La conversión vuelve al control de los ultraortodoxos

El proceso de conversión pasaría de nuevo al control exclusivo de la ortodoxia, eliminando el proyecto de reforma que liberalizaba el proceso, de tal forma que las decisiones estarían a cargo exclusivamente de Shas y de Iahadut Hatorá.

El proyecto de reforma, concebido en el gobierno anterior, consistía aprobar la transferencia de autoridad para la conversión a los rabinos municipales, eliminando la verticalidad burocrática del Rabinato sobre el tema. Por otra parte, otorgaba al Ministerio de Justicia el manejo del tema, con lo que en la última votación del gabinete se volvió a la situación anterior, en la que el encargado era el Ministerio de Asuntos Religiosos.

Los dos únicos ministros que se opusieron en las votaciones fueron los de Habayit Hayehudí (el partido La Casa Judía), Naftali Bennett y Ayelet Shaked.

Tzipi Livni (diputada por Campo Sionista) declaró: “Esto es una bofetada en la cara de cientos de inmigrantes que ahora pasan a ser ciudadanos de segunda clase”. Esta situación perjudica a medio millón de inmigrantes.

El gobierno aprobó iniciativas que devolverán al Shas y a Judaísmo de la Torá (Iahadut Hatorá) el poder y el control que perdieron durante el gobierno anterior en temas relacionados a la religión y al país.

Actualmente hay 33 rabinos y sólo cuatro tribunales de conversión que pueden realizar legalmente conversiones en todo Israel.

La cancelación de las reformas previstas, fortalece la supervisión ultraortodoxa judía en los asuntos religiosos en el estado.

En Israel, los tribunales rabínicos son la única autoridad permitida para emitir certificados de matrimonio y divorcio de judíos, un hecho que durante años tiene apartados a muchos judíos seculares del establishment religioso.