A pocos días de comenzar la 21 edición de las Macabeadas Mundiales, quiero recordar esta hermosa experiencia. Tuve la posibilidad de dirigir durante 10 años a las selecciones juveniles de Argentina en Macabeadas. Pero esa fue mi primera vez en Israel
Aquel 9 de Julio de 1997 despegó el avión de Iberia en vuelo chárter. Sí, todo el avión era de la delegación de Faccma. Junto a León Sznajderowski (símbolo del espíritu macabeo) y Gustavo Millaner conducíamos el plantel de fútbol juniors que representaba a la Argentina.
Era también mi primer viaje a Israel. Muchas emociones encontradas. Dejar a mi familia por primera vez. Mis hijos con 7 y 2 años cada uno se quedaban en la Argentina con Silvia, mi mujer, pero los tres acompañándome durante todo el viaje en mis pensamientos.
Cuando llegamos a Tel Aviv, luego de varias horas de escala en Madrid, me surgió algo que no tenía pensado en ningún momento: bajé la escalerilla del avión y besé el suelo israelí. Casi como un agradecimiento. A partir de ese momento (y hasta hoy) siento a Israel como “mi” lugar. Nunca me sentí, ni me siento, visitante. Viajamos a Zikron Yaakov y nos instalamos en el hotel Havat Habaron para descansar del interminable periplo pero feliz de haber llegado y de disfrutar de ese momento.
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Para llegar a ese instante hubo un proceso de poco más de un año. Seleccionar el plantel, conocer a quienes iban a ser los representantes de cada institución juntos en un mismo equipo y aprender a convivir y conocerse. Un proceso en el que les inculcábamos a los chicos que “las Macabeadas son como un Bar Mitzvá”, preparativos de todo un año y la fiesta se va en una noche.
Es por eso que tal vez muchos de aquellos chicos de 15 años que se conocieron en ese proceso hoy son grandes amigos de 40 con sus familias incluidas. Esa es mi mayor satisfacción: ver cómo siguieron las amistades a través de los años de chicos que presentamos nosotros a medida que se acercaban a cada entrenamiento.
Tuvimos una experiencia triste y que muchos conocen. Uno de los momentos más importantes de las Macabeada es el desfile inaugural. Todas las delegaciones exhiben a sus representantes ante un estadio lleno. En ese momento era el estadio Ramat Gan de Tel Aviv. Cuando aguardábamos para ingresar después que la delegación australiana, el puente de ingreso al estadio se derrumbó y parte de esa delegación se cayó desde una altura considerable a un arroyo y cuatro de sus integrantes fallecieron ahogados, por lo que la inauguración (obviamente) se suspendió y se atrasó unos días el comienzo de las competiciones. Fue la única nota triste que se recuerde de una Macabeada en toda su historia.
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Vivimos momentos inolvidables, con bailes, paseos, excursiones y por supuesto competencia.
Nuestra participación fue exitosa ya que ganamos todos nuestros partidos (Rusia, Italia, Reino Unido, Holanda, Australia), llegamos a la semifinal, derrotamos a Brasil y perdimos la final 2-0 contra Israel (en ese momento participaban selecciones nacionales del país que se preparaban para los torneos mundiales juveniles).
Es indudable que los resultados positivos son claves para mantener la llama encendida hasta el último día de la Macabeada, pero el vivir toda la experiencia es fundamental para entender lo que significa lo tantas veces escuchado como “Espíritu Macabeo”. Eso que se te inocula en la piel una vez que llegás a Israel a participar de una Macabeada y no lo perdés nunca más.
Para que eso sucediera hubo gente que fue fundamental, y aunque cometa algún “imperdonable” olvido, tengo ganas de nombrar aparte de León y Gustavo, ese inolvidable plantel y sus familias; a Aníbal Grimann y Jorge Rosental, a Víctor Vaisman, Liliana Haines, Estela Kalinski y a los doctores Damián Siano y Marcelo Roffé, quienes estuvieron junto a nosotros desde el primer día hasta que volvimos a Ezeiza. Y también un gracias enorme a la Sociedad Hebraica Argentina, donde yo trabajaba y me respaldó siempre para poder ser el entrenador durante 10 años de la Selección Argentina.
Se cumplen 25 años de aquel momento, y a pocos días de comenzar la 21 edición, siento la misma emoción. Como si estuviera ahí
Gustavo Szpigiel

Muy emotivo tu recuerdo. Muchas gracias por piblicarlo.
Este año, y por segunda vez, compite en gimnasia rítmica, una nieta, que hoy llegó a Israel.
Hermosa Macabeada y un grupo impresionante de gente que hoy en día nos vemos y es como que no pasaron los años!!
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