Del Affaire Dreyfus hasta las Olimpiadas de Paris 2024: nada ha cambiado. Por Rabino M.Ed. Ruben Najmanovich

Del Affaire Dreyfus hasta las Olimpiadas de Paris 2024: nada ha cambiado. Por Rabino M.Ed. Ruben Najmanovich
Del Affaire Dreyfus hasta las Olimpiadas de Paris 2024: nada ha cambiado. Por Rabino M.Ed. Ruben Najmanovich

Estamos en época de Olimpiadas, en época de deportes y competiciones que
deberían traer armonía, comprensión, tolerancia y construir puentes de dialogo.
El Barón Pierre Fredy de Coubertin, pedagogo e historiador francés, fundador de
los Juegos Olímpicos, tenia en mente la competición como parte de construir
vínculos de comunicación.

Pierre comienza a soñar con fusionar en una extraordinaria competición a los
deportistas de todo el mundo, bajo el signo de la unión y la hermandad, sin ánimo
de lucro y solo por el deseo de conseguir la gloria, competir por competir, como
dice la frase de Ethelbert Talbot: «Lo importante no es vencer, sino participar».
La idea de Coubertin parecía insensata y chocó con mucha incomprensión.
En la última sesión del Congreso Internacional de Educación Física que se celebró
en la Sorbona de París, el 26 de junio de 1894, se decide instituir los Juegos
Olímpicos.En el mismo año que se produce en la misma Paris, L’Affaire Dreyfus – el caso
Dreyfus.

Antes de ir en especifico a este caso, deseo traer a tona lo siguiente:
Que, en 1840, el cónsul francés Ratti Mentón, situado en el consulado de Francia
en Damasco, Siria, fue quien generó un libelo de sangre en contra de los judíos
cuando un monje capuchino desapareció, en la ciudad mencionada.

En 1886 el libro más leído en Francia fue La France juive (La Francia Judía), un
violento libro antisemita. Cuyo autor Eduarde Drummond, donde bajo la máscara
de “investigaciones históricas”, se hace la más ponzoñosa de las agitaciones
antijudías. Con la cual contribuye a convertir al “judío” en el enemigo de Francia,
de Europa y de la humanidad, de tal modo que, durante el régimen de Vichy,
autoridades nazis y colaboracionistas sacaron del ropero al viejo periodista para
darle un lugar de honor como precursor del exterminio de los judíos europeos. En
1889 Drummond funda la Liga Antisemita de Francia.

En 1891 se presentó en el parlamento francés una propuesta de expulsar a los
judíos de Francia.

En 1892 comenzó a publicarse Libre Parole, un periódico antisemita, este medio
de comunicación, un pasquín basado en difamaciones fue la continuidad de “La
France juive”. En ningún lugar [La Libre Parole] fue más popular que entre los
oficiales del ejército francés… Punzado por los anarquistas y pacifistas de la
izquierda y humillado por su derrota absoluta en la guerra franco-prusiana de
1870, el ejército francés estaba frustrado, enojado y paranoico. Uno de sus
enemigos principales era “la influencia judía” en la vida francesa. Esto hizo que el
ejército fuera el candidato lógico para un incidente antisemita, el cual no tardó
mucho en ocurrir.

Retornado al caso Dreyfus, hecho antisemita (que en Francia es conocido como
“L’Affaire”), fue el famoso caso donde, un capitán de la Armada Francesa que en
1894 fue acusado falsamente de ser espía.

El verdadero espía no era un judío, sino el Comandante Esterhazy (de origen
húngaro), pero a pesar de que esto se descubrió en 1896, la Armada Francesa
ignoró o escondió la evidencia en contra de Esterhazy y no retiró las acusaciones
por motivos antisemitas. Se presentaron documentos “secretos”, algunos de los
cuales eran falsificados, y Dreyfus fue enjuiciado y condenado por traición en una
corte cerrada ante un tribunal militar.

Se le quitó su rango y se lo sentenció a prisión perpetua y desterrado en la colonia
penal de la Isla del Diablo, situada a 11 km de la costa de la Guayana Francesa
(América del Sur, hasta los días de hoy colonia francesa), por el delito de alta
traición, el 22 de diciembre de 1894, este año se cumple 130 años de ese infame
hecho de corte totalmente judeófobo.

El 3 de enero de 1895 fue llevado por las calles de París mientras una multitud
abucheaba: “Muerte a los judíos”. Theodor Herzl, estuvo presente durante la
humillante ceremonia de degradación de Dreyfus, el 5 de enero de 1895
El coronel Georges Picquart, jefe del servicio de contraespionaje, comprobó en
marzo de 1896 que el verdadero traidor había sido el mayor Ferdinand Walsin
Esterhazy. En 1898, el escritor Émile Zola publicó «¡J’accuse…!», un alegato en
favor de Dreyfus que llevó a cambiar de opinión a muchos intelectuales.

