En este momento que me dispongo a escribir el artículo semanal, recuerdo el nombre del escrito la semana pasada titulado: “¿Por qué nos odian?”, y frente a esto surgen como una catarata, los temas de la semana:
El papa Francisco pide investigar si los ataques de Israel en Gaza constituyen un “genocidio”; La Corte Penal Internacional de dictar órdenes de detención por presuntos crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el ex ministro de Defensa Yoav Gallant y el comandante de Hamás Mohammed Deif (este último ya muerto a meses), salvo que ellos sepan que esté vivo. Finalmente, el rabino moldavo-israelí secuestrado y asesinado en Emiratos Árabes Unidos, país con el cual Israel tiene un tratado de Paz, por los acuerdos de Abraham, firmados en el año 2020.
Existe un versículo en el Pentateuco (La Ley de Moisés o Torá), específicamente en el libro de Números capítulo 23, versículo 9: “Y desde las colinas lo diviso: He aquí un pueblo que en soledad mora y entre las naciones no es considerado”
Escrito hace tres mil años, observamos, cuanta realidad, cuanta verdad tiene este versículo.
Podríamos pensar a partir de la siguiente pregunta, que más que un interrogante es una afirmación: ¿Los papas contra los judíos? El antisemitismo dentro de la Iglesia católica. La condena del judaísmo por esta institución tuvo un papel determinante para fomentar el odio de casi 2000 años que se convirtió en la base del Holocausto, el ápice de la demostración del odio, pero sólo en los últimos años, aproximadamente los últimos 65 años con la llegada del papa Juan XXIII, por medio del Concilio Vaticano II la Iglesia ha aceptado una investigación que evalúe esta responsabilidad.
La Nostra Aetate, aprobada por los Padres Conciliares del Vaticano II y promulgada por Pablo VI el 28 de octubre de 1965, cambió irreversiblemente la relación entre la Iglesia Católica y el judaísmo, siguiendo los pasos dados por Juan XXIII.
David Kertzer quien ha sido uno de los primeros historiadores autorizados a investigar los archivos secretos del Vaticano, llega a la conclusión y confecciona un documento sorprendente e impactante, pero, sobre todo, muy importante desde el punto de vista humano e histórico, que nos descubre una actuación sistemática y oficial de humillación, abuso y demonización de los judíos por parte de la Iglesia católica. Sin embargo, no es una obra anticatólica, ya que busca ponderación en el juicio y voluntad de profundizar en el análisis de las fuerzas que llevaron a la Iglesia a esta actitud.
Mas el Punto máximo de esa reconciliación del reconocimiento, de lo actuado por parte de la Iglesia en forma errada, fue el Papa Juan Pablo II, con su visita a la Sinagoga de Roma en abril de 1986, y con otros gestos que dieron lugar a un dialogo interreligioso muy vinculante.
Lo que el Papa Juan Pablo II construyó con amor, el papa Francisco I, con diferentes gestos y declaraciones lo está enterrando. (Deseo esclarecer, que hay millones de cristianos y católicos, que están en desacuerdo con las declaraciones del Sumo Pontífice). Este mismo papa no ha manifestado ni ha condenado a respecto de lo que el grupo Terrorista Hamas cometió contra la población del Estado de Israel, único Estado democrático en la región de Medio Oriente, el 7 de octubre del año 2023, y lo que el grupo Hezbollah continua realizando a lo largo de estos últimos meses.
En la década del sesenta del siglo pasado, se editó un libro llamado El Vicario.
El vicario (en alemán, Der Stellvertreter. Ein christliches Trauerspiel), es una obra de teatro alemana de drama de ficción histórica de 1963 de Rolf Hochhuth que imputa al papa Pío XII no haber adoptado medidas ni haber expresado una clara posición contra el Holocausto. Ha sido traducida a más de veinte idiomas. La versión en inglés incluye una carta del doctor Albert Schweitzer al editor alemán de Hochhuth que la utilizó como prólogo. La versión del texto en español, publicada en 1964, tuvo ocho reimpresiones hasta 1977.
Esta obra teatral que luego tuvo una adaptación cinematográfica denominada Amén., El punto (.) forma parte del título original, para enfatizar la conocida expresión hebrea que suele traducirse en español como «así sea».
El Vicario está constituido por cinco actos según las reglas clásicas. El título hace referencia al Sumo Pontífice, concretamente a Pío XII que no denunció al mundo el genocidio nazi, aunque el autor no obvia que cristianos, a título individual, ayudaran a salvar víctimas potenciales del régimen hitleriano arriesgando sus propias vidas.
