Paul Vincent Castelvi, de 42 años, un cuidador filipino que vivía y trabajaba en el Kibbutz Be’eri, fue asesinado por terroristas de Hamás el 7 de octubre.
Trabajó como cuidador de Eviatar Kipnis, quien resultó gravemente herido en un accidente de bicicleta hace ocho años y desarrolló una enfermedad autoinmune que lo dejó en silla de ruedas.
A Eviatar lo encontraron muerto el 17 de octubre, mientras que a su esposa, Lilach, la encontraron muerta el 23 de octubre.
Paul fue declarado muerto una semana antes que Eviatar y Lilach, después de que su cuerpo apareciera en el cercano bosque de Be’eri.
Le sobreviven sus padres, que viven en Filipinas, y su esposa, Jovelle “Bell” Santiago, quien vivía en Israel y dio a luz a su primogénito menos de un mes después del asesinato de Paul. El nombre del bebé: Paul.
“Vale la pena cada dolor…vale la pena esperar”, escribió en Facebook junto con fotos acunando a su bebé en el hospital. “Gracias por venir a nuestra vida…tatay seguramente nos está sonriendo desde arriba”.
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Varias semanas antes, luego de que el filipino de 42 años fuera asesinado por Hamás. Jovelle escribió: “No sé cómo ni dónde empezar ahora cuando tú ya no estés; es muy difícil. Siento que perdí la mitad de mi vida. Guíanos siempre con nuestro bebé”.
El padre de Paul, Lourdines, contó que el plan de su hijo era sorprender a su madre en Navidad con su esposa y su hijo recién nacido.
Su madre, Lilina, se lamentó: “¿Cómo pudieron hacerle esto? Era un chico muy amable, tan amable que no había nadie como él”.
Paul era el principal sostén de la familia, dijeron sus padres, y enviaba gran parte de sus ganancias a Filipinas para mantenerlos a ellos, a sus hermanos y a sus sobrinos y sobrinas.
Vía The Times of Israel