La Guerra Académica contra Israel. Por Denis MacEoin

La Universidad de Southampton de Gran Bretaña canceló este mes una conferencia dedicada a cuestionar la legitimidad de Israel, que había atraído a antisemitas y antisionistas, y fue descrita por un destacado miembro del parlamento como un “festival de odio anti-semita”.

Una generación de estudiantes está creciendo aprendiendo a tolerar – y considerar normales – la parcialidad, la falsedad, el prejuicio y la politización galopante de profesores y estudiantes matones que sólo permiten argumentos unilaterales.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha declarado la guerra contra Israel. La animosidad entre Obama y su administración hacia Israel y su recién reelegido líder, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, ha estado creciendo durante años; alcanzó un punto crítico después del discurso de Netanyahu ante el Congreso de EE.UU. y la noticia de su contundente victoria en las elecciones de marzo.
Esto no quiere decir que Estados Unidos, en su conjunto, comparte esta animosidad o está empeñado en abandonar a una vulnerable y asediada democracia a su montón de depredadores violentos e intransigentes. Las encuestas muestran que no es así.
Pero las guerras contra Israel no son nada nuevo. En 1947, meses antes incluso de que el país se declarara independiente, árabes lanzaron una guerra que llevó ininterrumpidamente a un conflicto a gran escala en 1948. Desde entonces, la violencia física – guerras y ataques terroristas individuales – contra el Estado de Israel ha sido una característica de la vida cotidiana de los israelíes, con judíos como objetivos principales. Nunca ningún país democrático, legalmente establecido, ha enfrentado tan grande ansia de su destrucción y tantas agresiones a su pueblo. Es señalado por unas Naciones Unidas dominadas por estados musulmanes y sus aliados; y ahora, desconcertantemente, por el presidente de un país con el que los israelíes siempre han contado para apoyo moral y material.
Por supuesto, ni siquiera Obama es probable que emprenda una guerra directamente contra Israel enviando fuerzas armadas, pero le está haciendo la vida más fácil a enemigos jurados de Israel, especialmente a Irán, haciendo que piensen que pueden usar sus monstruosos depósitos de armamentos para lanzar tal ataque sin temer la intervención de EE.UU.
Mientras Medio Oriente se derrumba alrededor de Israel, mientras facciones jihadistas crecen más audaces y bárbaras, y mientras Irán extiende su alcance en Yemen, Irak, Siria, Líbano y los territorios palestinos, Israel se ha convertido en el canario en la mina de carbón de Occidente.
Además de eso, existe ahora la subversión del propio derecho de Israel a existir a través de “guerra jurídica” (el uso frívolo o malicioso de la ley para la manipulación política); distorsiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y, en muchos aspectos, el más escalofriante: el trabajo de profesores y estudiantes en universidades occidentales para boicotear, desinvertir y sancionar (BDS) a Israel.
Seguidores de Campus Watch o International Academic Friends of Israel, y los lectores de los ensayos en El Caso Contra Los Boicots Académicos de Israel (Wayne University Press, 2015) estarán más que dolorosamente conscientes del crudo y decididamente poco académico odio al judío, haciéndose pasar por anti-sionismo, que se ha extendido a través de campus universitarios en Estados Unidos, Europa y Occidente, especialmente en el RU, Australia, Canadá y otros países. Frases de odio, interrupción de clases, demostraciones, expulsiones y conferencias grotescamente unilaterales, artículos y libros han sustituido a la libertad de expresión, al debate abierto y a la neutralidad académica que una vez caracterizó a todas las universidades dentro de la tradición occidental.
Una generación de estudiantes está creciendo aprendiendo a tolerar – y considerar normales – la parcialidad, la falsedad y la politización galopante de profesores y estudiantes matones, permitiendo que haya sólo argumentos unilaterales. Muchos miembros de la facultad, profesores musulmanes radicales y estudiantiles matones permiten sólo argumentos unilaterales. Se ha vuelto desagradable, incluso riesgoso, para los estudiantes pro Israel y judíos, como Daniel Mael de la Universidad Brandeis, salir a la palestra.
