Estamos transitando los días de Iamim Noraim. Son días sagrados que nos invitan a reflexionar y a realizar, desde una mirada introspectiva y espiritual, un balance de nuestras acciones para recibir y abrazar un nuevo año sobre la base de los aprendizajes y las experiencias que hemos protagonizado.
Rosh Hashaná marca el inicio de un nuevo ciclo, una oportunidad que no podemos desaprovechar para aspirar a ser mejores, tratando de alimentar y fomentar nuestro potencial espiritual y posibilidad de acercarnos a D´s.
Recordando la historia de nuestro pueblo, la fortaleza y la resiliencia son dos valores que siempre nos han permitido superar adversidades y seguir adelante. Estos pilares nos brindan esperanza y nos marcan el camino para seguir adelante. Como comunidad, tenemos un propósito común que se resume en el sagrado concepto de Tikun Olam, el cual implica la responsabilidad que todos tenemos de contribuir a mejorar y reparar el mundo a través de acciones concretas.
Desde AMIA, cada día trabajamos para crear un impacto positivo en las personas a quienes destinamos nuestra labor. Garantizar, promover y restaurar derechos sociales, especialmente en los segmentos más vulnerables de la población son los ejes centrales de nuestro trabajo.
A lo largo de 129 años de vida, AMIA ha demostrado su capacidad de respuesta y su sentido de comunidad ante cada necesidad que se ha presentado. Nos esforzamos constantemente porque todo miembro de nuestra comunidad sienta a AMIA como su casa.
Desde esta vasta trayectoria ponemos en marcha nuevos proyectos y seguimos trabajando en aspectos prioritarios como son el garantizar la continuidad a través del fortalecimiento de la educación judía; el generar nuevas oportunidades en el ámbito de la capacitación, la inclusión laboral y el acceso a los derechos sociales básicos, entre muchos otros.
En tiempos complejos como los que estamos atravesando, nuestro compromiso se renueva día tras día y, ante la llegada de un nuevo año, el sentido de responsabilidad se acrecienta.
Que este Rosh Hashaná sea un recordatorio de nuestra capacidad para seguir brindando respuestas y soluciones, y marcando el camino a las nuevas generaciones.
Es mi deseo que, así como el Shofar resonará en cada sinagoga, también resuene en nuestro interior como un llamado a la transformación y a abandonar la inacción y acostumbramiento con lo dado. Tenemos en nuestro poder la posibilidad de renacer, cambiar y mejorarnos a nosotros en el ambiente que nos rodea, haciendo honor a nuestros valores milenarios.
Que este año nuevo nos traiga desarrollo espiritual personal, paz, unión, salud y prosperidad para toda la comunidad judía de Argentina y para el mundo entero.
¡Shaná Tová Umetuká!
Amos Linetzky
Presidente de AMIA