El presidente del Museo del Holocausto de Buenos Aires, Claudio Avruj, dialogó en exclusiva con VIS A VIS a minutos de finalizado el encuentro en el Vaticano con el Papa Francisco, quien recibió a una delegación comunitaria en la Santa Sede. “Se vivió un inmenso clima de espiritualidad”, destacó el también subsecretario de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
– ¿Cómo fue el encuentro que tuvieron con el Papa Francisco?
Fue una reunión de 2 horas de duración, algo distinto e inédito a lo que marca el protocolo en general, con lo cual mostró el interés que el Papa Francisco tenía de esta primera visita oficial de la comunidad judía argentina. Los puntos que se trataron fueron la importancia del diálogo, del encuentro, de la fe en todas las personas más allá de la religión que cada uno profese, y la necesidad de generar entre todos una sociedad con más valores en justicia y en fe, y dedicados a la juventud. Se recordaron vivencias y anécdotas con cada uno de nosotros, con lo cual fue un evento de muchísima significación, donde el Rabino Skorka y Julio Schlosser, presidente de la DAIA, quienes encabezaron la delegación, resaltaron que esta es la primera vez que la comunidad judía argentina articuladamente se entrevista con el Sumo Pontífice.
– ¿Se mencionó su visita a Israel?
Exacto, en la reunión habló de su próximo viaje a Tierra Santa, que para él es muy importante, desde el punto de vista político, de la fe, del diálogo, porque él visitará todos los lugares santos.
– ¿Tuviste oportunidad de expresarte?
Así es, le agradecí la carta que firmó en el aniversario de los 20 años del Museo de la Shoá y le entregué el libro especial que se publicó, y le agradecí en nombre del Museo y de los sobrevivientes su preocupación, su recuerdo permanente de la Shoá, y su compromiso continuo contra el antisemitismo. También hubo espacio para comentarios personales, ya que ambos somos del barrio de Flores, y él se encargó ante todo de recordarlo.
– ¿Cuál fue tu sensación personal al estar con el Papa?
Yo creo que sentí lo mismo que todos los que estuvieron presentes, y lo que puede sentir cualquier persona de fe, un inmenso clima de espiritualidad. Verlo entrar a él a la sala con su simpleza y estrechar la mano de cada uno y llamarnos por el nombre, sabiendo perfectamente a quién estaba saludando, como cuando me dijo a mí «¿cómo te va Claudio?», fue un momento de muchísima emoción y calidez humana. A nivel personal, como persona creyente, es un estímulo a seguir trabajando en lo que uno está haciendo día a día.
– ¿Qué balance hacés del encuentro?
Que tiene muchísimo significado para la comunidad judía y para la sociedad argentina en su totalidad. Como él también se encargó de destacar, nuestro país es uno de los que reflejan esta unión y encuentro, y que tenemos que apuntar a fortalecer esto.