En el RU, la agitación anti-Israel no ha sido tan violenta, aunque es tan fuerte como en EE.UU.; y el movimiento BDS ha sido importante en muchas universidades. Durante varios años, la Association of University Teachers (AUT), la National Association of Teachers in Further and Higher Education (NATFHE) y la (más tarde amalgamadas) University and College Union, aprobaron resoluciones de boicot contra instituciones académicas y personas israelíes. El predominio de intolerantemente “liberales” profesores en los círculos educativos británicos ha asegurado un obstáculo para el debate abierto y civilizado en el sector de la educación superior, tanto como lo han hecho los estudiantes.
La parcialidad y la intolerancia se han movido en una dirección aún más alarmante. Del 17 al 19 de abril de este año, la Facultad de Derecho de la Universidad de Southampton de Gran Bretaña había planeado albergar una conferencia titulada, “Derecho internacional y el Estado de Israel: Legitimidad, Responsabilidad y Excepcionalismo” Este no era un evento interno, ni estaba limitado a académicos del RU. La Universidad de Southampton es una institución fundadora en Russell Group de Gran Bretaña de universidades de élite y regularmente aparece entre las 100 mejores universidades del mundo. Ha sido clasificada en el quinto lugar en el RU; académicos que trabajan allí incluyen a Sir Tim Berners-Lee, inventor de la World Wide Web. Su Facultad de Derecho goza de una reputación mundial como una de las mejores de Gran Bretaña. La conferencia tenía la intención de que fuera conocida mucho más allá de las costas del RU.
Este alcance global estaba evidenciado en la lista de participantes inscriptos para presentar ponencias allí. De los enumerados para presentar cincuenta y tres ponencias durante tres días, once eran estadounidenses, uno era de Singapur, dos eran de Canadá, ocho eran de Israel, siete eran de la Margen Occidental (Judea y Samaria), dos eran de Irlanda, uno era de Líbano, uno era de Austria, uno era de Australia y uno era de Holanda. Con un listado internacional como este, se tiene una visión de un evento importante que había tomado más de un año de planificación. Era claramente un intento de legitimar una reunión del clan de la fraternidad académica anti-Israel.
La universidad, después de apelaciones de un sinnúmero de personas y organizaciones, declaró que había cancelado la conferencia. Sus organizadores gastaron alrededor de £35.000 para solicitar una apelación judicial en el Tribunal Superior de Londres, pero el 14 de abril, pocos días antes de que la conferencia debiera comenzar, la Jueza Alicia Robinson rechazó su apelación y confirmó la decisión de cancelar el evento. La universidad había argumentado (más bien débilmente, debe decirse) que el temor a la violencia por parte de manifestantes y sus opositores hicieron necesario cancelar por motivos de seguridad. Legalmente, esta era probablemente la única opción que tenían, pero es más que probable que, una vez que se hicieron serias objeciones y se reveló el verdadero propósito de la conferencia, decidieron que la conferencia bien podría manchar su reputación. Como era de esperar, los partidarios de BDS ya están describiendo la cancelación como una capitulación de la universidad ante el “lobby de Israel”. Y el abogado que representa a los organizadores de la conferencia, Mark McDonald, ya ha declarado que ahora podrían apelar ante la Corte Europea de Derechos Humanos.
La Universidad de Southampton de Gran Bretaña canceló este mes una conferencia dedicada a cuestionar la legitimidad de Israel, que había atraído a antisemitas y antisionistas, y fue descrita por un destacado miembro del parlamento como un “festival de odio anti-semita”.
