Mientras escribo este artículo se debe de estar produciendo la reunión entre Ron Dermer, el ministro de asuntos estratégicos de Israel, clave en la negociación para los Acuerdos de Abraham, y Steve Witkoff, amigo personal de Trump y su enviado especial en Oriente Medio. En la agenda, la primera de las decisiones clave que tienen que dibujar el nuevo mapa de Oriente Medio, después de la guerra de los doce días: el acuerdo para el retorno de los secuestrados y el final de la guerra en Gaza. Es el próximo peldaño de un proceso de tal relevancia geopolítica que cambiará por siempre jamás la región. Y no solo porque significará el final de un cruento conflicto, sino por todo lo que ya está pasando con el resto de países implicados. En este sentido, y para entender lo que hay en juego, resulta útil conocer los movimientos que se están produciendo, en paralelo al alto el fuego entre Irán e Israel.
Primero, el contexto que ha provocado la nueva situación: todo empezó el 7 de octubre de 2023, cuando 6.000 miembros de Hamás entraron en Israel y perpetraron el asesinato de 1.200 personas, el secuestro de más de 300 y todo tipo de crueldades inimaginables. Una masacre, la estrategia de la cual respondía a los intereses de Irán, auténtico ‘mastermind’ de la operación. Empezaba así una guerra que Israel sostenía no solo en Gaza, sino contra todo el círculo de fuego que había construido Irán durante décadas y que atacaba desde seis puntos estratégicos: Hamás y Yihad desde Gaza, los hutís desde el Yemen, la Guardia Revolucionaria desde Irak, Hizbulá desde el Líbano y Siria, y la misma Irán. 632 días después de aquel terrible pogromo del 7-O, los cambios tectónicos en Oriente Medio son descomunales y se resumen en una evidencia rotunda: Israel ha vencido en todos los frentes. Decapitado Hizbulá, derrotado Hamás, hundido el régimen de los Assad y herido Irán -país 80 veces más grande que Israel-, el Estado hebreo disfruta ahora de un pasillo aéreo seguro de más de 2.000 kilómetros. Esta seguridad israelí -y la imagen de ser la fuerza militar más poderosa de la región- ha provocado un terremoto del que ahora se derivan notables reacciones en cadena.
La primera: el probable acuerdo de paz entre Israel y Siria, un acontecimiento de proporciones históricas, no en vano están en guerra desde 1948. Steve Witkoff ya ha insinuado en la CNBC que nuevos países firmarán los acuerdos de Abraham, y Karoline Leavitt, la secretaria de prensa de Trump, ha mostrado la convicción que Siria sería uno de los primeros. En la misma línea, el diario saudí ‘Asharq Al-Awsat’ ha informado sobre las conversaciones entre Siria e Israel y el canal libanés LBCI ha ido más allá y ha esbozado las condiciones que permitirían el acuerdo: retirada de Israel de la zona de seguridad del Golán, incluido el monte Hermon; reconocimiento israelí y norteamericano del régimen de Ahmed al-Sharaa, y acuerdos de seguridad en el sur del Líbano. Por su parte, Siria reconocería a Israel y aceptaría su soberanía en los Altos del Golán. A la vez, según la prensa israelí, habría sido el mismo jefe del consejo de seguridad nacional, Tzaji Hanegbi, quien ratificaba que las relaciones con Damasco “superan los canales indirectos del pasado”. A la espera de resultados, una cosa es evidente: Siria no ha puesto ningún impedimento para que los cazas israelís volaran por su espacio aéreo en los ataques contra Irán.
Más allá del cambio de paradigma que representan los acuerdos de Abraham con países hasta ahora enemigos, el tema central continúa siendo el retorno de los secuestrados y el final de la guerra en Gaza, y también aquí las informaciones parecen esperanzadoras. Primero porque, según el medio ‘Israel Hayom’, Trump y Netanyahu habrían acordado acabar la guerra en 15 días y las condiciones finales incluyen la participación de países árabes. En concreto, estos serían los tres acuerdos relevantes: la liberación de los secuestrados; el exilio de la cúpula de Hamás, acogida por países de la región; y una Gaza sin Hamás administrada temporalmente por cuatro países, entre ellos Egipto y Emiratos.
Estos son los movimientos tectónicos en la región, a la espera de otros acontecimientos, como la debilidad del régimen de los ayatolás, que podría caer por efecto Muro de Berlín…. Es la foto fija actual, si bien nada se puede afirmar, no en vano lo único que no cambia en Oriente Medio es que todo puede cambiar en cualquier momento. Aun así, se abre una brizna de esperanza.
Pilar Rahola (El Periódico)
Que maravilla Pilar es un soplo de aire fresco en un panorama asfixiante!! Amen
Es una genia
Pilar Rahola, siempre tan esclarecedora en su aguda mirada de conocimiento en temas de geopolítica de Medio Oriente
Que placer da leer los comentarios de la Catalana!