Que la verdad no muera con Nisman. Por Alfredo Leuco

El momento mas desgarrador del entierro de Alberto Nisman tuvo como protagonista a Iara, la hija mas chica del fiscal. El féretro que contenía los restos de su padre ya habían bajado al pozo definitivo del cementerio. Hubo discursos, poemas y llantos.Pero Iara fue demoledora en su carta. Al final dijo: “chau papi, nos vemos cuando me muera”. A todos les corrió un frío terrible por la espalda y varias lágrimas por las mejillas. Era la dimensión humana del magnicidio. Era el dolor mas genuino y profundo en carne viva. Su otra hija, Kala había acompañado a su bobe Sara y a su tía Sandra a hacer un pequeño corte en la ropa del cadáver. Es uno de los rituales de la religión judía mientras se eleva una plegaria de despedida.

El rabino Marcelo Polakoff encabezó la marcha hacia el destino final. Iba rezando el salmo 91 donde le pide a Dios que proteja a Nisman. Que reciba un cuidado y una protección que el estado nacional no le dió en vida. Una custodia que no tuvo pese a que tuvo 10 custodios. Hacen 7 paradas breves, para recordar lo efímero de la existencia y llegan a lo que se conoce como el Panteón de los Héroes donde están enterradas las otras víctimas del atentado a la AMIA. Porque si algo será Alberto Nisman en la historia argentina, sin dudas que será un muerto mas de la AMIA. Otra bomba criminal que explotó en la calle Pasteur. Un tercer atentado. Nisman dió su vida para investigar y buscar la verdad y para denunciar un plan criminal de encubrimiento de los terroristas encabezado por la presidenta Cristina y el canciller Timerman. Dió su vida para saber la verdad. Y encontró la muerte de un balazo en la cabeza.

Enseguida se hace lo que en hebreo se llama “Mejilá” que es el pedido de perdón para que el alma vuelva pura al encuentro con el Todopoderoso. El rabino no pudo resistir pedirle perdón al propio Nisman: “Todos te pedimos perdón porque no supimos estar a la altura de la historia”. Eso dijo y todos se miraron en comunidad. El filósofo Santiago Kovadloff, como siempre habló como un sabio laico, el presidente de la Asociación de Fiscales, Carlos Donoso Castex apenas pudo leer un poema, desencajado y llorando. Siguiendo la tradición, toda la familia de Nisman fue arrojando una palada de tierra sobre el cajón. Se hace con la pala puesta al revés, como demostrando que hacen algo que jamás hubieran querido hacer.

Antes del rezo final, el rabino Polakoff, contó un cuento para los chicos en general y para las hijas del fiscal Nisman en particular. Una nena, conmovida por la muerte joven de su padre le pregunta al rabino: ¿Por que una mariposa que es tan buena y tan bella vive tan poco y un cocodrilo que es tan malo y tan feo vive tanto tiempo? Y la respuesta es que es ni aunque el cocodrilo viva 300 años va a poder igualar la belleza de colores y el baile en el aire de la mariposa. Todos comprendieron el mensaje.

La dimensión política de la tragedia, el terremoto institucional también amerita que se diga una plegaria mas terrenal y menos celestial. Esa es mi intención. Algo ya dijo el doctor Maximiliano Rusconi respecto de que la presidenta le hace mucho daño y no ayuda a la investigación cada vez que juega a la detective y muestra su corazón de hielo que es incapaz de darle el pésame a la familia o de decretar algún dia de duelo. Que no hay antecedentes de una intromisión semejante de una jefa de estado en una causa tan grave como está haciendo Cristina. Todo lo que la presidenta hace es para colocarse en el lugar de la víctima y ningunear a la verdadera y única víctima que es el muerto, es decir el fiscal Nisman. Cristina cayó en sincericidio cuando dijo que que no tenía pruebas ni dudas. Le faltó agregar que tampoco tuvo verguenza.

El cristinismo ya había matado en vida al fiscal. Los soldados de Cristina lo habían fusilado con sus declaraciones. Todos le dijeron de todo. Lo humillaron, lo descalificaron. Golpista, idiota útil, vamos a ir con los tapones de punta dijo una diputada que enmudeció desde aquel momento, Nisman anda por las cloacas tuiteó un muchacho que canta como empleado público. Ahora, la mayoría de la sociedad que cree que el fiscal fue asesinado por alguien del gobierno, dice como respaldo solidario: “Todos somos Nisman”. Pero en su momento funcionarios de Cristina y otras yerbas dijeron tácitamente: “Todos contra Nisman”.

Cualquiera que hablara con Alberto Nisman se enteraba en dos minutos del amor por sus hijas y del pánico que sentía de que les pudiera pasar algo. Hace dos años le mostraron con fotos criminales que hablaban de Hezbollah e Irán las fotos del frente de la casa, la escuela y hasta el club a donde iban sus hijas. Eran la luz de sus ojos. Diego Lagomarsino contó con emoción como Nisman le contó el desgarro que le provocaba que sus hijas tuvieran miedo de salir a pasear con él.

En el aviso fúnebre que publicaron sus hijas quedó todo muy claro: ” Papá, nosotras, tus hijas Iara y Kala, sólo necesitábamos de vos, tu presencia y compartir buenos momentos. Hoy te despedimos, sabiendo de tu dedicación al trabajo. Esperamos que puedas estar en paz. Nosotras guardamos en nuestro corazón los lindos momentos vividos juntos”.

La multitud que despidió sus restos al costado de la ruta respondía al grito de “Nisman presente”, con un coro que repetía “Ahora y siempre”. Y eso es rigurosamente cierto. Nisman fue un fiscal valiente. Hoy es una bandera de lucha contra las mafias del poder que apuestan a la impunidad.

Ojalá la barbarie termine acá. Ojalá esto no sea el comienzo del regreso de los peores fantasmas de los 70, esos que tenían las armas y el crimen como una forma de dirimir conflictos ideológicos. Ojalá sepamos y podamos ponerle freno a los traficantes de la muerte. Para que ningún tiro silencie a nadie. Y para que no estemos muertos de miedo. Para que sepamos llevar con dignidad nuestro corazón a media asta.

Muchas definiciones profundas y al hueso se han dicho desde entonces. Que la sangre de Nisman salpica a este gobierno. Que con el se entierra un retazo de la república y tal vez toda la causa AMIA. Pero hay algo que me impacto porque creo profundamente en eso y por eso soy periodista. Una bandera argentina de luto con un crespón negro tenía escrito: “La verdad no muere”. Y en eso creo. Y por eso lucho. Para que la verdad no muera. Y para que muera la impunidad

Fuente: alfredoleuco.com.ar

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