La comunidad judía de Marruecos ha sido afectada de manera sustancial por la pandemia del coronavirus que atravesó el universo. Desde que el coronavirus llegó a Marruecos, golpeó sensiblemente a la comunidad judía, que Vis á Vis visitó en el 2019 como a muchas comunidades judías en el mundo y que en este país, es muy pequeña.
Cuando sonó el teléfono el segundo día de la Pascua, el rabino de Jabad-Lubavitch, Levi Banon, pensó que debía ser una emergencia.
Los dispositivos electrónicos fueron prohibidos durante las vacaciones. Cualquier llamada debía ser urgente, y así lo era.
El rabino Sholom Eidelman, su padrino y un líder judío de toda la vida en el país musulmán de Marruecos, había muerto después de contraer el coronavirus. Banon, una vez más, salió de su casa para realizar un funeral.
Algunos días han llegado noticias de más de una muerte relacionada con el coronavirus, contó.
En un momento, Banon recibió a dos niños hasta que sus padres fueron dados de alta del hospital. En otro, consoló a un joven después de que su padre murió mientras su madre estaba hospitalizada.

La presencia judía en Marruecos se remonta hasta al menos dos milenios atrás, con una gran ola de llegadas como resultado de la Inquisición española. Según Mittelman, la comunidad llegó a contar con unas 270.000 personas antes de la creación del Estado de Israel en 1948.
En Casablanca, la comunidad actual es vibrante. La ciudad cuenta con unas 15 sinagogas en funcionamiento y cinco restaurantes kosher, contó Berdugo.
Funcionarios y líderes de la comunidad promocionan la vida judía en Marruecos como un modelo para la coexistencia judío-musulmana y un testimonio de la herencia diversa que posee el país.
Si bien los conflictos en Medio Oriente pueden provocar «momentos de tensión», tienden a disiparse rápidamente, dijo Vanessa Paloma Elbaz, investigadora asociada de la Universidad de Cambridge que también ha estado recopilando historias de judíos marroquíes.
En la ciudad de Rabat, David Toledano, presidente de la comunidad judía de la ciudad que abarca unas 100 personas, narró que perdió un «amigo cercano» y un «pilar de la comunidad» por el virus.
El hombre fallecido dirigió el único restaurante kosher de Rabat, realizó ritos de entierro judíos y ayudó en la sinagoga, a menudo llamando a otros para asegurarse de que se presentaran a los servicios. «Le encantaba cantar y le encantaba dirigir», contó Toledano. «La pérdida es muy sensible para nosotros».
Por qué el virus ha golpeado a la comunidad de una manera tan agresiva está abierto a debate.
Berdugo cree que las infecciones comenzaron en una boda judía en el sur que tenía gente que venía de Francia.
Días después, algunos invitados de la boda asistieron a una reunión de Purim en una sinagoga de Casablanca, destinada a celebrar el rescate de los judíos de una masacre en la antigua Persia. Esto probablemente ayudó a propagar el virus, explicó Berdugo.
Banon rechaza las teorías de que un evento en particular podría haber propagado las infecciones.
En una celebración a la cual Banon asistió, los invitados vestidos con trajes para la ocasión se pusieron guantes mientras bailaban, aseguró.
Se distribuyó alcohol en gel y la gente estuvo «más dispersa de lo habitual» en una «carpa muy espaciosa y ventilada», agregó Banon.
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