La culpa judía me está matando. No en sentido literal. En sentido literal, quienes nos están asesinando, desde hace 411 días, son los terroristas. Pero la culpa judía está erosionando mi existencia. Mi existencia alterada y endeble. Estoy cansada. Todos estamos cansados. 411 días de guerra. 411 días de correr a los refugios. 411 días de sobresaltarnos con las sirenas de una ambulancia. 411 días de temer que la sirena te sorprenda en el dentista, con la boca abierta. 411 días de ducharnos rápido, por miedo a que la alarma nos encuentre en bata. 411 días de preguntar “¿todos bien?” en varios grupos de WhatsApp, todavía desde el refugio. Y la verdadera pregunta es: “¿físicamente todos bien?”, porque el alma va a demorar en sanar.
Pero, y aquí el factor “culpa judía”, hace 411 días que los que estamos mal sentimos que, en definitiva, no estamos tan mal, en comparación con quienes están peor. Y son tantos los que están peor, mucho peor: los 101 secuestrados están mucho peor. Los familiares que los esperan están mucho peor. Quienes enterraron a sus seres queridos hace 411 días están mucho peor. Las madres que no duermen porque tienen hijos en el frente están mucho peor. Los soldados que ponen el cuerpo están mucho peor. Los chicos que van a los entierros de sus amigos están mucho peor.
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Y entonces, los que estamos cansados, agotados, tristes, trastornados y sensibles, nos sentimos culpables por estar cansados, agotados, tristes, trastornados y sensibles. Porque los que están peor darían su vida por tener ese tipo de problemas y no los que tienen que afrontar desde hace 411 días.
¿Cómo vas a quejarte por correr al refugio si no estás secuestrado en un túnel?
¿Cómo vas a quejarte por preocuparte por tus hijos durante una sirena, si hay padres que hace 411 días no saben, siquiera, si sus hijos están vivos?
¿Cómo vas a quejarte por dormir mal y poco si hay soldados durmiendo bajo la lluvia y sin sirenas que les adviertan del peligro, y sin refugios adonde correr?
A veces no hay opciones, los judíos no podemos darnos el privilegio de rendirnos. No podemos darnos el lujo de no ser fuertes.
Hace 411 días que no puedo más. Hace 411 días que quiero gritar que no puedo más. Pero no puedo no poder, y tampoco puedo gritar.
No puedo gritar ni por los que están mucho peor que yo, ni tampoco por los que se van a alegrar con mi cansancio. Lo que menos voy a hacer es demostrarles debilidad y cansancio.
Tengo que aguantar. Tenemos que aguantar. Nos toca ser fuertes, aunque estemos rotos.
411 días de tristeza.
411 días de angustia.
411 días de bronca.
411 días de frustración.
Pero también 411 días de gritar que 411 días “no es nada,” que todavía tenemos resto porque somos fuertes, y porque si no pudieron con nosotros los egipcios, ni los romanos, ni los babilonios, ni los… tampoco van a poder nuestros enemigos actuales.
Como dicen los grafitis de los baños públicos: “No sabías cuán fuerte eras hasta que ser fuerte fue tu única opción.”
411 días.
101 rehenes.
1 infierno.
Dejen salir a mi pueblo.
Gaby Keselman Lob
en X: Sissi Emperatriz – IG: sissi.emperatriz
Excelente descripción de la realidad
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