La industria de las mentiras. Por Rabino M.Ed. Rubén Najmanovich

Edmund Burke (1729 – 1797) fue un filósofo, teórico político y orador irlandés, miembro del Parlamento de Londres, dijo lo siguiente: «Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada»

El moderno Estado de Israel está construido sobre una vasta panoplia de etnias – los ashkenazíes, sefaradíes, judíos de Europa Central, Occidental y Oriental, de España y Portugal, de los países árabes, de Rusia, Etiopía, América, Sudáfrica, Australia y otros lugares, algunos de ellos jasídicos, otros de Yeshivot, algunos “modernos,” otros “tradicionales”, algunos seculares, otros culturales. 

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Cada uno de nosotros tiene una serie de identidades basadas en parte en antecedentes familiares, ocupación, localidad y comunidad. Estas “estructuras mediatas”, mayores que el individuo, pero menores que el estado, constituyen el ámbito donde desarrollamos nuestras complejas y vívidas interacciones cara a cara e identidades. Constituyen el dominio de la familia, de los amigos, vecinos y colegas, siendo lo que se conoce colectivamente como sociedad civil. Una sociedad civil fuerte es esencial para la libertad. 

La emancipación europea reconoció los derechos individuales de los judíos, pero no los colectivos, no su esencia de comunidad, en el cual se generó su crecimiento, y fundamentalmente el aporte que concedió a la sociedad. El primatólogo Frans de Waal (1948 – 2024), lo puntualiza enfáticamente.

Casi toda la cultura moderna de Occidente dice, está construida sobre el concepto de individuos autónomos, capaces de elegir. Pero eso no es lo que somos. Somos personas con fuertes lazos familiares, con amigos, vecinos, aliados, correligionarios y personas de la misma etnia, pero fundamentalmente con una fuerte vinculación. 

Esto no resultó ser un incidente menor, de hace mucho tiempo, y en medio del desierto, sino más bien un modelo consistente a través de gran parte de la historia judía. El destino de las comunidades judías, en su mayor parte, estuvo determinado por un único factor: la decisión de colocar a los hijos y a la educación en primer lugar o de no hacerlo. Ya en el siglo I e.c, Flavio Josefo (también conocido por su nombre hebreo Yosef ben Matitiahú y, después de convertirse en ciudadano romano, como Tito Flavio Josefo, fue un historiador y apologista judeo-romano) escribió: “Como consecuencia de nuestra exhaustiva educación en las leyes desde los albores de la inteligencia, es que queden grabadas como lo están, en nuestras almas.” Los rabinos decretaron que “cualquier ciudad que no tenga niños en la escuela debe ser desterrada” (Talmud Babilónico, Tratado Shabat 119b). Ya en el siglo I la comunidad judía de Israel había establecido una red escolar con asistencia obligatoria (Talmud Babilónico, Tratado Baba Batra 21a) – el primero de su tipo en la historia.

Este esquema se mantuvo durante la Edad Media. En Francia, en el siglo XII un estudioso cristiano observó: “Un judío, por más pobre que sea, si tiene diez hijos, los acercará a todos a las letras, no por interés como hacen los cristianos, sino para la comprensión de la ley de D-os – y no solo los hijos, sus hijas también.”

Bajo la premisa de la educación construimos un Estado, en base a los valores, tales como respeto, agradecimiento, estudio, familia.

Antes de ser creado el Estado de Israel, ya teníamos dos Universidades de renombre el Tejnion y la Universidad Hebrea de Jerusalém, hospitales, escuelas, orquestas sinfónicas, museos.

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Nuestros hijos siempre fueron educados para la paz, la armonía, el amor, en esos fundamentos se construyó la imagen del Pueblo Judío, y en base a esas características, que son la esencia del Pueblo de Israel, fueron y son los pilares del Estado de Israel.

El ejercito de Israel, su objetivo es la defensa, pero principalmente, busca primordialmente que no haya víctimas inocentes, a costa muchas veces de sus propios soldados.

Al escribir estas líneas, recuerdo que una semana atrás, impacto un misil enviado por el grupo terrorista Hezbollah, desde el sur del Líbano hacia el territorio de Israel, puntualmente al aldea drusa Majdal Shams, el proyectil impactó directamente en un campo de fútbol local, matando a doce adolescentes y niños.

