El 9 de noviembre de 1938, los judíos de Alemania y Austria vieron cómo sus vidas cambiaban de la noche a la mañana. Los nazis llevaron a cabo una auténtica masacre (pogrom), incendiando instituciones judías, sinagogas y rompiendo cristales en establecimientos judíos. Este episodio pasó a ser conocido como la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht), un hito en la historia del Holocausto.
El mes pasado, según el calendario judío, se cumplió un año del mayor ataque terrorista sufrido por Israel desde el Holocausto, también denominado pogromo, por el ataque sorpresa, violento e indiscriminado de Hamás contra cualquier persona en la zona. La ansiada paz después de la Segunda Guerra Mundial no duró mucho y aún quedan lecciones por aprender.
En 1945, ante el fracaso de sus propósitos, la Sociedad de Naciones dio paso a las Naciones Unidas, que mantenían el propósito de asegurar la paz entre los países. Dos años más tarde, la ONU propuso la creación de dos estados en la región de Palestina, donde vivían árabes y judíos. La parte israelí cumplió, pero los árabes, del lado palestino, lo rechazaron.
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Desde entonces, después de innumerables guerras y acuerdos, algunos países de la región han sellado la paz y reconocido la existencia de Israel, como Jordania y Egipto. Sin embargo, otros tomaron el lado opuesto. Entre ellos, Irán, con un gobierno teocrático extremista desde 1979, se destaca como financiador de grupos terroristas que operan geográficamente más cerca de Israel, los llamados representantes, como Hamás, Hezbolá y el Estado Islámico.
Unidos en un mismo propósito, actúan para destruir al Estado de Israel en una guerra religiosa declarada, la Jihad, repleta de consignas ideológicas con el uso indiscriminado de conceptos anacrónicos que acusan a Israel de ser un Estado colonialista, genocida, nazi y promotor del apartheid. Estas palabras clave tienen el poder de llamar a las masas a gritar contra un enemigo que les han enseñado a odiar, pero que no tienen fundamento para quien, en lo más mínimo, esté dispuesto a conocer la historia.
Al día siguiente del ataque de Hamás comenzó otra guerra, la de las narrativas. Para superarla, es importante aclarar. En una región donde los judíos han vivido desde tiempos bíblicos, no podrían ser colonizadores. La única democracia en Oriente Medio, en cuyo Parlamento tienen escaños los partidos árabes, no es totalitaria. Un país judío que respeta las diversas religiones de sus habitantes, personas de diferentes etnias, y promueve la integración y la libertad de las personas LGBTQIA+, no promueve el apartheid ni extermina a los diferentes.
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Según el escritor y periodista Yossi Klein Halevi, la guerra en Gaza culminó el proceso de deslegitimación de los judíos con la equiparación de Israel con los nazis en Alemania y el Holocausto. Así como en la Kristallnacht los judíos fueron obligados por el gobierno nazi a pagar mil millones de marcos por los daños resultantes de la devastación de la que fueron víctimas, en la guerra de narrativas se repite la inversión y la culpabilización de las víctimas.
Conociendo la historia de lado a lado, es posible reducir las corrientes de odio que claman por el genocidio de israelíes y judíos, objetivos declarados de Hamás. Lemas como «Del río al mar», de hecho, piden la destrucción del Estado de Israel y de toda su población, judía y no judía, y la imposición de un totalitarismo religioso que busca acabar con la cultura occidental -como Ya se ha demostrado en otros ataques de estos grupos, como en Siria, donde la antigua ciudad de Palmira, Patrimonio de la Humanidad, fue parcialmente destruida por el grupo terrorista Estado Islámico, y en la opresión que sufren las mujeres en países y regiones gobernados por radicales Musulmanes.
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En los últimos meses, Israel ha ido eliminando a líderes de grupos terroristas implicados en esta guerra de la que el país tiene que defenderse y que ha provocado el desplazamiento de casi 100.000 personas en territorio israelí, por motivos de seguridad y supervivencia. Con la muerte de Yahya Sinwar, líder de Hamás que diseñó el ataque del 7/10/2023, y tanta evidencia, transmitida por los propios terroristas, del horror insoportable en una sociedad civilizada, aún queda que el mundo democrático tome una postura contra el terrorismo y por la liberación de los rehenes que han sufrido a manos de Hamás durante más de un año.
Sin estas posiciones claras, las vidas judías e israelíes continúan sin recibir el mismo reconocimiento de valor y respeto que otros grupos victimizados. La ONU fracasa en sus propósitos y las guerras continúan.
*Comisionada para la Memoria del Holocausto en el Congreso Judío Latinoamericano y Miembro del Consejo Académico de StandWithUs-Brasil
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