El brutal ataque terrorista que perpetró Hamás en Israel dio lugar a un fenómeno que cada vez aparece con mayor frecuencia: la romantización o la justificación del terrorismo. Hamás no atacó al ejército de Israel. Atacó a civiles. Los terroristas asesinaron adultos y niños, violaron mujeres y luego las asesinaron. Asesinaron y prendieron fuego a bebés. Las imágenes son dantescas.
Cuando ocurre un hecho de esa magnitud, la única reacción posible es la solidaridad con las víctimas y la condena del hecho. Repito: Hamás no atacó a un ejército, lo cual daría un cariz de ataque de guerra. Atacó salvajemente a civiles y eso no puede recibir otra calificación que la de terrorismo.
El gran problema es que luego del acto se vieron repercusiones en medios y en dirigentes que empezaron a armar discursos políticos y a decir que la situación en Gaza o la falta de un Estado Palestino eran el problema que había generado la situación.
Cuando empiezan a aparecer estas cuestiones me surgen siempre los mismos pensamientos. ¿Qué tienen que ver los bebés asesinados, las mujeres violadas o las familias destrozadas con la idea de la creación de un Estado o con las quejas por la situación en una zona?
El asesinato de civiles no puede tener nunca un discurso político porque pertenecen a distintas categorías. La política es una cosa, la guerra es otra, y el terrorismo es otra cosa. Las posiciones políticas se deben respetar, la guerra es espantosa y al terrorismo hay que enfrentarlo siempre.
Se puede estar a favor de la solución de los dos Estados. El tema es que ese deseo, compartido por muchos palestinos y por muchos ciudadanos del mundo árabe, no es el objetivo de Hamás. Los ciudadanos normales de cualquier lugar del mundo quieren vivir tranquilos y cuidar de sus familias. La agenda de los terroristas no es la agenda de los ciudadanos. El objetivo de los terroristas es hacer terrorismo. No tienen como objetivo que haya un Estado Palestino donde los palestinos puedan vivir y prosperar.
Su objetivo (explicitado desde su fundación) es la destrucción de Israel y la muerte de los judíos. Y para eso tienen el apoyo de Irán (los argentinos padecimos ese terrorismo). Fuerzas como Hamás o Hezbolá también son un problema para los ciudadanos de países árabes. Los palestinos están sometidos por Hamás. Por eso es muy torpe, desde lo político, construir discursos explicativos cuando hay ataques terroristas.
Nunca hay que explicar ni buscar razones a hechos como el ataque a las Torres Gemelas, la decapitación filmada de James Foley por el Ejercito Islámico, el ataque en París al club de música Bataclan, el ataque a civiles en Israel por parte de Hamás, el ataque a la revista Charlie Hebdo, entre muchos otros.
Frente a la barbarie se debe oponer la civilización. Y la civilización ante hechos aberrantes debe ser, siempre, el respeto a las víctimas y el repudio al terrorismo.
Cualquier búsqueda de equidistancia entre el terrorismo y las víctimas es un problema moral enorme que solo fomenta discursos violentos. Los discursos violentos y antisemitas de los últimos días en Europa y en Estados Unidos son hijos de esos discursos equidistantes y justificatorios que han sido utilizados por mucha gente en el mundo.
Cuando se estudian grandes tragedias de la humanidad, nos encontramos con las mismas descripciones. Siempre hubo un grupo minoritario que quería asesinar a ciudadanos por su religión o ideas. Siempre hubo “equidistantes” que posibilitaron el clima social para que sucedieran los crímenes y siempre hubo silencios cómplices mientras se asesinaba gente. Hay que aprender de la historia.
La paz siempre debe ser un objetivo. No hay paz posible con terrorismo.
Hay una cierta fascinación por la violencia, en ese medio sobreviene una columna de cinismo bajo traje intelectual que lo protege. El termidor, la matanza de las minorias, el circuto de retorno al pasado más salvaje de la cuestión árabe q carece de memoria de Estatidad -nunca ni siquiiera tuvó atisbos de Estado-, revelan que el origen del origen del odio árabe no es la busqueda de la condiguración de un territorio con vad vocatio de Estado. En suma, el odio enraizado en lo mas profundo de la cuestión arabe deviene con ka furia de un culto premoderno, pre-históruco, que no reclama Estado para tramitar la violencia; reckana guerra y muerte y genicidio para perpetuar lobimperpetiable: la sumisión tragica de la mujer, su exclusiión de la órbira de la interculación, la confiscación de su palabra, la germinación del odio en sus niños, lel más atroz de los cultos al martirologio. Romantización y cinismo dos caras de una musma mlbeda.
Errata: interlocución, reclama, genocidio
De hecho, puenso que vendría bien una conversación sibre filosofía de las reliogenes con el objeto decantar los medios especificos, la narrativa imbuida, las propuedades en elvsentudo kantuano de las relifiones racionakes y ek xulro musulmán. Vale decir, si la pregunta: la religión aporta a traslapar los límites de la auromía, la lubertad y la paz, esto es nos es dable un cobstructo moral en el que la religión lleva a cabo su propósito? Puebso q sólo las religiones racionakes.