Compatriotas y antisemitas

Estoy en un mundo de hojas, grillos, aves insospechadas y estruendo del mar nocturno. Aquí vengo cada verano a leer y a veces a escribir. Este año estoy leyendo La guerra y la paz, de Tolstoi. A esta zona marina y boscosa me traigo también mi ceibalita, mi XO de profesora. Es una buena amiga mía.

Una vez al día, chequeo mis mails. Al abrir Adinet, leo un servicio de noticias de agencias internacionales. Las noticias no suelen ser reconfortantes. Prácticamente todos los días hay informes sobre la muerte de decenas de civiles en Siria, de bombas que estallan en estaciones de Rusia, de coches que explotan en mercados, en el extraño litigio entre chiitas y sunitas.

Adinet acompaña las noticias con fotografías donde se ven charcos de sangre: muertos en Pakistán, muertos en Egipto, muertos en África.

Muchas de esas vidas perdidas se fueron por el devenir de los yihadistas, de la oleada radical islámica que avanza en el siglo XXI.

Cada día estoy más asustada.

Pero aquí, en la soledad de los campos, he descubierto que si bien Adinet ofrece la posibilidad a los lectores de comentar las noticias, ningún atentado reivindicado por Al-Qaeda o un grupo similar, amerita una sola frase de los uruguayos. Por lo menos de los que leen las noticias de Adinet. Jamás. Como si todos esos muertos fueran sombras silenciosas que se deslizan por la pantalla de sus computadoras.

En cambio, si Adinet elige entre los numerosos sucesos del mundo, mencionar dos palestinos heridos en la frontera de la franja de gaza  –y suele mencionarlos, como si fueran su tema predilecto-, entonces, sorprendentemente, brotan los comentarios bajo la noticia. Los lectores cibernéticos hallan la oportunidad de insultar a Israel y, claro está, a todos los judíos.

Mucho se ha hablado de la impunidad que conlleva el anonimato de Internet.

Aquellos involucrados en los derechos humanos suelen percibir con inquietud la catarata de comentarios racistas, misóginos, homófobos y en general, ruines que aparecen en la red.

Pero esta desproporción entre los improperios hacia los judíos y hacia Israel, por un lado, y el silencio sepulcral acerca de los asesinatos en masa cometidos por los islamitas por otro, me resulta altamente sospechosa.

¿Qué ha pasado con mis compatriotas? ¿Qué ha pasado con tanto uruguayo supuestamente progresista para quien el mundo árabe le cae francamente simpático –aunque en Arabia Saudí se prohíba a las mujeres hamacarse, conducir un coche o caminar solas- y, en cambio, todo lo vinculado al pueblo judío le produce tanto odio?

Entre los comentarios que dejan mis compatriotas en Adinet he leído: “los judíos se hacen las víctimas con el Holocausto”.

Cuando leo algo así desaparece el sonido del mar, el murmullo del viento, el sonar de las ranas y quedo a solas con mi desgarro, con vergüenza ajena…

Y la sensación irreparable de que el Uruguay democrático y tolerante se fue, se desdibujó en el siglo XX, y que hoy ha adquirido un cierto perfil barato y chavista.

Por Andrea Blanqué – Semanario Búsqueda

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