Luján Guinzio, docente que participó del Congreso Mundial de Educación organizado por el Keren Kayemet Leisrael (KKL) que se llevó a cabo en el Estado judío, conversó en exclusiva con Vis á Vis.
La profesora de inglés de la Escuela Scholem Aleijem nos contó sobre su experiencia en el evento y lo que vivió al visitar Israel por primera vez.
Además, Guinzio habló sobre la importancia de compartir e intercambiar ideas con colegas extranjeros y las herramientas que se lleva para su carrera profesional.
¿Qué importancia tuvo para vos y para la escuela participar del Congreso Mundial de Educación?
Luján Guinzio (LG): Participar de un congreso como este del KKL es súper importante porque muchas veces en la práctica y en el día a día uno se pierde o se olvida de generar red con otras escuelas de la comunidad. Es súper valioso poder pensar proyectos con los pilares del KKL. Además, para mí fue muy importante porque hace muchos años que trabajo en escuelas de la comunidad y no conocía Israel. Siempre fue algo que me faltaba para poder sentir lo que veo que sienten algunas de mis colegas y alumnos. Fue muy enriquecedor.
¿Hay algo que haya cambiado desde tu perspectiva docente después de esta experiencia?
LG: Algo que cambió desde mi perspectiva tiene que ver con hacer cosas pensando en la escuela y abrirnos al mundo, entendiendo que nuestra comunidad no es solamente el colegio en el que trabajamos o la escuela a la que vamos. Es decir, hay que empezar a pensar cosas que puedan salir del micromundo de mi escuela o mi ciudad.
¿Qué sensaciones tuviste al recorrer junto a una gran cantidad de colegas el Estado de Israel?
LG: Es la primera vez que fui a Israel entonces la sensación fue de asombro constantemente, de no poder creer estar viviendo esta experiencia. Me sentía una privilegiada absoluta, teniendo en cuenta que en Argentina la situación económica está un poco complicada. Tuve el privilegio de haber viajado con otros y otras colegas colegas que estaban como yo, abriéndose a esto, a encontrar nuevas vetas en nuestra profesión, a encontrar nuevas ideas, a pensar cómo conectarnos más con lo que significa Israel para nuestros alumnos, para nuestras alumnas, para nuestros colegas e incluso para nosotros y nosotras mismas.
¿Qué tuvo de positivo el compartir la capacitación con educadores de otros países?
LG: Lo positivo fue poder tomar una perspectiva distinta respecto de las cosas que tengo, de los privilegios que poseo como argentina y como docente de la escuela en la que ejerzo. Poder valorar todas las cosas buenísimas que tiene el colegio, más allá de las que hay que cambiar para que estemos un poco mejor.
¿Qué aportó el programa en tu desarrollo profesional? ¿Esperás poder aplicar alguna de las herramientas con tus alumnos?
LG: Lo que más me aportó fue poder empezar a pensar las cosas un poquito más en grande y darnos cuenta que lo que podemos hacer como educadores y educadoras es un montón. Israel es ‘The Start-up Nation’ y está bueno pensar qué herramientas le estamos dando nosotros a los chicos y chicas para que puedan empezar a pensar ideas que solucionen problemas centrales en nuestra ciudad o país. Este viaje para mi fue un volver a despertar, y pensé: ‘Che, acordate que este es el objetivo, vos querías ser docente porque querías cambiar el mundo, empezá a hacer algo para que ellos puedan cambiar el mundo efectivamente’.
Dentro de todo el cronograma de actividades, ¿cuáles fueron, para vos, las más destacadas?
LG: Todas las actividades estuvieron buenísimas, pero la que a mí más me quedó como guardada en el corazón fue cuando fuimos a un pueblo, que queda al lado de Gaza, y fuimos a conocer el paredón de la paz que lo impulsó una vecina del pueblo. Lo que me llamó mucho la atención, o que me quedó muy grabado, es que esta vecina que vivía ahí y contaba como muchas veces veía los misiles pasar.
Por ejemplo, una vez mencionó que sus hijos estaban saliendo para ir a la escuela y de repente sonó la alarma y tienen muy poquito tiempo para encontrar un lugar y esconderse. Ella salió corriendo y se metió con sus hijos y con todos los compañeros de sus hijos en un micro, y esperaron ahí tirándose al piso. Después ella se levantó y les dijo que había que ir a la escuela. Me pareció muy loco porque uno pensaría que en un lugar así no se puede vivir y ahí ves como todo sigue su curso, y todo sigue su curso con mucho amor.
Desde tu punto de vista, ¿en qué situación está la educación judía en la Argentina?
LG: Si bien trabajé mucho tiempo en escuelas de la comunidad judía, mi área es inglés, por lo que no estuve tan conectada con la enseñanza de contenidos relacionados. De todas maneras, creo que estaría bueno que todos los niños y niñas se empapen un poco de todo lo que vivimos nosotros en el Congreso. Que puedan mirar todas las maravillas y todas las cosas que pasan en Israel. Que puedan pensarlas como cosas potenciales que podrían pasarnos a nosotros sin, necesariamente, vivir en Israel.
Además de Luján Guinzio, del Congreso Mundial de Educación en Israel participaron 250 docentes de diversos países como Francia, España, Estados Unidos, Australia y Sudáfrica.
El evento organizado por KKL duró ocho días y los participantes recorrieron diversos lugares de interés para la comunidad como la Casa de la Excelencia, el vivero de Guilat (lugar donde nacen la gran mayoría de las plantas de KKL en el país), y también el Kineret Innovation Center, el Valle de Hula y el Bosque Ilanot.
Según la organización, “los seminarios consistieron en recorridos por sitios históricos y patrimoniales, proyectos propios de gran impacto del KKL y encuentros de intercambio”.