Este no será el último intento de montar una conferencia anti-Israel en una universidad, ya sea en el RU, Europa o América del Norte. El 15 de abril, la School of Oriental and African Studies de la Universidad de Londres (una institución notoriamente anti-Israel) anunció para octubre una conferencia titulada, “La Franja de Gaza: Historia, Futuro y Nuevos Rumbos para la Investigación”, supuestamente como una respuesta a las “arremetidas” de Israel en la Franja. No se hizo mención, por supuesto, de la “arremetida” desde Gaza contra Israel de los miles de cohetes que habían invitado a la respuesta de Israel.
Parece conveniente, sin embargo, examinar en primer lugar las reales razones por las que la conferencia de Southampton nunca debería haber seguido adelante dentro de un contexto académico. Para empezar, obsérvese de cerca a los participantes, a los títulos de la mayoría de los trabajos propuestos, y al profundamente desequilibrado Llamado a Presentación de Ponencias que sirvió para atraer antisemitas y antisionistas, y para repeler a todos menos a unos pocos partidarios de Israel y de su derecho a existir.
David Collier ha hecho una exhaustiva investigación sobre las posiciones mantenidas por los participantes en la conferencia. Su lista está disponible aquí. Para simplificar las cosas, el 45% de los conferencistas tienen antecedentes de participación activa en el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones; algunos de ellos ya habían participado activamente en el trabajo directo contra Israel. Cuatro parecen ser neutrales. El desequilibrio es tremendo y hace que sea difícil de creer que esta conferencia es simplemente anti-Israel y, para algunos conferencistas, un “festival de odio anti-semita” (como el Principal Azote Tory, Michael Gove, los describió recientemente en la conferencia en Londres “Nosotros Creemos en Israel”). Algunos son figuras líderes en el movimiento para derrotar a Israel y convertirlo en un estado palestino. El más conocido de ellos es Richard Falk, un profesor emérito en la Universidad de Princeton y hoy uno de los más notorios y francos enemigos de Israel. Falk ha descrito la atrocidad 11-S como una conspiración por parte del gobierno de EE.UU.; culpó del atentado de la maratón de Boston a Estados Unidos, y condenó ininterrumpidamente a Israel mientras trabajaba para las Naciones Unidas como Relator Especial de la ONU para los Derechos Humanos Palestinos.
Otros se destacan por sus muy publicitadas opiniones anti-Israel (y, francamente, antisemitas). ¿Quién no ha oído hablar de Ilan Pappé, un israelí que ahora ocupa una cátedra de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Exeter, pero que ha sido descrito como “uno de los historiadores más chapuceros del mundo”? Su libro, La Limpieza Étnica de Palestina, ha sido ampliamente criticado como una obra parcial e inexacta que estruja los datos para ajustarlos a la narrativa del autor, en lugar de utilizarlos objetivamente para cuestionar los supuestos existentes. Su odio hacia su propio país motiva todo lo que escribe sobre él.
La Dra. Ghada Karmi, del Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Essex es una médica palestina, una activista por la causa palestina, y una enemiga serial de Israel que ha llamado a la destrucción del estado judío. Ha escrito de este modo sobre el país: “… A Israel, desde su creación en 1948, se le ha dado la más maravillosa oportunidad de comportarse, y claramente no lo ha hecho. Ha despreciado toda legislación, se ha comportado escandalosamente, ha hecho una parodia del derecho internacional y humanitario. ¿Sobre qué base debe este estado seguir siendo un miembro de las Naciones Unidas?” Además de negarse a mirar cualquier conducta combativa de los palestinos, o los numerosos rechazos de los palestinos a ofertas de Israel de un estado palestino, ¿Desde cuándo un médico es una autoridad en derecho internacional?
Debe observarse no sólo la identidad de los participantes, sino también los títulos de muchos de las ponencias que iban a presentar. Aquí hay algunos. Nótese el retorcido lenguaje pseudo-académico que algunos tienen.
“Máxima Tierra, Mínimo de Árabes: Estrategias de colonización sionista en Palestina” (Nur Masalha).
“¿Dos pueblos, Un Futuro?: Mutua Autodeterminación Después de la Derrota del Sionismo Realmente Existente” (Brad Roth).
