Como un sonido epifánico (entendemos por epifanía a: manifestación, aparición o revelación), el cual creó un momento, al retumbar en mi interior desde el mismo instante de la explosión de la bomba en el atentado a la AMIA, el 18 de Julio de 1994; desde ese día cada uno de los 10.958 días de que sucedió ese acto de terror, 360 meses, 30 años, y cada día en mi interior, así como en lo interno de cada uno, miembros de la comunidad judía de la Argentina, del Pueblo Judío, del Mundo Judío, se repetía las palabras escritas en el libro de Deuteronomio 16:20: “Tsedek, Tsedek Tirdof – Justicia, Justicia, Perseguirás”.
Muchos sabios traducen la palabra Tsedek como equidad, como indicando la necesidad de una conducta en prol de la rectitud, de la ecuanimidad, del derecho, de la justicia. En definitiva, las palabras que traemos a tona de nuestra milenaria fuente Divina que es la Torá (La ley de Moisés – Pentateuco), nos enseña que “el fin de la justicia solo admite como medio la justicia misma”.
Esa justicia huérfana que camina solitaria no solo por la República Argentina, sino en los días de hoy por el mundo entero, cuando la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, se pasa emitiendo dictamines contra un Estado soberano y democrático, El Estado de Israel, que está siendo atacado por todos los puntos cardinales. En cuanto este mismo teatro de pantomimas llamado Corte Internacional de Justicia, en 30 años nunca emitió ni declaración ni condena con respecto al atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina – AMIA, donde fueron asesinados 85 seres humanos, 85 ciudadanos, mujeres, hombres, niños, ancianos, empleados, en fin, seres que dejaron un espacio vacío, y que sus almas no encuentran paz.
Esa Corte que disimula justicia, es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas. Fue establecida en 1945 en La Haya (Países Bajos), siendo la continuadora, a partir de 1946, de la Corte Permanente de Justicia Internacional; creada a partir del juicio de Nuremberg, luego de lo sucedido en la segunda guerra mundial cuando mas de 6 millones de judíos, inocentes seres humanos, fueron masacrados, quemados, violados, asesinados. En un microcosmos de ese genocidio, el 7 de octubre de 2023, se repitió, por el grupo criminal Hamas, los neonazis del siglo 21.
Esa corte conoce exactamente quienes fueron y son los autores intelectuales del atentado a la Amia, y quienes son los ahora patrocinadores de los grupos de asesinos Hamas, Hezbollah, Jihad Islámica, Huties en el Yemen. Pero su silencio cómplice, tal cual fue en la década del ’30 y mediados de la década del ’40, cuando los judíos en Alemania, y luego en Europa, eran humillados, pisoteados, destruidos psicológicamente, y luego fusilados, gaseados y quemados.
Mas la Corte Internacional es eco de lo que sucede en gran parte del mundo, principalmente en Europa, que ahora durante las olimpiadas, y semanas atrás en cuanto se realizaba las competencias de la Eurocopa y Copa América, las planas de los periódicos estaban orientadas a otros puntos cardinales de enclaustrar las mentes, mentes triviales.
Nunca, en Europa de posguerra, habían circulado en tantos medios sociales las amalgamas antijudías, y encontrado tan escasa resistencia intelectual y política como lo que observamos en estos últimos 9 meses y medio desde ese fatídico 7 de octubre de 2023.
Nunca en este mismo lapso de tiempo, se habían multiplicado hasta tal punto unos incidentes antijudíos que afectan a las personas o a los símbolos institucionales (agresiones verbales y físicas contra individuos, ataques a instituciones judías, a sus edificios, a sus estructuras edilicias).
La banalización está a la orden del día. Esta ola judeofóbica resulta inseparable de un discurso ideológico legitimador y movilizador que se difunde a escala planetaria, un discurso en el que se visualiza legados en cuanto a pensamiento, terminología verborragica cuyas raíces están situadas en las diversas tradiciones antijudías, en los que se perciben las “acusaciones” centradas en Israel, como una encarnación del “mal absoluto” lo que ha permitido reconstruir una visón antijudía, que yo la denomino Israelofobia, donde la palabra fobia significa aversión, repulsión. Como sucedía con el “viejo” antisemitismo, en el cual su estructura de esta representación es la de un odio absoluto a los judíos, hoy Israel.
