El presidente moderado iraní Hassan Rohani está logrando cierta apertura social y política en la república islámica, pero esto le acarrea cada vez más reacciones por parte de sus rivales del ala religiosa conservadora. Este fin de semana brotó en forma evidente esta disputa cuando las fuerzas de seguridad impidieron que las mujeres acudieran a un simbólico partido de voleibol entre las selecciones de Irán y de Estados Unidos, pese a que el gobierno lo había autorizado.
En Irán, la legislación establece una estricta separación entre los sexos en espacios públicos y prohíbe la presencia de mujeres en los estadios. El argumento oficial es no exponerlas a la violencia y al lenguaje soez que abundan en los eventos deportivos, pero la realidad tiene que ver con un concepto religioso fundamentalista. Algo similar a lo que ocurre en Arabia Saudita, donde la mujer incluso tiene prohibido manejar.
El partido entre la selección de Irán y la de Estados Unidos, que se realizó el viernes en el Palacio de los Deportes Azadi de Teherán, correspondía a la serie B de la Liga Mundial de voleibol masculino. Había generado mucha expectativa, tanto por sus implicaciones deportivas como por la significativa presencia de un equipo de EE.UU. en tierras iraníes, el gran enemigo de la República Islámica. Unas 12.000 personas abarrotaron el estadio. El juego se desarrolló sin ningún incidente y la bandera estadounidense y su himno nacional se mostraron sin ningún PROBLEMA. Fue un partido histórico, donde los locales vencieron 3 a 0 a los estadounidenses.
Pero el evento quedó eclipsado por la polémica que despertó la falta de presencia femenina en el estadio. El gobierno de Rohani, que intenta flexibilizar la legislación integrista, había prometido romper con esta estricta norma. Pero no lo consiguió. Sólo pudieron asistir algunas mujeres de sedes diplomáticas extranjeras.
El gobierno había concedido 200 acreditaciones para el público femenino. Sin embargo, grupos religiosos ultraconservadores se opusieron y manifestaron su desagrado en varias manifestaciones. Los servicios de seguridad, respondiendo a estas protestas, impidieron que las mujeres se acercaran al estadio. Hubo un férreo operativo en las adyacencias del lugar, que incluyó el registro de los vehículos que circulaban por esa zona.
“Debido a las protestas, nos vimos obligados a anular la decisión”, dijo Mohammad Reza Davarzani, presidente de la Federación. El control fue tal que, según denunciaron en las redes sociales, a las mujeres no se les permitió ni siquiera pasar cerca del estadio.
La censura no pudo evitar, sin embargo, que dentro del estadio se vieran carteles que abogaban por la presencia del sexo femenino, como el de un joven que decía: “Mamá, ojalá pudieras venir”.El tema escaló en Twitter y Facebook y evidenció el enfrentamiento que hay entre el gobierno de Rohani y los sectores tradicionales ultrareligiosos.
Las declaraciones de Sahahindokht Molaverdi, encargada de los Asuntos de Familia y de las Mujeres, reavivó esta disputa. “Respetamos el punto de vista de los dignatarios religiosos y la preocupación de una parte de la sociedad, pero estamos tratando de responder también a las expectativas legítimas de otra parte de esa misma sociedad”, dijo en su página de Facebook.Molaverdi criticó a los sectores conservadores por haber amenazado con provocar “terremotos el día del partido y llevar a cabo acciones sangrientas contra las mujeres” por asistir al evento. “Si bien un día nuestras queridas hijas y mujeres perdonarán a estos grupos, ellas nunca lo olvidarán”, advirtió.
El choque entre aperturistas y conservadores continúa creciendo en Irán, inclusive más allá de las cuestiones más visibles como el acuerdo con Occidente por el programa nuclear iraní. Cada día se incrusta más y más en la vida cotidiana de los iraníes.
Fuente: Clarin.com