Un cráneo humano de 9000 años de antigüedad descubierto cerca de la ciudad de Jericó tiene un nuevo rostro gracias a la tecnología y a un equipo de investigación multinacional.
El “cráneo de Jericó” fue uno de los siete descubiertos en 1953 por la arqueóloga británica Kathleen Kenyon y se encuentra en el Museo Británico de Londres.
Según el museo, el cráneo estaba cubierto de yeso y las cuencas de los ojos tenían incrustaciones de conchas de cauri, probablemente para representar al individuo muerto.
El cráneo, según el museo, pertenecía a un varón adulto y mostraba indicios de haber sido moldeado artificialmente, posiblemente envolviéndole la cabeza con tela cuando era un bebé, lo que lleva a los investigadores a considerar que fue identificado como alguien especial desde esa temprana edad.
“No sabemos cómo murió, pero es posible que la extracción del cráneo se llevara a cabo después de que la carne y los tendones se hubieran descompuesto”, explica el museo. “El yeso se modeló cuidadosamente sobre la parte frontal del cráneo, pero no se extiende por la parte posterior, que tal vez se proporcionó originalmente con algún otro material para que pareciera pelo”, dijo.

¿Cómo reconstruyeron los investigadores el rostro?
El último avance se debe al grafólogo brasileño Cícero Moraes, líder del proyecto de reconstrucción del rostro del humano cuyo cráneo reposa en el museo londinense.
La reconstrucción fue posible después de que el museo emitiera en 2016 imágenes de escáneres micro-CT del cráneo. Las mediciones se utilizaron entonces para crear un modelo virtual en 3D que sirvió al nuevo equipo para reconstruir el rostro.