Los organismos internacionales como la ONU, y la UNICEF que en teoría debe ser la fuerza impulsora que contribuye a la creación de un mundo donde se respeten los derechos de todos y cada uno de los niños, no hubo mención alguna del acto criminal que cometió el terrorismo de Hezbollah, y las víctimas fueron niños, que su único “pecado” es que estaban jugando al futbol.

La Corte Internacional de Justicia, mejor conocida como la Corte Internacional de la Haya, no emitió decisión, ni protesta alguna de este asesinato. 

Pero estos organismos, se caracterizan por su silencio cómplice, por su silencio que sostiene a la industria de las mentiras. Industria que hacen que los valores milenarios del Pueblo Judío, del Estado de Israel en los últimos 76 años, sean inexistentes, pero sí, esa industria de mentiras justifica y alaba, la falta de libertad en las sociedades árabes palestinas, en Irán, en Siria, Yemen, en fin, países donde esta borrado de su diccionario, la palabra democracia, y como consecuencia directa la educación.

La extinta Golda Meir (1898 – 1978), la cual fue primer ministro del Estado de Israel, declaró una vez que: “Israel sólo podrá tener paz con los árabes cuando ellos amen a sus hijos más que lo que nos odian a nosotros”.

Los eventos de los últimos años lamentablemente han mostrado que la mayoría del mundo árabe no se mueve en dirección de la paz. El mundo musulmán, especialmente Irán, continúa demonizando, deslegitimando y amenazando con destruir a Israel. A los niños palestinos se les enseña a odiar a los judíos y a Israel, y a aspirar a ser mártires y terroristas suicidas.

A pesar del doloroso retiro de Israel de Gaza en el verano del 2005, la situación allí deterioró todavía más después de que Hamás tomara el poder en Gaza en el 2007. Desde allí bombardearon frecuentemente con misiles y morteros hacia el sur de Israel, hasta el trágico 7 de octubre de 2023, en ese día el grupo criminal invadió el Estado de Israel, cometió un genocidio. Es claro que Hamás, y otras facciones árabes palestinas violentas y muchos otros estados islámicos no han abandonado su sueño de destruir a Israel.

Incluso un vistazo rápido de los eventos de los últimos setenta y seis años deja absolutamente claros dos puntos:

El conflicto nunca fue sobre la creación de un estado árabe palestino, como lo demuestra el rechazo de todas las oportunidades que se presentaron. El problema real es la incapacidad de gran parte del mundo árabe/musulmán de aceptar la existencia de un estado judío de cualquier tamaño. El objetivo del extremismo árabe, el fundamentalismo musulmán, sigue siendo la destrucción de Israel. Con Irán en el liderazgo en este objetivo.

“Si los árabes bajaran sus armas no habría más guerra; pero si los israelíes bajaran sus armas, Israel dejaría de existir.”

Sin embargo, a pesar de todos estos obstáculos, Israel continúa esperando que llegue la paz; su economía continúa expandiéndose, la industria de alta tecnología está en auge y la población continúa creciendo a medida que la diáspora lentamente se va reduciendo y el pueblo judío vuelve a casa, retorna a su hogar.

Quizás el Ministerio de Turismo de Israel lo expresó mejor que nadie con el slogan: “Israel, el milagro del Mediterráneo”.

Los judíos han sido odiados porque eran diferentes. Eran la minoría no cristiana más conspicua en la Europa cristiana anterior a la Guerra Mundial. Hoy constituyen la presencia no musulmana más notoria en un Medio Oriente islámico. El antisemitismo siempre ha tenido que ver con la incapacidad de un grupo para hacer espacio para la diferencia. Ningún grupo que lo adopte creará jamás una sociedad libre.

El odio que comienza con los judíos nunca termina con los judíos. En un mundo inundado de odio entre las divisiones religiosas, las personas de todas las religiones y de ninguna deben unirse, no sólo para derrotar al antisemitismo sino para garantizar que los derechos de las minorías religiosas se defiendan en todas partes.

Por eso, en el siglo VI a.C., el dramaturgo griego Esquilo enseñó: “En una guerra, la primera víctima es la verdad”. Algo que descubrió al participar en la guerra entre los Estados griegos y el Imperio persa.