Los personajes, como hemos adelantado, unos son reales, pero otros son ficticios, algunos de los cuales, como el Padre Ricardo Fontana, sacerdote jesuita, está inspirado en Bernhard Lichtenberg, sacerdote católico que sufrió una sistemática persecución y dos años de prisión por su oposición al nacionalsocialismo. Cuando en 1943 es deportado al campo de concentración de Dachau muere. Hoy aún se desconocen las causas de su muerte. Otro personaje no ficticio, ya aludido anteriormente es Kurt Gerstein, denominado “el testigo de Dios” que incluso dentro del aparato de la muerte, lucha incansablemente por salvar vidas y exigir al papa Pío XII que urbi et orbi denuncie la masacre que se realizaba en los campos de concentración.
El reporte de Kurt Gerstein contribuyó a la autenticación del Holocausto, por eso, años más tarde fue revindicado.
En esta obra teatral y luego film, hay tres escenas que compartiré con Uds.:
La primera escena es la siguiente:
Mientras los judíos son detenidos para su deportación «bajo las narices del Papa», el padre Fontana declara que «hacer nada es peor que tomar partido … Dios puede perdonar un verdugo por su tarea, pero no a un sacerdote, menos a un Papa» y un oficial alemán comenta que el Papa dio «audiencias amistosas a miles de miembros del ejército alemán. El sacerdote expone la idea de seguir el ejemplo de Bernhard Lichtenberg (sacerdote católico que durante el nazismo alzó su voz contra los nacionalsocialistas; fue apresado y murió cuando era deportado al campo de concentración.) y seguir a los judíos a los campos de la muerte en el Este y posiblemente compartir con ellos su destino.
El segundo momento que destaco es el siguiente:
El padre Fontana se coloca la estrella de David y se une a los deportados para morir en Auschwitz, donde tiene lugar el resto del acto. Aunque Gerstein concurre al campo en un intento por rescatarlo, finalmente son descubiertos, el sacerdote es muerto a tiros en tanto Gerstein es detenido. La pieza concluye con una cita del embajador alemán Weizsäcker: «Dado que una futura acción respecto del problema judío no es esperable aquí, en Roma, debe considerarse que este problema, tan perturbador en las relaciones de Alemania con el Vaticano, ha sido superado»
Finalmente, la tercera escena, la cual encierra el porqué del nombre Amén al film, y el porqué de mi artículo.
En esta escena hay un encuentro entre el Doctor (personaje ficticio que al final de la película da a suponer que era el maléfico Josef Mengele) y el Padre Fontana (también personaje ficticio). El doctor le expresa que no va a morir “crucificado” y aprenderá a ser tolerante, y agrega el siguiente corto monólogo:
«Tu iglesia (se dirige el Dr. al Sacerdote) ha mostrado en el pasado que la purificación se logra quemando personas. El nazismo hace lo mismo, pero a mayor escala. De alguna forma somos los nuevos elegidos”
El Padre Fontana responde: “Amén”»
Al final del film se ve al Dr. llegar a una de las dependencias del Vaticano y encontrarse con Monseñor Alois Karl Hudal (el Obispo Negro, el hombre que creó la Ruta de las Ratas para la fuga de los nazis en dirección América del Sur, en especial Argentina).
La larga lista de Papas que hicieron los esfuerzos para eliminar al Pueblo Judío, de los anales de la historia de la humanidad, no alcanzaría el siguiente artículo. Iniciando por el Papa Urbano II, conocido por convocar la Primera Cruzada en 1095, tuvo un impacto significativo en las comunidades judías de Europa. Aunque su llamado a la cruzada estaba dirigido principalmente contra los musulmanes en Tierra Santa, también resultó en ataques violentos contra los judíos en Europa.
El Papa Gregorio XIII (1572-1585), alentó la conversión forzada de judíos y aprobó la quema del Talmud. También apoyó la creación de guetos en varias ciudades italianas. El Papa Pio XII (1939-1958), cuyo papado estuvo marcado por la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, lo que ha generado mucha controversia.
Durante la Edad Media, el antisemitismo se intensificó. Los judíos fueron acusados de crímenes rituales, como el asesinato de niños cristianos para usar su sangre en rituales religiosos, una acusación conocida como «libelo de sangre». También se les culpó de envenenar pozos y causar la Peste Negra. La Iglesia Católica a menudo promovió estas creencias y alentó la persecución de los judíos. En muchos casos, los judíos fueron forzados a vivir en guetos y se les prohibió practicar ciertas profesiones.
