Ésta es la historia de cómo la lesión en un pie del paracaidista israelí Aryeh Katz lo llevó a él y a su esposa, Miri Berger, a inventar Crescent, un controlador de cursor para dispositivos con Bluetooth que el usuario maneja con los movimientos del brazo.
Katz, cuyos padres emigraron de Estados Unidos y Canadá a Israel, se alistó en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en 2002, pero una lesión grave lo dejó con síndrome de dolor regional complejo, o CRPS, enfermedad crónica causada por el daño a los nervios en una extremidad.
El agotador tratamiento y la rehabilitación le hicieron ver a Katz y Berger, su novia en ese entonces, las dificultades por las que pasan los soldados discapacitados. Así pues, decidieron hacer algo para cambiar la situación.
En 2010, Berger fue aceptada en el Instituto Pratt, en Brooklyn, N.Y., para estudiar diseño industrial. Katz, que ya tenía una licenciatura en biología, se matriculó en el Instituto Politécnico de la Universidad de Nueva York para estudiar una maestría en ingeniería eléctrica. La pareja se casó y vivió durante siete años en la ciudad de Nueva York.
“Uno de los profesores de Miri había perdido un brazo, el dominante, 20 años antes y le enseñaba a los alumnos a usar Maya, un programa de animación y modelado por computadora para el que hay que usar ambas manos para manejar el ratón y el teclado”, dijo Katz. “A Miri le frustraba el tiempo de más que requería hacer todo”.
El profesor le dijo a Berger que no había encontrado un controlador de ratón para usuarios con un solo brazo, así que ella se decidió crear uno con la ayuda de Katz. La pareja concibió un sistema que podría ayudar al profesor a usar su prótesis para mover el ratón.
Consultas con expertos
Las consultas con fisioterapeutas, doctores y un profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York le ayudaron a la pareja a perfeccionar la idea y vieron la posibilidad de desarrollar una tecnología basada en movimiento que pudiera funcionar con computadoras y teléfonos móviles.
Cuando un médico especializado en Parkinson les preguntó si el aparato podría ayudar a sus pacientes, cuya dificultades son los movimientos incontrolados y no la limitación de estos, descubrieron que sí tenía esa capacidad.
“Ese fue el origen del control, que es universal, para una variedad de discapacidades”, dijo Katz.
Para producirlo, fundaron la compañía 6Degrees.
Crescent, que se pone en el brazo del usuario y viene en varios colores, envía señales a cualquier dispositivo inteligente (tableta, teléfono, computadora portátil o televisión). Se necesitan siete minutos, en promedio, para aprender a usarlo, según observó Katz en varias pruebas.
Esas pruebas le han dado optimismo a la pareja.
“Es motivador ver la cara de un niño al que le han sido amputadas las extremidades superiores cuando escribe por primera vez un mensaje a un amigo en Facebook”, dijo Katz a ISRAEL21c.
“Conocimos a un niño con parálisis cerebral que se comunica de forma muy limitada con un joystick y una tableta porque no puede escribir ni hablar. Le dimos el dispositivo para probar y pintó una imagen por primera vez. Esas son las cosas que nos motivan a continuar”.
Otro de los que probó el prototipo fue un adolescente israelí que nació con las extremidades superiores reducidas. A falta de dedos, usa los pies para controlar un panel táctil.
“Le colocamos Crescent en el brazo y llamó a su madre por primera vez”, dijo Katz.
Con otros en mente
La pareja espera que el dispositivo ayude a los soldados con discapacidad, con lo cual cumplirían un sueño de años.
“Nuestras patentes también cubren otros mercados, así que siempre estamos viendo qué más podríamos hacer con la tecnología, pues nuestro corazón siempre ha estado en ayudar a otros. Y la forma cómo reaccionan nos ayuda a seguir trabajando”.
Katz y Berger, ambos de 35 años, comenzaron a construir el primer prototipo de brazalete con el apoyo del acelerador de tecnologías asistenciales A3i, dirigido en parte por la organización Beit Issie Shapiro, que desarrolla y ofrece terapias innovadoras para niños y adultos con discapacidades. También consultaron con expertos en el hospital de rehabilitación pediátrica ALYN, en Jerusalén.
La pareja regresó a Israel en 2017 después de ser aceptada en el acelerador MassChallenge Israel y ganó el Premio de Oro entre los proyectos presentados ese año. Ahora forma parte del Programa Social 8200, creado por ex miembros de la unidad élite de seguridad cibernética en las FDI.
“Tenemos prototipos que estamos probando. Buscamos socios para una prueba piloto y estamos recaudando financiación”, dice Katz. “Hasta ahora, hemos encontrado los recursos necesarios para avanzar”.
Israel21c