La utilización “pedagógica” de la Hermandad Musulmana, la cual se inspira el Hamas, y otros grupos criminales terroristas similares en el Islam, de la obra judeófoba “Los protocolos de los sabios de Sión”, célebre falacia, que ha hecho mella en el desarrollo de la “intelectualidad” del odio, que sumado a los estudios “cinematográficos de gazawood y paliwood”, conquistaron las mentes casi vacuas de los jóvenes que corean consignas y mensajes, sin saber de qué están hablando o mejor dicho de la razón real del conflicto.
Las supuestas muertes de los Mohamed, Mustafá, Amira, Bashira, parafraseando la generalidad, las representaciones victimistas, producen una reactivación del odio y una compasión a los “pobres” árabes palestinos, reforzada por una solidaridad que siente el espectador. El postulado de la inocencia de la víctima no podía encontrar mejor respaldo mediático. Las imágenes que la televisión muestra, muy bien montadas por los estudios cinematográficos, usando las técnicas de Goebbels, que nunca como ahora, tienen tanta vigencia. Crean un cuadro psicológico de palestinofilia, podemos entender como filia a: afición por, inclinación hacia.
La demonización de Israel permite con la colaboración de la ONU, y la Corte Internacional, que los judíos sean encarnados como el mal del mundo, en cuanto la glorificación de las supuestas “victimas” de los árabes palestinos en manos de los “satánicos” sionistas.
Cuando Maurice Blanchot (fue un escritor, crítico literario e intelectual francés. Fue amigo de Lévinas, Bataille, y más tarde de Jacques Derrida. 1907 – 2003), en forma retrospectiva trae a tona en sus últimos escritos coincidentes con la segunda intifada, como un aire de profecía al irónico párrafo de Heinrich Heine (1797 – 1856): «¿El judaísmo? No me hable, doctor, no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Insultos, agresiones, vejámenes, vergüenza, ese es todo el provecho que reporta: pobres de ellos, los judíos, que infortunio».
El fundamentalismo islámico y pro islámico, con la izquierda retrógrada, depravada, actúan como el nuevo socialismo de los imbéciles, o mejor dicho el socialismo imaginario de los nuevos imbéciles, forman parte de las más ordinarias formas indirectas de judeofobia. Los cuales utilizan slogans tales como: “Los judíos son culpables”, “Israel es un Estado segregacionista”, y podían traer mas adjetivos, pero no es el objetivo de este artículo.
Simplemente deseo manifestar que los cretinos de los jueces de la Corte Internacional de Justica, o Corte de La Haya, deberían retirar sus antojeras, y saber que cuando emitieron la ultima condena a Israel, que entre otros involucraba a Jerusalem – Yerushalaim, la cual esta estrechamente vinculada en todos los sentidos con el Pueblo Judío, hoy en día con el Estado de Israel. Es por eso por lo que deseo informarles a los don confusos, que, en el Antiguo Testamento, Jerusalém se menciona 669 veces y Sion (que por lo general significa Jerusalém, a veces la Tierra de Israel) 154 veces; mientras Sion Gadol (gran Sion) sólo se menciona 11 veces. En el Nuevo Testamento, ni una vez, y en el Corán pasa desapercibida.
El judaísmo, el Estado de Israel pone de relieve el énfasis en la afirmación humana de vivir diciendo sí a la vida. Los seres humanos no pueden mostrar su perfección; sólo en caso de abrazar las dificultades de vivir, podrán ser íntegros y fuertes. Para el judaísmo es crucial que los seres humanos den prioridad a su vida a pesar de todos sus sufrimientos; en lugar de ansiar su aniquilación los seres humanos deben encontrar su renacimiento en la incidencia repetitiva cotidiana de sus vidas. Los grandes pensadores judíos han afirmado que los seres humanos deben ser lo suficientemente valientes como para vivir sus vidas de forma recurrente en lugar de tener un ojo puesto en otras narrativas diferentes en sus vidas. Narrativas que llevan al odio, al dolor, a la destrucción.
