Tierra Santa. Tierra de Paz Por Pablo Veiga

Llegadas estas fechas, el mundo cristiano echa la vista hacia ese trocito del planeta ubicado en Medio Oriente, donde la Biblia ubica el nacimiento de Jesús y por tanto el origen de una creencia cuya principal imagen es la cruz.
En sus distintas variantes, católicos, luteranos, ortodoxos o coptos, distinguen topónimos tales como Belén, Nazaret, Cafarnanún y Jerusalem. En ellos se desarrollaron, según los textos sagrados, en los tiempos de la dominación romana una serie de acontecimientos que son los que en estas semanas celebramos. De ahí que se conozca como Tierra Santa, por haber sido escogida por Dios para enviar a su Hijo y redimir al mundo. Las devotas peregrinaciones a los santos lugares así lo acreditan.
Han pasado veinte siglos y a lo largo de estos dos mil años, en ese territorio de apenas treinta mil kilómetros cuadrados, se han producido multitud de sucesos. Sin pretender realizar un recorrido histórico, lo cierto es que las últimas ocho décadas han sido quizás las de mayores y complejos cambios. El pueblo judío, tras haber sido expulsado de su patria ancestral, haber vagado por los cinco continentes y sufrir terribles persecuciones y matanzas, se conminó para retornar a ella de forma definitiva.

 Escalonadamente han ido llegando los judíos que se unieron a los que ya residían en el antiguo protectorado británico denominado Palestina. Allí, en una atmósfera nada generosa, crearon una sociedad próspera y moderna, innovadora y creativa, a la que no dudaron en intentar aniquilar aquellos que todavía hoy viven en la oscuridad y el atraso. En este tiempo, desgraciadamente, el espíritu de paz y amor que emana de esos santos lugares no ha logrado vencer a las ansias de guerra y violencia.
 Actualmente, por múltiples causas, Israel es un foco de tensión que acapara los informativos del mundo por esa espiral de odio que lleva a un enfrentamiento que causa cada vez mayor dolor y destrucción.

El año cristiano finaliza. Uno nuevo llega y otra vez el principal deseo para Israel es que se haga la paz y que puedan coexistir pacíficamente palestinos y judíos.
No será fácil y probablemente asistiremos a lo largo de los siguientes doce meses a grandes desafíos y a duros momentos, pero nunca podemos cesar en el empeño de alcanzar ese máximo objetivo: la paz.
En un año, escribiremos en esta columna y nada nos alegraría más que la Tierra Santa sea también tierra de concordia y de encuentro de las distintas religiones y culturas. Que la palabra shalom acredite su verdadero significado
Feliz navidad y próspero año nuevo.
Fuente: Aurora

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