A pesar de las intrigas del Ejército para evitar la revisión, en 1898 el Tribunal
Supremo reabrió el caso y al año siguiente anuló la sentencia que condenaba a
Dreyfus. Ordenó en cambio realizar un nuevo Consejo de Guerra, que se efectuó
en Rennes ese mismo año. Contra todo pronóstico, Dreyfus fue condenado otra
vez, ahora a diez años de trabajos forzados, aunque en este fallo el tribunal
mencionó que existían «circunstancias atenuantes». Diez días después, agotado y

con su salud quebrantada por cinco largos años de prisión en condiciones
inhumanas, Dreyfus aceptó el indulto que le concedió el presidente Émile Loubet.

En 1906 su inocencia fue reconocida oficialmente por la Corte de Casación a
través de una sentencia que anuló el juicio de 1899 —sin reenvío para realizar un
nuevo juicio— y decidió la rehabilitación del capitán Dreyfus, algo inédito y único
en la historia del derecho francés. Rehabilitado, el capitán Dreyfus fue reintegrado
al Ejército con el rango de comandante; luego participaría en la Primera Guerra
Mundial. Falleció en 1935.

Pasaron como recién mencione 130 años de este nefasto suceso, nos
encontramos en las Olimpiadas de Paris 2024. Olimpiadas que se realizan cada 4
años, y donde el espíritu del Barón Pierre de Coubertin ha quedado lejos en la
memoria del porqué de su creación y el fin de éste.

Mientras Coubertin inauguraba en Atenas su primera fiesta olímpica, Theodor
Herzl decidía convocar al Primer Congreso Sionista, que se realizaría, al año
siguiente, en agosto de 1897, que organizó en Basilea – Suiza, al que asistieron
delegados venidos de todos los rincones de la judería de Europa; este mencionado
congreso fue consecuencia del Affaire Dreyfus, donde Herzl como periodista
cubrió dicho juicio, y presencio el odio hacia los judíos en las calles de Paris.

Este congreso llevaría 50 años después a la creación del Estado de Israel.

En esta misma Paris, del Affaire Dreyfus, de las Olimpiadas, donde un miembro
del Parlamento francés expresó que los atletas israelíes no serían bienvenidos en
los Juegos Olímpicos debido a los crímenes de Israel en la Franja de Gaza.

El legislador de La France Insoumise (LFI), Thomas Portes, durante una
manifestación en apoyo a los “palestinos”, expresó que no deseaba la presencia
de la delegación israelí ni de sus atletas en los Juegos Olímpicos de París, instando
además a una movilización en torno a este tema.

Pierre de Coubertin piensa, que el juicio a Dreyfus es parte de un plan para distraer
a la sociedad del verdadero fracaso que eran los liceos franceses. Dreyfus era
inocente, para él y para muchos otros.

Pierre de Coubertin que inauguró los juegos Olímpicos hasta inclusive 1936, este
último en la Berlín nazi, delante de la presencia de la jerarquía nazista y una
sociedad que había sido hipnotizada por los discursos mesiánicos de un
maniático que llevó a la mayor matanza de seres humanos, solamente por ser
judíos.

Pierre de Coubertin no visualizo la matanza de las Olimpiadas de Múnich, 1972.
Fue un atentado terrorista, en el que once miembros del equipo olímpico israelí
fueron tomados como rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista
Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina
(OLP), liderada entonces por el egipcio Yaser Arafat (1929—2004) líder de Fataj, el
principal grupo terrorista de la OLP, el atentado de Múnich fue uno de los actos
más infames, desde la culminación de la segunda guerra mundial.

Hace 52 años atrás Múnich 1972: fueron los Juegos de la paz, los Juegos del
terror. Recién 40 años después del trágico hecho, en los juegos olímpicos de
Londres de 2012, a las apuradas, se realizó, el homenaje a los atletas israelíes
asesinados, durante la firma de la Paz Olímpica.

No esta demás hacerles recordar a los lectores de Visavis, que luego del frustrado
intento por parte de las fuerzas de seguridad de la entonces Alemania Occidental,
que llevo al asesinato por parte del grupo terrorista Septiembre Negro de los
atletas Israelíes, declaró Avery Brundage: “Los Juegos Olímpicos deben
continuar», presidente entonces del COI y gran admirador de Hitler, como él
mismo reconoció. Y así fue, a pesar de las múltiples críticas surgidas y del
insoportable ambiente que se creó en la Villa.

Desde entonces, familiares y no familiares de las víctimas han tratado
incansablemente de que el COI rindiera algún tipo de homenaje a los atletas
asesinados. Aquellos que fueron a competir a Múnich como deportistas, y nunca
más volvieron. Pero la organización siempre lo ha rechazado. Bajo la justificativa
de que los Juegos Olímpicos son apolíticos, no se permitió realizar un homenaje,
hasta los Juegos Olímpicos de Londres, donde recibieron la honra merecida.

