La polémica se dio esta semana, cuando la agencia AP publicó una investigación en la que mostraba una tarjeta de identidad que demostraba la inscripción al partido nazi de un hombre llamado Michael Kast (nombre del padre del candidato) con fecha y lugar de nacimiento coincidentes.
El documento fue emitido el 1 de septiembre de 1942, momento culmen de la guerra entre Hitler y la Unión Soviética.
En anteriores ocasiones, José Antonio Kast, líder del Partido Republicano chileno, había reconocido la participación de su padre en las Fuerzas Armadas (Wehrmacht) durante la Segunda Guerra Mundial tras un «reclutamiento forzado», algo que no lo convertía en nazi.
«Cuando hay una guerra, el reclutamiento es obligatorio y un joven de 17 o 18 años no tiene opción de decir ‘No voy a ir’. Le harían un juicio militar y lo fusilarían al día siguiente», dijo entonces el candidato, según la información de la investigación.
La aparición de esta prueba tensa todavía más la recta final de una carrera presidencial crucial para el futuro del país. En una segunda vuelta, se enfrentarán el 19 de diciembre Kast y el exlíder estudiantil de izquierda Gabriel Boric. Son dos candidatos de formaciones con menos de cinco años de recorrido.
El ultraconservador, un católico ferviente y padre de nueve hijos, encabezó la primera vuelta de la elección presidencial el mes pasado. Lo hizo con dos puntos de ventaja, aunque ahora los principales sondeos lo dan como perdedor.
No está claro si Kast conocía la existencia de la cédula de miembro del NSDAP de su padre. Carolina Araya, vocera de la campaña de Kast, se negó a responder a las preguntas reiteradas de AP sobre el particular. Pero en el pasado Kast ha rechazado con ira las acusaciones de que su padre apoyó el movimiento nazi. Dijo que fue un conscripto en el ejército alemán. “¿Por qué usa el adjetivo nazi?”, preguntó Kast en una entrevista por TV en 2018 en la que dijo estar orgulloso de su familia.
No hay pruebas de que Kast participara de las atrocidades nazis como la campaña de exterminio de los judíos de Europa. Pero si bien el servicio militar era obligatorio, la afiliación al partido nazi era voluntaria.
Algunos alemanes se afiliaron con entusiasmo, mientras otros lo hicieron para obtener ventajas en una sociedad en la que enormes sectores de la vida pública debían congeniar con la ideología nazi a partir de 1933.
«Kast ingresó al partido en 1942, cinco meses antes de cumplir 18 años, la edad mínima para afiliarse. Probablemente fue miembro de la Juventud Hitleriana durante cuatro años y habría sido recomendado por su líder distrital para afiliarse al partido», dijo Nolzen. Ese año el partido tenía 7,1 millones de afiliados, aproximadamente el 10% de la población.