La periodista, escritora y editora Verónica Sukaczer dialogó en exclusiva con la CADENA JUDÍA DE INFORMACIÓN VIS A VIS acerca del libro «Los nombres prestados», de la Editorial Nube de Tinta, que se publicó hace pocos días en las librerías de Argentina y que relata la historia ficcionada de una mujer llamada Nina, quien descubre un pasado que desconocía de su abuelo con relación a la Shoá. Esta escritora fue reconocida el año pasado con el Premio Konex Diploma al Mérito en la categoría de Literatura Juvenil.
– ¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?
– Hace más de 15 años que vengo pensando en esta historia, armándola de a poco, buscando el tono y los personajes. Quería narrar una historia que no tratara sobre héroes, que es lo que suele retratarse en las películas y libros que hablan sobre la Shoá, sino sobre gente común que vive circunstancias excepcionales, haciendo lo que pueden para sobrevivir y cómo ese dolor y ese horror te acompaña el resto de tu vida. Recién el año pasado se acomodaron todas las piezas en mi cabeza y sentí que ya poseía las herramientas como para ponerme a escribir y contar la historia como quería contarla.
– ¿La historia es verídica?
– Llevo muchos años investigando y leyendo sobre el tema, así que claro que la obra se nutrió de muchos elementos reales, pero el conjunto es ficción. Lo aclaro al final del libro, me pareció importante agregar unos apuntes que cuentan cuáles fueron las fuentes y las personas que me sirvieron a la hora de ponerme a escribir. De alguna manera, es lo que hacemos todos los que escribimos: usamos la realidad para contar cuentos.
– En la actualidad, ¿es complicado escribir una historia para jóvenes sin caer en la banalidad de la Shoá?
– En absoluto. Toda mi vida he escrito para chicos y jóvenes y nunca he hecho concesiones ni me he preocupado por mensajes, valores o enseñanzas. Mi única intención y mi único deseo al ponerme a escribir es contar una historia y hacerlo de la mejor manera posible. Que no sólo sea interesante, sino que sea bella literariamente, que transmita emociones y que haga pensar. Escribo lo que llamamos LIJ (Literatura Infantil y Juvenil) porque ahí encontré mi voz, mi estilo, pero también escribo para adultos y no hago diferencias a la hora de encarar el trabajo. En cuanto al tema de esta obra en particular, no hay nada de la Shoá que un joven no pueda saber y comprender. Y no estaría bien ocultarle datos: eso pasó, están las pruebas y los sobrevivientes han contado la historia. La única manera de que no se repita, aunque los genocidios siguen repitiéndose, es que sepan y, sobre todo, que quieran saber más.
– Teniendo en cuenta que el Siglo XXI está dominado por la tecnología, ¿es un desafío escribir un libro con está temática para un público juvenil?
– Los chicos siguen leyendo libros y se interesan si la historia es interesante y está bien contada, sin importar si se trata de algo que sucedió hace un siglo o ahora. La tecnología es un medio que les permite seguir investigando, acceder a información complementaria como fotos, videos, etc, ponerse en contacto con el autor (muchos lo hacen), leer más, compartir entre ellos…así que para mí todo lo que aporta la tecnología, yo misma dependo en gran parte de ella, es ganancia pura.
– ¿Con qué fin escribiste «Los nombres prestados»?
– Quería contar una historia que me acompañaba desde hacía años, contarla era una manera de responderme preguntas…¿qué sucederá cuando ya no queden sobrevivientes que nos cuenten en primera persona lo que ha sucedido? ¿La Shoá pasará a ser, para las nuevas generaciones, historia antigua? ¿Por qué hubo sobrevivientes que nunca han podido contar su historia ni ponerla en palabras? ¿Y por qué otros, como Primo Levi, a pesar de sobrevivir y dejar testimonio, decidieron un día terminar con sus vidas, qué cosa tan pesada, tan insoportable los había acompañado? Esas eran las preguntas que me hacía, y con ellas deseaba hacer literatura, que es lo que hago, aunque no tenga un porqué para eso.
¿Qué Año Enpesaste a Escribir ?