Columna de opinión de Zina Rakhamilova, cofundadora y directora ejecutiva de Social Lite Creative, una empresa de marketing digital que se especializa en geopolítica.
Este lema no podría reflejar mejor la realidad global en la que el mundo está centrado en los 1,2 millones de palestinos refugiados en Rafah y el derramamiento de sangre que se producirá si Israel comienza su operación allí. Sin embargo, ciertos organismos internacionales están haciendo todo lo que está a su alcance (incluso si incluye acciones poco éticas) para distorsionar la realidad de Rafah y mentir sobre por qué Israel elige operar allí.
La semana pasada, Sudáfrica solicitó una audiencia de emergencia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para ordenar a Israel que detuviera sus operaciones en Rafah y toda su campaña militar contra Hamás. Las acusaciones de Sudáfrica contra Israel incluyeron intentos de «destruir la vida palestina y borrarla de la faz de la tierra», al tiempo que instaban a que Rafah sea la última zona habitable de Gaza.
Este es el segundo intento de Sudáfrica de llevar a Israel ante La Haya, ya que la Corte ya está investigando un caso presentado por Sudáfrica en enero, que acusa a Israel de genocidio (incluso utilizando a cantantes y comediantes israelíes como «prueba»).
Según las FDI, Rafah, la ciudad del sur de Gaza que limita con Egipto, es el último bastión de Hamás. Los funcionarios israelíes creen que Hamás tiene varios secuestrados y donde se esconden sus altos dirigentes. De los seis batallones restantes de Hamás que quedan en Gaza, cuatro están estacionados en Rafah: Yabna (Sur), Shaboura (Norte), Tel Sultan (Oeste) y Rafah Oriental.
-
Contundente reacción en Israel al anuncio del Fiscal de la Corte Penal Internacional
-
La Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra los jefes de Hamás y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu
La CIJ acordó celebrar audiencias aceleradas, lo que llevó a algunos expertos a expresar su preocupación de que la Corte pudiera emitir órdenes aún más estrictas contra Israel que en el pasado.
Israel acusó a Sudáfrica de distorsionar los hechos en un intento desesperado por detener su operación militar. El Fiscal General Adjunto Gilad Noam explicó que Gaza no caerá si Rafah cae, y que destruir a Hamás en Gaza sólo acerca a los palestinos un paso más a la liberación del grupo terrorista.
Mientras tanto, una organización sin fines de lucro que controla los medios de comunicación llamada HonestReporting señaló que un día después de que la CIJ aceptara las solicitudes aceleradas de Sudáfrica, la Corte celebró una ceremonia en honor al generoso regalo de Qatar que, según la CIJ, marca un «aprecio y respeto por sus esfuerzos [de la CIJ] para mantener la paz y lograr la justicia». El mismo Qatar que financia a Hamás está dejando que los líderes del grupo terrorista se escondan mientras el pueblo palestino sufre. La idea de que Qatar esté interesado en los esfuerzos de paz es ridícula.
Al día siguiente, la CIJ abrió las audiencias sobre Israel, tal como lo solicitó Sudáfrica. La línea de tiempo es muy sospechosa y nada parece ético. La CIJ está atendiendo a los grupos terroristas y a sus amigos al ignorar el contexto de por qué Israel necesita operar en Rafah. El viernes, Israel solicitó que los jueces de la CIJ desestimaran el caso de Sudáfrica, afirmando que constituye «una burla de la atroz acusación de genocidio». El sufrimiento en Gaza es una realidad verdaderamente trágica e injusta. Incluso con las cifras «ajustadas» de la ONU, toda la campaña militar es perturbadora y difícil de observar. Es más, una ofensiva en Rafah probablemente provocará más tragedias y víctimas tanto en el lado palestino como en el israelí. ¿Esto lo convierte en un genocidio? Absolutamente no.
Al aceptar las demandas de Sudáfrica, la CIJ se está burlando de lo que implica el verdadero horror del genocidio. Si continúan jugando a este juego, no serán recordados como el organismo internacional que defiende la justicia, sino como el organismo que ayudó a los grupos terroristas que prometieron cometer genocidio una y otra vez.
Por Zina Rakhamilova
Vía Israel Hayom