No debemos ir muy lejos el caso más destacado son Los Protocolos de los Sabios de Sión, una “obra maestra” de la literatura racista, se ha convertido en una herramienta eficaz para el antisemitismo moderno. El documento, considerado el fraude político más sonado de los tiempos modernos, fue fabricado y producido por la policía secreta del zar en Rusia en 1895. El panfleto contiene una supuesta conspiración judía para dominar el mundo: una mentira cuyas terribles repercusiones han llegado hasta nuestros días. Compuesto por 24 capítulos o protocolos, contiene actas de un supuesto cónclave secreto de líderes mundiales judíos, que supuestamente tenía lugar una vez cada 100 años. El cónclave tenía como objetivo diseñar la manipulación y el control del mundo. El panfleto es utilizado por los antisemitas como “prueba fehaciente” de la existencia de una “conspiración judía mundial” para “dominar el planeta”.

Los protocolos fueron utilizados para justificar la persecución de los judíos en la Rusia zarista y el período comunista, y fueron utilizados por Hitler para justificar leyes y actos antisemitas, incluso el exterminio masivo, como una forma de impedir que los judíos ejercieran la “dominación mundial”.

Desde 1921, Los protocolos Se han utilizado ampliamente en el mundo islámico, donde se distribuyen gratuitamente, e incluso se han utilizado para producir miniseries de televisión transmitidas en horario de máxima audiencia. El “plan judío para dominar el mundo” es el tema central de los complots utilizados para inflamar los espíritus de los espectadores contra los judíos e Israel. Los protocolos Son utilizados por el grupo terrorista Hamás como “prueba” del “plan” sionista para dominar el mundo.

Los protocolos Se convirtieron en el documento antisemita más leído del mundo y siguen en uso hasta el día de hoy. Los judíos todavía son acusados ​​de conspiración y de controlar los medios de comunicación, la política y la economía mundial. Es parte de la base ideológica de la extrema derecha, así como de la extrema izquierda, en Europa y Estados Unidos.

En un discurso en la graduación de Harvard de este año, 2024, la oradora principal, la periodista filipina Maria Ressa, aludió a estas acusaciones. “Debido a que acepté la invitación para estar aquí hoy, aquellos con dinero y poder me atacaron en línea y me llamaron antisemita porque quieren dinero y poder”. El discurso de Ressa provocó que el rabino de la universidad se retirara de la ceremonia.

Adoptado por todos los enemigos de los judíos y del Estado de Israel, Los protocolos de los sabios de Sión se convirtió en la verdadera “biblia” de los antisemitas y antisionistas.

La industria de las mentiras es un fenómeno que va mutando a cada instante, los muchos medios de comunicación son los senderos de la divulgación de esas embusterías mutantes.

Me gustaría cerrar con las palabras del entonces presidente de Israel, Ezer Weizmann, 16 de enero de 1996, dio un discurso en el parlamento de Alemania. Cincuenta años después del Holocausto les habló a los alemanes en hebreo y resumió bellamente la historia judía, y contrasta las mentiras que acompañaron los siglos de diáspora dolorosa que atravesó el Pueblo Judío:

«El destino nos puso a mí y a mis contemporáneos en esta grandiosa era en la que los judíos volvieron a su reestablecida tierra patria… Ya no soy un judío errante que migra de país en país, de exilio en exilio. Pero cada judío, en cada generación, debe considerarse como si hubiera estado en las generaciones, lugares y eventos previos. Por lo tanto, continúo siendo un judío errante, pero no por los remotos caminos del mundo, sino que ahora migro por las expansiones del tiempo, de generación en generación, por los senderos de la memoria…

Soy un judío errante que sigue los pasos de sus antepasados. Tal como yo los escolto allí, ahora y en el futuro, mis antepasados me acompañan y están hoy aquí conmigo. Soy un judío errante que lleva sobre sus hombros el manto de la memoria y en su mano el bastón de la esperanza. Estoy en un momento decisivo del tiempo, al final del siglo XX. Sé de dónde vengo y con esperanza y aprensión intento descubrir hacia dónde voy.

Somos el pueblo de la memoria y la plegaria. Somos el pueblo de las palabras y la esperanza. No hemos establecido imperios, castillos ni palacios. Sólo hemos puesto palabras, unas sobre otras, espacios para desarrollar el pensamiento. Hemos moldeado ideas. Hemos construido monumentos conmemorativos. Hemos soñado torres de anhelo, de Jerusalém reconstruida, de Jerusalém unida, de una paz que se establecerá pronto en nuestros días. Amén.»

La historia nos juzgará por cómo afrontemos este desafío. No debemos fallar.

Por Rabino M.Ed. Rubén Najmanovich