Las dos caras del “Schindler boliviano”, el barón del estaño que salvó de los nazis a miles de judíos

Las dos caras del “Schindler boliviano”, el barón del estaño que salvó de los nazis a miles de judíos
Las dos caras del “Schindler boliviano”, el barón del estaño que salvó de los nazis a miles de judíos

Corría 1999 cuando Edgar Ramírez, encargado de ordenar – en realidad se trataba de crear – el archivo de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), se topó con una serie de documentos que iban camino a formar parte de la basura. Estaban en pésimo estado, algunos casi destruidos por la humedad y habían sido descartados por inútiles. Sin embargo, hubo algo que lo llevó a detenerse en ellos y analizarlos. Ese gesto simple de un hombre responsable desveló, más de seis décadas después de los hechos a los que se referían, un aspecto hasta entonces desconocido Moritz Hochschild, o Don Mauricio, uno de los empresarios mineros más poderosos y a la vez repudiados del país, no solo durante su vida sino también después de su muerte.

Revisando esos papeles, se topó con la otra cara de Hochschild, un judío alemán que en las décadas del ‘20 y del ‘30 del siglo pasado creó y desarrolló un imperio minero basado en la explotación del estaño a fuerza de otra explotación brutal: la de los mineros que trabajaban para él en condiciones que costaba diferenciar de la esclavitud.

Su nombre estaba asociado a los de Simón Patiño y Carlos Aramayo, con los que formaba un trío infernal de la historia del país, el de “Los Barones del Estaño”, empresarios que se habían enriquecido a costa de las vidas de miles de trabajadores bolivianos sumergidos en los socavones.

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Hochschild era sin duda todo eso por lo cual se lo señalaba, pero la documentación rescatada por Ramírez demostraba también que durante los primeros años del nazismo en el poder en Alemania había rescatado a miles de judíos de las garras de la dictadura de Hitler para salvarles la vida y darles un futuro nuevo en Bolivia.

Esos documentos mostraban al explotador Hochschild como una suerte de “Schindler de Bolivia”, aunque era una caracterización que le quedaba corta, porque Oskar Schindler, un industrial afiliado al partido nazi, se había ganado el reconocimiento mundial – y una película de Steven Spielberg – por rescatar a alrededor de mil judíos de una muerte segura empleándolos en sus fábricas, mientras que el barón del estaño boliviano había sumado entre 9.000 y 20.000 personas a las que había sacado de Alemania para llevarlas a América del Sur.

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Fuente: Infobae

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