Lo digo con convicción. Es lo que debemos hacer.
Es un dato mayúsculo que una institución como la DAIA, que se apresta a cumplir 90 años de vida haya llevado a cabo anoche un nuevo acto electoral.
Desde su creación, como institución a la cual se le delegó, (por eso su nombre de Delegación), la representación política y lucha contra el nazismo y el antisemitismo siempre fue centro de críticas y cuestionamientos tanto por el poder que ejerce con absoluta legitimidad, los errores que comete como toda organización humana, por lo que cada judío anhela que sea y por lo que en definitiva no puede y no debe ofrecer.
No hay unanimidad de criterios frente a ella. Y no lo habrá. Solo en un aspecto encontramos concordancia, y es el reconocimiento al valor intrínseco que tiene. Un valor que exaltan sus defensores y también sus críticos, aunque estos últimos en sus furias se nieguen a aceptarlo.
Anoche fue electo un nuevo presidente.
Él y su contrincante fueron los dos que quisieron serlo y los que en definitiva la política comunitaria aceptó para esta elección.
Sin dudas, tras la votación, que fue un verdadero acto de fortaleza institucional, deberá comenzar un nuevo tiempo de transformación comunitaria.
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Una etapa que renueve a la institución, la fortalezca, le de brillo, haciéndola presente y que podamos sentir su necesidad en nosotros cada día.
Deberá comenzar una nueva etapa que marque un camino serio de encuentro, sin soberbia, de escucha y respeto sincero. Se impone un reconocimiento a la historia que le es propia con sus logros que son muchos y potentes y también con errores. Una memoria institucional que sostiene, enseña e inspira. Que no tiene dueño ni tendrá. Una historia que es de todos al igual que su futuro no hubieron ni habrá salvadores ni héroes.
Deberá ser este tiempo que empieza una era de incorporación y no de expulsión o exclusión, que de por tierra las malas prácticas de agresión, destrucción, difamación e indiferencia.
Un tiempo que no olvidemos que como comunidad judía tenemos la obligación moral de iluminar. Y eso se hace con el ejemplo.
Sin dudas, hoy es un día para festejar, no para destruir. Comenzó anoche un nuevo tiempo para proyectar a la DAIA hacia sus próximos 90 años. Así debe ser. Ese fue el mandato de las instituciones que reafirmaron con su presencia y voto la necesidad de la DAIA.
Hoy comienza una nueva etapa en la que debemos nuevamente recordar la vieja máxima que por sobre los nombres está la comunidad de todos. Y que las instituciones nada deben a las personas, sino que son éstas las que siempre deben ser las que las agradecidas de poder desarrollarse en ellas.
Comienza a escribirse un nuevo capítulo en un gran libro casi centenario y vigente.
Ayudemos a que valga la pena. Es por nosotros, por todos.
Lic. Claudio Avruj
Presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) Presidente Honorario del Museo del Holocausto