El miércoles 9 de noviembre se finalizó de escribir el Sefer Torá del Centro Hebreo Ioná y tuve el privilegio de ser uno de los que participó.
Esa Torá que nos acompañará en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida judía. La misma que tal vez tengan mis nietos cuando hagan su Bar Mitzvá o tal vez la pasearemos por el Templo en las altas fiestas.
Y que haya culminado su escritura un 9 de noviembre es emblemático. En 1938, exactamente ese día, la Kristallnatch daba inicio a la mayor tragedia de la humanidad: la Shoá. 84 años después, desde una comunidad del barrio de Villa Crespo en la Ciudad de Buenos, respondemos con continuidad, legado, valores; con más vida judía.
El Centro Hebreo Ioná tendrá su Sefer Torá propio, como ellos mismos dicen: «100×100 ionero».
La forma de escribirlo fue por intermedio del Sofer Sebastian Grinberg, quien es el escriba y el único que toca la Torá. Se apoya la mano en su brazo, lo que significa que uno guía la escritura. El sofer explicó que «hay un elemento intangible que es parte del Sefer Torá, que es lo que llamamos kavaná. Qué es lo que pasa por aquella persona que lo está escribiendo, es la exposición a la santidad, es saber que está escribiendo hoy un pergamino que va a ser leído por cientos de años, por miles y miles de personas».
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La Torá es el regalo más preciado que tiene el pueblo judío y su valor se debe en gran medida a que viene con el legado de generaciones y generaciones que depositaron en ella y a través de ella la continuidad de nuestro pueblo.
En 1913, con el aporte colectivo de numerosas familias de inmigrantes, en su mayoría de Europa Oriental, se creó la Sinagoga Ajiezer en la calle Acevedo 276. En el emblemático barrio de Villa Crespo logró reunir a la gran población judía que llegaba a la Argentina para sostener el “culto judío“ en su liturgia, casamientos, ceremonias de Bar y Bat Mitzvá, Shabat y en cada una de las celebraciones del Calendario Hebreo. Durante ese trayecto, mi Zeide (abuelo) David Z´L fue parte fundamental y quien sostuvo la Torá en muchísimas oportunidades. Volvía orgulloso a su ubicación en primera fila por el «Kavod» recibido.
Hoy soy yo quien, al ser parte de la escritura del Sefer Torá de Ioná junto a mi esposa Silvia, siento que firmé una continuidad. Seguramente está Torá será sostenida por muchísimos miembros de la comunidad en los tiempos que vienen. Y seguramente, algunos de ellos, sean de nuestra propia sangre.
Director de Vis á Vis