Durante catorce meses, las zapatillas vivieron junto a la puerta.
Odio estar calzada en casa. Es automático: entro, saludo a Frida, le tiro la pelota con la que se acercó a recibirme, y me quito las zapatillas. Durante catorce meses zapatillas permanecieron ahí, en la puerta, esperando el sonido de la sirena. Listas para correr al refugio.
Ellas, las zapatillas, y también yo.
Frida corría a la puerta apenas empezaba la sirena. Muchas veces llegaba antes que nosotros y nos esperaba ahí sentada.
¿Se los había contado?
Catorce meses de duchas rápidas y sin disfrute, por si sonaba la sirena.
Catorce meses sobresaltándome con el ruido de las motos cuando aceleraban, porque suenan igual que el comienzo de las sirenas.
Catorce meses sin juntarme con mis amigas a tomar café en un barcito sin un refugio antibombas, por si sonaba la sirena.
Amanecí descansada. Me había desacostumbrado a dormir toda la noche. Primera noche del cese al fuego.
Abro la ventana y escucho pájaros, no aviones. Me doy una ducha de más de cinco minutos, sin miedo a las sirenas. Recuerdo, de pronto, lo que es permanecer unos minutos bajo el agua caliente.
Hemos firmado un cese al fuego con un grupo terrorista. No confío. Cero confianza en la palabra de quienes han roto ceses al fuego una y otra vez. Cero confianza en un grupo que quiere aniquilarnos y no se detendrá hasta lograrlo. Y como no lo conseguirá, no se detendrá. Y así sucesivamente.
La guerra no ha terminado. Esto que se firmó es apenas un cese al fuego.
Un cese al fuego agarrado con alfileres de gancho. Un cese al fuego con garantes débiles e inútiles.
Sé que este cese al fuego es apenas un respiro. Una bocanada de aire fresco. Pero, la puta madre, nadie que no lo haya padecido sabe cuánto lo necesitábamos.
Dice Hezbollah que ellos ganaron esta guerra. ¿Las guerras se ganan, o gana el que pierde menos?
Están mutilados por la “operación bipper” y muestran esos dedos cortados con la V de la victoria.
No tenemos nada en común, ni siquiera el concepto de victoria.
Disparan tiros al aire para festejar el cese al fuego. Disparan para festejar el cese al fuego. Querido lector, ¿puede usted creer lo que está leyendo?
Ninguna ilusión de entenderme alguna vez con esta gente. Ninguna.
Salvo los idiotas útiles, todos sabemos que ellos perdieron más que nosotros, aunque nosotros perdimos a más de ochocientos soldados en una guerra que no empezamos ni quisimos.
Más de 800 hombrecitos que quedaron inmortalizados jóvenes, sonriendo a la cámara y luciendo su uniforme con orgullo.
Eternos héroes de Israel.
Benditas sean sus memorias.
Esta fue mi primera guerra. Mis amigos más expertos me advirtieron: las últimas horas previas al cese al fuego son fatales, como el día anterior a empezar una dieta, en donde uno come compulsivamente esas últimas calorías. En una guerra, me afirmaron, cada una de las partes tira hasta el último minuto previo a la entrada en vigencia del cese al fuego.
Sin embargo, Hezbollah desaprovechó las últimas seis horas del cese al fuego. Ni un cohete, ni un misil, ni un dron.
Porque no pudieron, no porque no quisieron.
Ellos siempre quieren aniquilarnos. Es lo único que quieren.
Están debilitados, aunque muestran los dedos mochos en signo de victoria.
La guerra no ha terminado. 101 personas continúan secuestradas en Gaza.
La guerra no ha terminado. Los pobladores del norte de Israel no han regresado a sus hogares.
La guerra no ha terminado, nuestros jóvenes soldados siguen poniendo el cuerpo como escudo humano.
La guerra no ha terminado, y el duelo ni siquiera comenzó.
Respiro profundo, como si fuese a sumergirme en un baño de inmersión, que obviamente tampoco tomé durante catorce meses.
No confío en este cese al fuego. No confío en ellos. Pero aprovecharé la tregua, por breve que sea. Quien vive catorce meses en guerra aprende que cada minuto de paz vale el doble.
Gaby Keselman Lob
en X: Sissi Emperatriz – IG: sissi.emperatriz
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Estimada Gaby. Tus reflexiones me hicieron recordar otras de Stefan Zweig, allá en Viena, cuando finalizó la 1a. GM. Sus-tus sentimientos, sus-tus dolores, sus-tus descreimientos del futuro se asemejan, aunque esperemos y rezemos que esta vez sea «la última» en Israel.
Querida Gabriela, y sí , te has hecho querer! Yo tampoco confío y he pasado ya unas cuántas guerras aquí! Tal vez por eso no creo , no confío, no puedo hacerlo . Hubo una vez hacen ya 22 años que decía «einli tikváh» y tenía motivos quizás para decirlo ….
Hoy , ahora , ojalá podamos respirar y vivir como merecemos y disfrutemos como decís cada momento de paz .