la ciudad de Fukuyama y es dirigida por el reverendo Makoto Otsuka. La institución es la única en la región y desde su creación en 1995 albergó la visita de 150.000 millones de alumnos de diferentes escuelas.
El periodista Lewkowicz remarcó: «No hay que esperar que Otsuka añada la cuestión de los crímenes de guerra japoneses en la currículo nacional. Este país no está preparado. Desde afuera puede parecer un país ultra liberal, pero esto es una falsa impresión».