Confundir resultados aparentes con hechos reales produce mitos y confusión e inexorablemente lleva al error de comprensión. Esto ha sido especialmente evidente en lo que viene sucediendo con la mayor parte de las noticias que circulan últimamente sobre los cambios políticos en Oriente Medio.
En concordancia con los informes de la prensa, la situación en Siria está empezando a mejorar, Rusia finalmente ratificó su actitud de apoyo abierto hacia Irán y la administración de Bashar Al-Assad. También hemos oído que el retiro houthi en Yemen es el resultado de un acuerdo entre saudíes e iraníes.
Lo concreto es que Arabia Saudita abandonó a la oposición siria, pero también negó cualquier reconciliación con Assad. Y los libaneses ya pueden elegir a un presidente tras el acuerdo nuclear iraní. Algunos medios incluso afirmaron que las nuevas posturas tomadas por el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, son el resultado de un paquete de reconciliación entre Irán y los países del Golfo y que Arabia Saudita ha comenzado a favorecer a Hamas, dando la espalda a la autoridad palestina.
Hasta ahora no hay pruebas convincentes de que estos cambios han tenido lugar, de hecho, personalmente no creo que se produzca ningún cambio político o militar.
Los que sí ha ocurrido en las últimas semanas es un aumento de la actividad política de las potencias regionales e internacionales, pero no han establecido una estrategia para resolver todos los asuntos relacionados con Siria, Yemen, Irak, Líbano y el Golfo.
El problema es que algunos analistas y periodistas a menudo confunden la información con el análisis, las noticias con la opinión. Por ejemplo, la reciente reunión entre el secretario de Estado estadounidense, John Kerry y los ministros del Golfo no significa que se haya producido un cambio en las actitudes hacia el conflicto sirio.
En cuanto a las declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Zarif, sobre que Teherán desea cooperar y reconciliarse con los Estados del Golfo, siguen siendo hasta el momento meras palabras, sin nada tangible que las respalde y muestra que Irán ofrece un espíritu más positivo hacia sus adversarios para que ellos dejen de criticar el acuerdo nuclear. Zarif no propuso nada concreto. Solo estamos ante una intensa actividad diplomática que incluye esfuerzos de Qatar y Omán para reconciliarse con Irán.
Sin embargo, los iraníes no renunciarán a su influencia en Siria e Irak, y tampoco van a cooperar para resolver la disputa sobre su posición de apoyo a Hezbollah en Líbano. En cuanto a Yemen, las mejoras en la escena política se generaron por los avances militares sobre el terreno, como la liberación de Adén y la derrota de los rebeldes houthis a manos sauditas.
La evidencia más importante que viene a demostrar que estos rumores son falsos quedó muy clara cuando el canciller saudita Adel Al-Jubei habló en Moscú la semana pasada y, sentado al lado de su homólogo ruso Serguéi Lavrov, declaró: “El Reino no acepta ninguna solución al conflicto sirio que implique la permanencia de Assad en el poder”, al tiempo que todos conocemos la posición de apoyo de Moscú al régimen sirio, lo que contradice la visión de Riad.
En cuanto visita de un alto funcionario de seguridad de Assad a Yeddah, esto debe ser visto como parte de las comunicaciones de rutina que se realizan entre adversarios. Incluso si el Gobierno en Damasco ofreciera una nueva solución que Arabia Saudita pueda llegar a dar la bienvenida, el reino no necesariamente tiene que aceptarlo. Lo propio ocurre con la visita del líder de Hamas, Khaled Meshal a Riad. Esto no significa un cambio en la posición, que se basa en un fundamento jurídico y en intereses políticos muy claros por dar legitimidad a la autoridad palestina y no al Gobierno de Hamas que reside en Gaza.
El interés de Arabia Saudita es claro en apoyar la autoridad que considera legítima y en cooperar con otros países de la región, en particular Egipto, bajo ataque yihadista. De allí que los rumores de que Irán no está contento con las comunicaciones entre Riad y Gaza no son más que un producto de la propaganda de Hamas para que los saudíes recurran a ellos.
Es Irán quien todo este tiempo no ha querido relacionarse abiertamente con Hamas, ya que está tratando de aprobar el acuerdo nuclear y compensar así la oposición de Benjamin Netanyahu a este. Así como el temor a la reacción del Estado de Israel.
Lo concreto es que Teherán (ahora reivindicado por el presidente estadounidense Barack Obama como un antiguo miembro del “eje del mal”) quiere ocupar el lugar de liderazgo saudí y para ello se muestra cooperante con quienes combaten el terrorismo islamista, se presenta como moderado para colocar a Arabia Saudita como protector financiero de los extremistas suníes.
En este escenario falso que pretende mostrar cambios importantes en el Oriente Medio, el único hecho nuevo es el acuerdo nuclear de Irán con Occidente y todavía no sabemos cómo afectará a la región en el futuro, ya sea positiva o negativamente.
Las cuestiones polémicas entre los países de la región son muy arraigadas. En Siria, el Estado colapsó por las organizaciones terroristas pro y antiiraníes que se instalaron allí. La guerra se ha extendido por todo el país, desde Zabadani hasta Deraa. En Yemen, la campaña liderada por Arabia Saudita ha tenido éxito en liberar Aden, pero la capital, Saná, está a punto de ser sitiada. La situación en Irak sigue siendo volátil, con combates diarios al oeste, al norte y al sur, y la mayoría del país sigue bajo control del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS).
Estos son los conflictos reales y para ser resueltos adecuadamente se necesita algo más que unas cuantas visitas diplomáticas y la fantasiosa imaginación de algunos periodistas y analistas regionales. Solo el cambio de actitud en la diplomacia y los medios de comunicación puede producir resultados tangibles.
Por Prof. George Chaya
Fuente: Infobae