A su vez en términos prácticos, se puede considerar que Rusia se está preparando para establecer un «puente aéreo», estableciendo una base que le permitiría reforzar rápidamente al gobierno de al Assad en caso de necesidad, como así también complementar su base en Latakia.
Avanzando en el análisis se pueden vislumbrar dos hipótesis y escenarios posibles:
El primero consiste en que Rusia realmente quiera derrotar al ISIS y, de este modo, llenar el vacío de poder dejado por EE.UU. en la región. Sin embargo es importante destacar que en Siria no sólo hay una guerra convencional, sino que por el contrario en ella participan varias facciones e intereses contrapuestos. Por lo tanto, es posible reconocer al menos tres bandos: las fuerzas del régimen de al Assad, las fuerzas rebeldes que se oponen a Assad y el ISIS. Por consiguiente es una guerra de «todos contra todos». Entonces para imponerse en un escenario de estas características, Rusia deberá desplegar una fuerza muy superior y contar con apoyo de actores regionales para lograr disuadir las fuerzas opositoras al régimen y desde ya al ISIS.
El segundo escenario consiste en que Rusia apoyase efectivamente al régimen sirio, pero asumiendo que la derrota del ISIS no sea su prioridad. De esta forma, Rusia puede limitarse a una medida y acción de contención, buscando mantener al régimen de Assad en un territorio más reducido, conformado básicamente por un corredor Latakia – Damasco. En este posible escenario el resto de Siria quedaría bajo el control del ISIS y librado a lo que la coalición liderada por EE.UU. y Turquía puedan hacer contra el Estado Islámico.
A partir de estos dos escenarios se puede observar que el mayor interés de Rusia podría ser contar con un puerto en Latakia en el cual puedan anclar una flota de buques de guerra, sin tener que atravesar los Dardanelos y el Bósforo. Recordemos que la búsqueda rusa por un puerto de estas características es un anhelo que se remota a los tiempos de la Rusia zarista. En tal sentido, el Kremlin luego de la anexion de la península de Crimea, por medio de estas acciones, se convertiría en un «Estado Pivote» gracias a su presencia en Occidente por medio de la consolidación de un bastión en el Mediterráneo, ganando una enorme influencia sobre el norte de África y el sur de Europa en términos geopolíticos.
Dejando de lado las hipótesis y escenarios, lo importante es remarcar que los esfuerzos occidentales por aislar internacionalmente al Kremlin se alivian en nombre de un «supuesto enemigo común»: el autodenominado Estado Islámico. A través de un involucramiento militar en Siria, Putin logró, de un solo golpe, reducir el aislamiento diplomático de Rusia luego de la anexión de Crimea, manifestó y reforzó la presencia rusa en Medio Oriente y dio una clara y efectiva demostración de la capacidad de Moscú para desplegar su fuerza militar de forma rápida y eficiente.
Sin embargo los «puntos sensibles» de desacuerdo entre las potencias y líderes mundiales siguen siendo el destino de al Asad, el papel de la ONU en el conflicto, el rol de los actores regionales (principalmente Irán y Turquía). Por consiguiente estos puntos de desacuerdo generan una desatención o falta de interés a la situación de los refugiados que se aproxima a los cuatro millones según cifras de la ACNUR y al mismo tiempo una desatención a la realidad de la minoría cristiana armenia y desde ya de los mismos musulmanes del país. De este modo la desaparición de la URSS y el surgimiento de un mundo multipolar no han significado el arribo de un «nuevo orden mundial», sino más bien el surgimiento de un desorden constante.
Fuente: Infobae.com Por Lucas Koussikian