Reconocido historiador analiza los orígenes de unas de las ciudades donde hubo altos níveles de antisemitismo

Reconocido historiador analiza los orígines de unas de las ciudades donde hubo altos níveles de antisemitismo
Reconocido historiador analiza los orígines de unas de las ciudades donde hubo altos níveles de antisemitismo

Hace un año toda Europa recordaba o descubría el nombre de Leópolis (Lviv en ucraniano) cuando las fuerzas de Putin bombardearon la ciudad situada a 80 kilómetros de la frontera polaca. Los primeros meses de la invasión encogieron el corazón a Europa al contemplar a miles de ciudadanos, la mayoría mujeres, niños y ancianos huyendo de las bombas del sátrapa ruso. En febrero de 2022, la estación de Przemyśl se convirtió en el epicentro de la crisis de refugiados, muchos siguieron la ruta que conecta Leópolis con Polonia, el mismo trayecto que 108 años antes habían seguido cientos de miles de súbditos austrohúngaros en los primeros meses de la Primera Guerra Mundial.

En el actual mapa europeo, la ciudad de Przemyśl se encuentra en el extremo oriental de Polonia, rozando la línea de frontera con Ucrania. En el año 1914 la ciudad pertenecía al Imperio Austrohúngaro y no limitaba con los latifundios del zar. Sin embargo, tras el estallido de la Gran Guerra, las fuerzas rusas avanzaron rápidamente hasta llegar a sus puertas. Era también la frontera entre la Cristiandad occidental y la oriental, bloqueaba los accesos por los Cárpatos al sur de la Hungría de los Habsburgo y era un importante centro neurálgico, que controlaba las conexiones ferroviarias de la región con el sur y su principal ruta de transporte este-oeste.

El ejército austrohúngaro había sido arrollado por una enorme fuerza de invasión rusa, y las tropas destrozadas, derrotadas, enfermas inundaron la ciudad que durante medio año contuvo el avance ruso, una historia que recoge Alexander Watson en La fortaleza (Desperta Ferro). La obra describe a las tropas de Austria-Hungría que sucumbieron en el Este como incompetentes e inferiores en número a las rusas. Los reservistas de la guarnición tampoco eran la imagen de unos héroes capaces de resistir las embestidas del poderío ruso. Con fortificaciones y armamento obsoletos y soldados «gordos pasados de peso», según señaló uno de los oficiales.

“Una antigua ciudad e importante fortaleza sobre el río San”, describía una guía antes del año 1914, que contaba con unos 45.000 habitantes entre polacos, ucranianos y judíos. Era una ciudad rodeada por un anillo de fuertes, una fortaleza con una guarnición multiétnica compuesta por hombres de todo el imperio: austriacos, húngaros, rumanos, checos, italianos, polacos y ucranianos. 108 años más tarde, imágenes de la ciudad abrieron los telediarios mundiales al convertirse en el epicentro de la crisis de refugiados provocada por la invasión rusa.

“De lo que estamos siendo testigos hoy en Ucrania es una repetición del intento fallido del zar en 1914-1915 de reclamar todas las tierras ucranias para Rusia. La misma ideología, la misma violencia… esta es una asignatura pendiente de la Primera Guerra Mundial», señaló el autor de la obra.

Antisemitismo

Durante medio milenio la ciudad había sido el hogar de una floreciente comunidad judía que se topó con el antisemitismo ruso. Tras la conquista rusa en mayo de 1915, 17.000 hebreos fueron expulsados de la ciudad y del distrito circundante. El zar acabó expulsando a más de 100.000 judíos en la primavera y verano de 1915. La ola antisemita formaba parte del plan de reorganización multiétnica que buscaba conformar una nueva Gran Rusia, étnicamente «pura» en la que los polacos serían privados de sus derechos y los ucranianos serían culturalmente extinguidos y rusificados.

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Pero los recelos étnicos no eran patrimonio exclusivo de los rusos, durante el asedio, el comandante de la plaza, Hermann Kusmanek von Burgneustädten, vivieron dentro de una paranoia de desconfianza hacia la minoría local de habla ucraniana que se saldó con cientos de arrestos ejecuciones y una masacre en el centro de la urbe. Y durante los peores meses del asedio, cuando los alimentos más escaseaban se avivó el antisemitismo dentro de la ciudad culpando injustamente a los comerciantes judíos de especulación.

Desde el punto de vista ruso, la ciudad era, seguro que les suena el argumento, “una ciudad rusa liberada después de siglos de esclavitud”, y un mes después de la liberación, el propio zar Nicolás II acudió  a la ciudad, lo que aceleró el proceso de rusificación de la ciudad. Pero la ocupación rusa de la ciudad duró mucho menos de lo que todo el mundo esperaba.

De nuevo un bombardeo, en este caso con obuses Gran Bertha de 42 centímetros del monstruoso cañón alemán retumbaron en la ciudad. El 2 de junio de 1915 los rusos abandonaron la ciudad y días más tarde las tropas alemanas celebraban la victoria marcando el paso de la oca. Przemyśl volvió a formar parte del Imperio Austrohúngaro, y tras la desintegración del mismo quedó bajo control de la nueva república de Polonia.

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Fuente: Voz Pópuli

 

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