“Derecho, Raza & Resistencia: El Estado de Emergencia Como Legalidad Apartheid” (John Reynolds).
“Responsabilidades por las Graves Violaciones de Derechos Humanos” (Anthony Löwstedt).
“¿Puede la Configuración de una comunidad política equivaler a un crimen internacional?: Reflexiones sobre Apartheid Originario, Legalismo y Reflexión Ética” (Oren Ben-Dor, organizador de la conferencia).
“¿Cuán Legítima es la Condición de Estado Israelí? Factores y Consecuencias de la Creación de Israel por la ONU” (Ghada Karmi).
“El Sistema Legal Israelí: La práctica y la ideología de eternizar la ocupación” (Lea Tsemel).
“La Infraestructura Legal de la Dominación y el Despojo: Una Evaluación del Régimen Territorial Contemporáneo de Israel en la Palestina Histórica” (Valentina Azarova).
“El Caso de un Estado que Rehúsa la Responsabilidad Inherente a la Condición de Estado” (Yoella Har-Shefi).
“El Crisol de Odio, o Sobre la Vida de los Practicantes Sionistas” (Marcelo Svirsky).
“Colonialismo de los Asentamientos de Israel, Infancia Robada, y la Creación de Zonas de Muerte” (Nader Shalhoub-Kevorkian).
“¡Combatimos, Por Lo Tanto Somos! Una Crítica Musulmana Descolonial de la Epistemología Sionista” (Hatem Bazian).
Estos ejemplos deberían ser suficientes para identificar la extraordinaria parcialidad intrínseca a la conferencia. El lenguaje es típico, no de una investigación académica equilibrada sino de una propaganda pro-palestina, anti-Israel y BDS. La negativa original de la universidad a responder a los llamados para cancelar, o mudar la conferencia a un lugar más neutral, dolorosamente no alcanzó para que se reconozca lo perjudicial que habría sido un evento tan ridículo (y realmente lo ha sido). La administración ignoró argumentos que carecían de parcialidad, y argumentó que debía permitirse que la conferencia tuviera lugar sobre la base de consideraciones de libertad de expresión. Y este es el argumento que los partidarios de la conferencia han estado utilizando desde entonces, aún más después de la prohibición. Pero eso también es falso. La mayoría de los que han apelado a la administración han pedido, no una prohibición total – que de hecho iría en contra de los principios de libertad de expresión – sino el traslado, que es bastante diferente.
Vale la pena decir de paso que la Convocatoria a Presentación de Ponencias es, en sí misma, un documento muy poco académico. En lugar de analizarlo en detalle, permítaseme citar sólo una cosa. En tan sólo tres páginas, la Convocatoria se refiere, no menos de siete veces, a una entidad que ellos denominan “Palestina histórica”. Pero el término no tiene sentido. Ciertamente, no hay ninguna definición legal de lo que se entiende por “Palestina histórica”. La región que abarca la actual Margen Occidental, Israel, Gaza y Jordania fue, durante siglos, la mitad sur de la provincia otomana de Siria. En 1920, la Liga de Naciones estableció un Mandato Británico para Palestina, y en 1922 aprobó una administración británica independiente para Transjordania. Entre 1923, cuando el mandato entró en vigor, y 1948, cuando los británicos se retiraron, había un territorio conocido como Palestina, en el que todo el mundo – cristianos, judíos y árabes – era designado en su pasaporte como palestino. ¿Es esta la “Palestina histórica” a la que se refiere la Convocatoria? ¿O incluye el territorio del Mandato de Transjordania, como la Oficina Colonial Británica sugirió en 1921? ¿O es una Palestina ficticia que se remonta a tiempos antiguos, como el término es utilizado por los palestinos y sus propios seguidores?
Dejar tan mal definido este punto hace que sea difícil para un historiador como yo, o para un estudioso del derecho, avanzar en cualquier discusión que podría estar relacionada con la identidad de Palestina “histórica”, un nombre inventado en el año 135 DC por el emperador romano Adriano. Esto por sí solo expone a la conferencia a una acusación de deshonestidad académica.
