Se acerca la fecha para celebrar Janucá.
Es una fiesta en todo el sentido de la palabra.
Es la recordación de la lucha por la Libertad contra la opresión.
Fue en el siglo II A.C. cuando los macabeos derribaron el poder de los seléucidas del Reino de Judea quienes habían instaurado su Dios profanando el templo de Jerusalem. Fue el milagro de pocos contra muchos…Y se repitió actualmente ese milagro al vencer Israel a Hamás después de profanar el sur en el 2024.
A través de los siglos nunca se dejaron de encender las velas de la menorá cuando los macabeos con el poco aceite encontrado volvieron a prenderlas. Fue la luz que disipó la sombra de una conquista para destruir a los judíos.
Fue la defensa del monoteísmo contra la idolatría.
Todo esto aprendido lo puse en práctica cuando viajando
en un colectivo vi a una señora tenía en su
regazo una bolsa con el estampado de una menorá con velas y la frase Happy Janucá. Motivada le dije que justo en estos días los judíos celebrábamos esa fiesta. Y ella me respondió que lo sabía, que esa bolsa se la había regalado la dueña del negocio en la trabajaba que era judía y que tenía muchos clientes de la colectividad.
Ese intercambio entre dos desconocidas fue un desafío al antisemitismo masivo que aparece por doquier y el encuentro constructivo de lo individual. De mi parte fue el comentario de una judía acostumbrada a identificarse siempre como tal y de ella su respuesta sensata sin prejuicio. Fue un ejemplo y una caricia. Fue el encuentro entre dos mujeres en la que medió el respeto y el entendimiento entre las religiones sin odio.
Al descender le pedí a Lucrecia, su nombre, si me podía sacar una foto con ella y
amablemente lo hizo. Un milagro de buena convivencia
de pocos contra muchos, igual que en la gesta macabea.
Martha Wolff – Escritora, Periodista