Jonathan Karszenbaum, nuevo director ejecutivo del Museo del Holocausto que asumió en el mes de marzo, dialogó con la CADENA JUDÍA DE INFORMACIÓN VIS A VIS con relación a cuál será la impronta que le dará y por qué asumió el desafío. Uno de los proyectos que volverá a hacerse será el libro «Nuestra Memoria», que el año pasado no se realizó.
Además se refirió a las actividades que hará el Museo del Holocausto por la conmemoración de Iom Hashoá, el próximo 5 de mayo.
– Teniendo en cuenta que estuviste en la dirección ejecutiva de Generaciones de la Shoá, es un gran desafío tomar la dirección ejecutiva del Museo del Holocausto…
– Dejé Generaciones de la Shoá en abril del 2015 buscando nuevos rumbos y nuevas propuestas. Fue en el mes de diciembre, tres meses después de que Gabriela Scheyer dejara la dirección ejecutiva, que el museo me contactó para proponerme el puesto y arranqué en marzo de este año. Es un nuevo desafío en la temática en la cual me especialicé en estos últimos años.
– ¿Qué impronta personal queres aportar en el museo?
– Yo me considero tributario del trabajo que hizo Gabriela, de darle una apertura y una modernización; estamos trabajando mucho en la cuestión de prensa y difusión, de todo lo que se hace en el Museo del Holocausto junto a Sharon Salischiker, que se incorporó en esa área al mismo tiempo que yo. Para mí, el desafío actual de la institución tiene que ver, por un lado, con un proyecto de modernización, ahí siento que hay una continuidad. Por el otro lado, re-ordenar la estructura, mejorar la oferta en calidad y en cantidad de cursos, propuestas educativas, desarrollo de proyectos intelectuales y de visualización del museo. En este sentido, pretendo transformarnos en una Usina de producción de contenidos variados para poder llegar a todos los públicos y en diferentes códigos comunicacionales; publicaciones en libro o formato revista o en proyectos como el que nos estamos embarcando en redes sociales por el Levantamiento del Gueto de Varsovia. Abarcar todos los códigos comunicacionales y transmitir los mensajes que podemos extraer del Holocausto en diversos formatos.
– ¿Van a volver a realizar el proyecto de «Nuestra Memoria» este año?
– No es solo una cuestión mía como director ejecutivo, sino que hay un interés, también, de la comisión directiva de retomar ese rumbo. El año pasado por motivos estructurales de la institución y muchos cambios que hubieron no se pudo llevar adelante, aunque desconozco el detalle. Pero entiendo que hay una impronta por volver a producir la revista «Nuestra Memoria». Yo pienso poner mi experiencia y mis conocimientos en pos de darle un giro a la revista.
– ¿Están pensando en hacer la revista en formato digital? o ¿van a continuar con el formato papel?
– Eso lo estamos viendo. Igualmente los últimos números de «Nuestra Memoria» están a disposición en nuestro sitio web, pero estamos analizando diferentes posibilidades para la revista. Por su parte, entiendo que hay una tradición de la publicación escrita en papel, que no creo que se abandone en el corto plazo, pero uno puede pensar en formatos o en ediciones no en papel que pueden llegar a colaborar en seguir produciendo material educativo, de consulta y académico. La revista tiene esa impronta académica que me gustaría que conserve.
– En conferencias de prensa y en entrevistas, los dirigentes del museo han planteado que no encuentran la forma de que el Museo del Holocausto sea visualizado por la sociedad en su conjunto, ¿es uno de los desafíos que te planteas?
– Es una de mis tareas nodales. Son muchas las escuelas que no son de la colectividad judía las que asisten al museo cotidianamente. Pero el desafío esta llevarlo a la sociedad. En años anteriores hubo campañas publicitarias intentando ponerlo en escena de diversos modos para que el museo tenga una «voz» en la vida pública de la Ciudad de Buenos Aires, que como sabemos es una ciudad inmensa, compleja y con muchísima oferta cultural de todo tipo. Pero volviendo a tu pregunta central, es parte de los desafíos cotidianos, pero también centrales de mi tarea acá. Poder acercarlo a la sociedad, y aumentar, no solo, el caudal de visitantes porque hay un desafío de que se pueda visitar las producciones del museo en forma virtual. Hoy en día hay muchísimas posibilidades y le estamos poniendo mucho esfuerzo a las redes sociales y a la producción de material digital. Este último es un desafío de cualquier institución, pero sobre todo de aquellas que tienen mucha cantidad de contenido.
– La semana que viene se conmemorará Iom Hashoá, ¿el museo adherirá al acto central de la DAIA o también tendrá actividades propias?
– Hay planificados dos eventos dentro del Museo del Holocausto por Iom Hashoá con jóvenes; el primero es el lunes 2 de mayo con la mesa de juventud, que incluye a todas las organizaciones que agrupan a los movimientos juveniles. El segundo acto es el miércoles 4 con la tnuot. Por otro lado, vamos a colaborar con el acto que organiza la Unidad de Información de Naciones Unidas (CINU) junto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación que se hará en el Centro Cultural Conti. A través del testimonio fundamental de nuestros sobrevivientes vamos a participar de actos en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y en La Plata. El sábado 7 de mayo por la noche va a haber una actividad en conjunto con la Sociedad Hebraica Argentina. Obviamente que adherimos y colaboramos con el acto central que hará la DAIA, pero como te relate es una agenda intensa la de la semana que viene con actividades tanto fuera como adentro del museo que organiza, participa y colabora. Además continúa el proyecto #GuetoenArmas que se hace en Twitter y que continuará hasta el 16 de mayo, día que finalmente terminó la rebelión.
– ¿Es difícil acercar hoy a los jóvenes a algo que sucedió hace más de 70 años?
– Por un lado hay un interés creciente en los jóvenes judíos y no judíos en la temática que tienen diversas causas: cierta centralidad de la temática en lo simbólico y en el espacio público, y en el caso particular de los jóvenes judíos en la idea de cómo pensar la Shoá en un mundo que cada vez quedan menos testigos vivientes. Por otro lado, hay una dificultad en la transmisión de contextualizar y ubicar la temática en tiempo y espacio. La distancia en el tiempo ayudó a procesar un hecho histórico muy traumático, tanto dentro como fuera de la comunidad judía, pero por el otro lado la hiper modernidad en la cual estamos viviendo hoy en día dificulta la comprensión y la transmisión de aquel contexto histórico.