Abogados del RU por Israel, un colectivo de abogados británicos que se ofrecen voluntariamente para usar sus habilidades legales para defender y abogar por Israel, tomaron cartas en el asunto de la conferencia con la universidad, usando argumentos basados en la Convocatoria para la Presentación de Ponencias. Su secretario y tesorero, David Lewis, escribió una larga carta al Vice Canciller, en la que señaló, entre otras cosas, que:
Está claro, incluso de la lectura más superficial de la Convocatoria para la Presentación de Ponencias, que ha sido escrita de una manera que podría casi haber sido pensada, y probablemente fue pensada, para disuadir a los partidarios de Israel de presentar ponencias para la conferencia. De hecho nos resulta desconcertante que esta intrínseca parcialidad hubiera podido eludir a la Universidad cuando aprobó la conferencia. Y si la Universidad ha dado su aprobación antes siquiera de ver la Convocatoria para la Presentación de Ponencias, entonces ciertamente no debería haberlo hecho.
El análisis de la Convocatoria para la Presentación de Ponencias es difícil debido a que grandes trozos de la misma son casi incomprensibles. Pero establece claramente hechos incontrovertibles – la mayoría de los cuales son perfectamente controvertibles – que el Estado de Israel dependió para su “existencia inicial” de una declaración “unilateral” de independencia; que los árabes fueron expulsados en 1947-49; que la naturaleza judía del estado ha afectado profundamente la vida de los árabes israelíes (descriptos como “árabes no judíos a los que se les permitió quedarse”); que la nacionalidad judía confiere privilegios vitales (“consagrados constitucionalmente, privilegiando la ciudadanía a los judíos”); que hay dos capas de ciudadanía israelí; que existe una intrínseca diferencia entre judíos y no judíos; que los asentamientos israelíes son ilegales; que hay o ha habido “colonización apartheid” de la Margen Occidental, Jerusalén Oriental y Gaza; que existen “objeciones constitucionales a la igualdad de ciudadanía”; y que Israel inflige “sufrimiento estructurado” a los “árabes palestinos no judíos”.
Los tres principales “temas pilares ” que la conferencia pretende vincular repiten algunas de estas declaraciones. Además afirman o asumen que:
• ~ Hay una cosa o lugar como “Palestina Histórica” y que Israel existe en ese lugar;
• ~ Que Israel tiene una “base no igualitaria intrínseca” y que el Estado de Israel es un régimen injusto; y (para proporcionar un poco de variedad)
• ~ Que Estados Unidos y Australia fueron establecidos como consecuencia [sic] de “extrema violencia contra poblaciones indígenas”.
Una carta enviada a este autor y citada aquí con permiso, decía:
Tenemos que esperar… que los argumentos académicos y legales fueran los verdaderos factores que balancearon las autoridades universitarias. Es una pena que no lo hayan admitido abiertamente. Han utilizado un argumento para salvar las apariencias en lugar de confesar que la conferencia fue mal concebida desde el principio y que habían sido descuidados al aprobarla…
Se ha establecido un precedente. Los que odian a Israel y tratan de utilizar la máscara de la investigación académica para encubrir una posición política extremista, deben aceptar que la cancelación de la conferencia de Southampton ha enviado un mensaje a las universidades de todo el mundo. Como resultado, Ilan Pappé, Oren Ben Dor, Richard Falk, Ghadi Karmi y cientos de otros académicos fanáticos anti-Israel no detendrán sus esfuerzos. Sin duda los intensificarán. Pero la señal existe: mantener la política fuera de las arboledas de la academia.

*El Dr. Denis MacEoin enseñó Estudios Árabes e Islámicos en una universidad británica, ha escrito numerosos libros, artículos, e importantes entradas enciclopédicas en su campo. Es Distinguido Senior Fellow en el Instituto Gatestone.
Fuente: Gatestone Institute
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

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