En el mundo actualmente hay 56 conflictos armados, solo en los periódicos se habla de dos, la guerra entre Ucrania – Rusia, y el conflicto en el cual está inmerso el Estado de Israel, y por consiguiente las comunidades judías alrededor del mundo. Mas cuando días atrás Rusia atacó un hospital en Ucrania, dando muerte a 26 niños, la Corte Internacional de Justicia, la ONU, la Unicef, y no se cuantas otras organizaciones en el mundo omitieron una protesta, una condena, SILENCIO TOTAL. Mas el Estado de Israel, se defiende de los misiles de los Huties, de los de Hezbollah, busca capturar a los asesinos de Hamas, liberar a los secuestrados, ahí aparecen, todo tipo de sinónimos, adjetivos, y otras formas gramaticales, para encausar a Israel como el “mal del mundo”. Para la ética, “mal del mundo” es una condición negativa atribuida al ser humano que indica la ausencia de principios morales, bondad, caridad o afecto natural por el entorno y los entes que figuran en él.
Totalmente contrario a los principios y valores del Estado de Israel, que coloca la vida por encima de cualquier otro principio.
Desearía compartir una idea, la cual fue extraída de la porción semanal de nuestra Torá, un mensaje realmente actual, que encierra el desarrollo de este artículo.
Bilaam (El Talmud lo considera como uno de los siete profetas que D-os envió a las naciones del mundo.), contratado para maldecir al pueblo judío, en cambio lo bendice repetidas veces. En su primera declaración le dice a Balak, rey de Moab: «¿Cómo puedo maldecir aquellos a quien D-os no ha maldecido? ¿Cómo puedo denunciar a quien D-os no ha denunciado? Desde la cima de la roca los veo, y desde los montes contemplo hacia abajo: un pueblo que vive solo, no reconocido (no aceptado) entre las naciones.» (Números. 23:8-9).
En hebreo un pueblo que vive solo, se escribe como: «am levadad ishkon». La palabra en hebreo Levadad acepta la acepción de apartarse. Los exégetas comprendieron esta frase, en formas diferentes, en resumidas cuentas, lo que significa es que mantienen su propia integridad. Esto no significa que están destinados a estar aislados, sin aliados ni amigos.
También es importante que apartarse en el sentido filológico de la palabra, nos permite entender como diferenciarse. Un líder para actuar como tal se aparta, se diferencia, en el sentido de lo que requiere y la necesidad de cumplir correctamente el liderazgo.
Las contiendas por la libertad de vivir como judíos que pensamos que habíamos triunfado, en todos los aspectos individualmente en la diáspora, nacional y colectivamente en el Estado de Israel, deben ser disputadas nuevamente, el escenario que se abrió el 7 de octubre de 2023, cuando se descorrió el telón de la realidad circundante, que se ocultaba tal como las Phasmidas, es un nombre derivado de una palabra de origen griego, en latín es phasma, que significa aparición, espíritu o fantasma, seguramente por la sorpresa que ocasiona al ser humano el ver de pronto, al moverse, a estos insectos que están perfectamente camuflados entre las ramas de árboles o arbustos.
Estas contiendas son importantes, cuyo resultado va a afectar más que sólo a los judíos. En tiempos antiguos, Israel era una nación pequeña rodeada de grandes imperios. En la Edad Media, los judíos eran la minoría más llamativa en una Europa cristiana. Hoy el Estado de Israel es un enclave vulnerable en un Medio Oriente predominantemente musulmán, con tentáculos terroristas y con objetivos idénticos a los nazis, hacer desaparecer al Pueblo Judío de la faz de la tierra, hoy en la entidad del Estado de Israel, objetivo de odio.
El triunfo de esta contienda, sin duda generará, una estructura psico espiritual que reforzará, aun más la esencia del carácter del judío en todos sus aspectos, pero principalmente, concederá al Israelí un agregado a su tenacidad.
Uno de los temas centrales del judaísmo es la dignidad del disenso. Los judíos discuten, desafían, cuestionan. Honramos la diferencia, porque no somos un Pueblo que está solo, la santidad que nos envuelve nos lleva a ser diferentes, porque respetamos a los otros, buscamos la equidad de la justicia, valoramos aquellos que nos estrechan sus manos, ya que nuestra integridad nos conduce por encima de todo a honrar la vida.
Por Rabino M.Ed. Ruben Najmanovich
Muy inteligente y bien escrita la nota del Rabino Ruben Najmanovich!
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