Aunque el Renacimiento trajo consigo un cierto grado de apertura intelectual, el antisemitismo persistió. La Reforma Protestante, liderada por figuras como Martín Lutero, también tuvo elementos antijudíos. Lutero, en particular, escribió tratados vehementemente antisemitas que influyeron en la actitud de los protestantes hacia los judíos.
En la era moderna, el antisemitismo continuó manifestándose de diversas formas. Sin embargo, después del Holocausto, la Iglesia Católica comenzó a reevaluar su postura hacia los judíos. En 1965, el Concilio Vaticano II emitió la declaración «Nostra Aetate», que repudió el antisemitismo y promovió el diálogo interreligioso. Esta declaración marcó un cambio significativo en la actitud de la Iglesia hacia los judíos, reconociendo su herencia común y condenando todas las formas de antisemitismo.
Siglo XX y XXI
En el final del siglo XX y el hasta ahora siglo XXI, la Iglesia Católica ha continuado trabajando para mejorar las relaciones con la comunidad judía. Papas como Juan XXIII, Juan Pablo II, Benedicto XVI han hecho esfuerzos significativos para promover el diálogo y la reconciliación. Han visitado sinagogas, reconocido el sufrimiento de los judíos durante el Holocausto y condenado el antisemitismo en todas sus formas.
Lo que el Papa Francisco I hizo a lo largo de su papado es tirar a la borda todo aquello que durante 55 años construyeron los pontífices anteriores.
Ahora Uds. lectores se preguntarán como se conecta el accionar del Vaticano con el dictamen de la Corte Internacional de la Haya. Así como historiadores han concluido que los casi 2000 años de odio fomentado por la Iglesia Católica, salvo rara excepciones, han sido caldo de cultivo para que Hitler y sus comparsas hagan lo mismo, pero como dice el film Amén, con “mayor precisión”.
La declaración del Papa (la cual no crean que haya sido casualidad, sino más bien causalidad) fueron un disparador para que la Corte Internacional de la Haya, tenga la fuerza y condene al premier Israelí, Benjamín (Bibi) Netanyahu, el ex ministro de Defensa Yoav Gallant y pidan su detención por presuntos crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
Lo más ridículo es que pidieron la captura del comandante de Hamás Mohammed Deif, caído en combate contra el ejército de Israel, en agosto de 2024 ¿o será otro?
La Iglesia con sus dogmas, estipulados por los diferentes Papas, y Hajj Amin al-Husayni, el muftí de Jerusalén (tío de Yasser Arafat), antisemita despreciable y ferviente partidario de los nazis, quien “facilito la idea de la solución final”, también, fue el ideólogo del nacionalismo árabe palestino.
Estos condimentos que se han solidificado en la sociedad árabe son el gran obstáculo para alcanzar una paz duradera, una paz que cada vez se aleja más de los deseos de los fundadores del Estado de Israel, que, en la declaración de la independencia, instaron a sus vecinos árabes a convivir pacíficamente.
La Irán chiita, fundamentalista, con su Revolución Islámica, la radicalización que se consolidó en la sociedad musulmana, principalmente, en los estamentos de jóvenes desempleados y mayormente semianalfabetos, en la pobreza de la mayoría de las sociedades de los diferentes países musulmanes, donde hay una brecha muy grande entre los ricos y el resto del pueblo, constituyen un terreno fértil para llevarla a cabo.
No sólo hay que combatir el militarismo, sino sus discursos de odio y sus mensajes en redes sociales.
El tsunami en línea de publicaciones antisemitas que surgió a raíz del ataque más mortífero contra el pueblo judío desde el Holocausto ha dejado a la gente aterrorizada. El discurso de odio en Internet ha tenido consecuencias en el mundo real y está formando una nueva generación de judeófobos. Además de la guerra que tiene lugar en el campo de batalla, también hay una intensa batalla por la opinión pública en las redes sociales: una guerra de información para la que Israel no estaba preparado.
Es por eso más que nunca se hace realidad el versículo del libro Números capítulo 23, versículo 9: “Y desde las colinas lo diviso: He aquí un pueblo que en soledad mora y entre las naciones no es considerado”
¿Será que Miguel Unamuno (1864-1936) tendría razón cuando expresó lo siguiente?: “El extremismo se cura con educación, pero el racismo y la discriminación se cura viajando y conociendo la realidad”.
Rabino M.Ed. Rubén Najmanovich
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Yo digo, como señalo Gabriel Ben Tasgal, que habria que averiguar si el Papa tiene hijos, y agregaria, y tambien amantes.