En las olimpiadas de Paris 2024, se preparo en secreto, el homenaje de los atletas
Israelíes asesinados en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, organizado por
parte del Comité Olímpico de Israel. Una vez más Paris, la ciudad del amor,
muestra su verdadera cara, su rostro hipócrita, ciudad que ha sido testigo de la
mayor cantidad de atentados terroristas en los últimos 20 años.

Francia que reclama por canticos que entienden que son racistas, cuando ellos
mismos levantan la bandera de la discriminación, del racismo, del antisemitismo,
presente en cada metro cuadrado de la «Ciudad de la Luz» (la Ville lumière).

Una ciudad cuya luz, se convierte cada día en destellos de intolerancia, donde los
gritos de odio, del mismo que escucho el Capitán Alfred Dreyfus el 3 de enero
1895, repiquetean en los oídos de los verdaderos amantes de la libertad y respeto.

Cuanto sería importante que los Franceses, esos que se dicen amantes de la
Libertad, Igualdad y Fraternidad, lean con atención una de las estrofas del himno
de Francia:
«Liberté, Liberté chérie,
Combats avec tes défenseurs! (bis)
Sous nos drapeaux que la victoire»
Su traducción es:
«Libertad, querida libertad,
¡Lucha con tus defensores!
Bajo nuestras banderas esa victoria.»

Libertad, de respeto, de pensamiento, de sentimiento, queda empañada cuando
los gritos de odio superan a las voces de respeto, cuando se discrimina, insultando
el himno o los himnos. Cuando la fobia de aquellos que se dicen representantes
del pueblo incentiva a la sociedad a repetir hechos que sucedieron 130 años atrás.

El capitán Alfred Dreyfus se volvió el primer habitante de nuestro siglo. Hitler era
un niño y Kafka un adolescente cuando Dreyfus inauguró como víctima el universo
concentracionario y se transformó en el personaje de una novela no escrita, la del
inocente que de pronto se ve castigado por un crimen ajeno y perdido en el
laberinto de las instituciones, conjuradas para destruirlo sin que él sepa por qué.

En otro sentido Dreyfus es Abel, caído bajo los golpes de su hermano, y Job, el
hombre contra quien se desatan todos los males del mundo y sólo puede
resistirlos, y salvarse, por último, gracias a su fe. En su caso, paradójicamente, la
fe en los mismos valores de quienes se conjuraron para aniquilarlo: la patria, la
familia, el honor, el ejército.

Cuando la información sustituye al conocimiento estamos enterados de todo,
pero no sabemos nada de nada.

El affaireDreyfus constituye la imagen del relato que, a lo largo de la historia, hasta
los días en que el río Sena como centro de atención de la inauguración de los
Juegos Olímpicos, en la cual Paris es La Ciudad de Luz y el corazón de las
tinieblas.

Con el affaire Dreyfus, es que se ofrece el primer destello de lo que sería el
paradigma del siglo XX y como un hilo conductor se acrecienta en forma
exponencial en siglo XXI pues revela el carácter inhumano, las pasiones

desenfrenadas y las apelaciones al odio, que se observaron el 7 de octubre de
2023, y con ese acto terrorista, criminal, en un ápice se hacen más evidentes.

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La Francia de la luz, ya no cuenta con esa creencia que es el centro de la
democracia, la libertad, la justicia y la igualdad como un atributo de la República.
Como expresó Nedda Anhalt, escritora cubana, nacionalizada mexicana: “El
affaire Dreyfus sigue abierto”. El odio retratado por los artistas de la política, que
representados por extremismos en la sociedad francesa que se retrotrae a los
finales del siglo XIX, no lo pueden ocultar ni con las Olimpiadas, por mas
espectaculares que deseen ser, ni con el deseo de mostrar una Francia abierta,
respetuosa de todas formas de expresarse.

Porque, así como el rio Sena tuvo que sanearse para ser utilizado en estos Juegos
Olímpicos, deberá Francia sanear su alma, su espíritu, su pensamiento, su
intelectualidad, porque todavía se escuchan los ecos de “Muerte a los Judíos”,
en cuanto llevaban al Capitán, un judío-alsaciano, Alfred Dreyfus, a su ceremonia
de degradación, por las calles de Paris.

A partir del Affaire construimos un Estado Judío, soberano, democrático,
respetuoso de todos los estamentos de los diferentes poderes de la sociedad,
nuestros oídos escuchan los gritos milenarios de las víctimas de la judeofobia,
abrimos los brazos a la paz, como un deporte que lo practicamos desde el mismo
instante que se hizo realidad nuestro Estado, nuestro retorno.

Que la antorcha de los Juegos Olímpicos, iluminen las mentes para que los lideres
se encausen en los caminos de la libertad, y vean donde esta la intolerancia, el
crimen, la destrucción y por el otro observe que el Estado de Israel, es la
concepción del respeto y el Amor al Prójimo, como un mandato Divino, que está
en el ADN del Pueblo Judío.

Por Rabino M.Ed. Ruben Najmanovich

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