Pilar Rahola: «El 7 de octubre murió el feminismo»

Pilar Rahola durante la primera Cumbre Mundial de Influencers contra el Antisemitismo
Pilar Rahola durante la primera Cumbre Mundial de Influencers contra el Antisemitismo

Discurso de Pilar Rahola durante la Primer Cumbre Mundial de Influencers contra el Antisemitismo. Voces por la verdad, un evento que reunió en Nueva York a más de 300 influencers, celebridades y líderes de opinión para combatir el creciente antisemitismo y la desinformación sobre Israel, organizado por Combat Antisemitism Movement (CAM) y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel.

Luego de recibir el premio Defensor Global de manos del Embajador David Saranga, Director de la oficina de Diplomacia Digital de la cancillería de Israel; y Shay Salamon, Director de Asuntos Hispanos de CAM, Rahola intervino con un discurso en el cual denunció con firmeza el silencio y la complicidad de algunos sectores de la sociedad ante el antisemitismo, especialmente el feminismo, a quien acusó de haber «muerto» por su falta de empatía y solidaridad con las víctimas del ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2021.

«Me presento, no solo como madre, sino como la voz de las mujeres que han soportado sufrimientos inimaginables y cuyo dolor no se reconoce.

Así empezó la impactante denuncia de Meirav Leshem Gonen ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde clamó contra la trivialización de la violencia sexual sufrida por las mujeres atacadas el 7 de octubre. Y también por aquellas secuestradas que aún lo están sufriendo.

Leer más: Fuerte respuesta del popular músico israelí Aviv Geffen a Roger Waters: «¿Cómo te atreves?»

Su emotivo relato explicando la última conversación por teléfono con su hija, aterrorizada, rodeada de terroristas, resonó con fuerza en la sede de la ONU, que día tras día demuestra con su indiferencia y su silencio ante las víctimas del terrorismo palestino, su activa complicidad con los verdugos.

Meirav acabó su denuncia expresando el deseo que su hija Romy aún crea en el mundo libre.

Y ese deseo es hoy por hoy el eje de la preocupación de todos aquellos que luchamos por mantener los valores de la civilización y la libertad. Unos valores que han estallado en los delirantes campos de las universidades, en las manifestaciones del odio, en la deformación periodística, en la cobardía de las instituciones internacionales, en gobernantes que se han aprovechado de la tragedia para sus intereses políticos.

Petro, presidente de Colombia, Sánchez, presidente de España, Boric, presidente de Chile. En definitiva, en la banalización del terrorismo.

El silencio, la relativización o incluso el aplauso en favor de los asesinos del 7 de octubre ha sido más masivo y más ruidoso que la empatía y la solidaridad con las víctimas. Hasta el punto que la consecuencia de la barbarie terrorista no ha sido la empatía con el pueblo judío, sino el aumento del odio antisemita.

Si alguien se preguntaba en el pasado qué factor podía alimentar el antisemitismo, hoy ya tiene la respuesta, matando judíos.

Porque esa era la condición, la judía, la que invalidaba su tragedia y los abandonaba a su dolor.

Todo lo que ha ocurrido después, la distorsión de la verdad, la criminalización de Israel, la creación de auténticos nivelos antijudíos y la imposición de un relato maniqueo que banaliza el terrorismo, todo tiene que ver con el hecho de que las víctimas eran judías.

Leer más: El dramático testimonio del hermano de un rehén: «Se lo llevaron vivo, pero Hamás dice que ya no lo está»

Y si eran judías, solo podían ser culpables. Esa es la primera lección que nos ha ofrecido dramáticamente el progrom del 7 de octubre. La quiebra de la solidaridad, divididas las víctimas en función de los patrones ideológicos que las separan según sus identidades.

Y ese es también el gran éxito del antisemitismo moderno, mayoritariamente camuflado bajo el cómodo disfraz del antisionismo. Negar la posibilidad de que los judíos tengan el derecho a ser víctimas, porque solo pueden ser culpables.

De ahí que se llegue al delirio de culpabilizar a Israel de su propia tragedia. Estamos viviendo un tiempo de inversión de valores, alimentado por la ignorancia masiva, la propaganda viral y la persistente militancia de la izquierda en favor del odio a Israel.

Hay que decirlo con coraje y sin maquillaje. Hoy por hoy, en el mundo occidental, el relato de izquierdas está siendo el culpable principal del aumento de odio a los judíos en el mundo.

Una culpabilidad que comparte con el islamismo radical, cuyo antisemitismo menos camuflado es igualmente masivo.

Leer más: Grave ataque contra un hotel de un propietario israelí y una sinagoga en Grecia

Más allá del fenómeno de odio a Israel y de la masificación del antisemitismo, es obligado poner el foco en uno de los apartados más sangrantes de este delirio, la traición del feminismo a las mujeres brutalmente agredidas en el progrom del 7 de octubre y a las que continúan siendo agredidas en los agujeros oscuros donde las tienen secuestradas.

De entre todos los silencios culpables que han abandonado las víctimas de la masacre, es especialmente doloroso el olvido de las mujeres víctimas de una brutalidad de violencia de género inimaginable. Nunca en pleno siglo XXI habríamos pensado vivir un día de violencia de género tan salvaje, tan masivo, tan público, tan viralizado como el que sufrieron centenares de mujeres en el progrom.

Y nunca en pleno siglo XXI habríamos imaginado que el mundo fuera tan indiferente. El silencio, la negación de la empatía, el rechazo a la solidaridad que han sufrido las mujeres brutalmente violadas por el terrorismo, es una vergüenza imperdonable que deja al feminismo desnudo, desnudo de condignidad, desprovisto de credibilidad.

Leer más: Declaran en Argentina Duelo Nacional el 18 de julio en conmemoración por el atentado a la AMIA

Ante el 7 de octubre el feminismo se ha quebrado, destruido por la traición que ha perpetrado contra las mujeres judías. Ni el MeToo, ni el feminismo organizado, ni los colectivos femeninos de izquierdas, ni las instituciones de lucha por la mujer, ni uno de los organismos feministas han estado a la altura, hasta el punto de que su silencio los ha convertido en cómplices activos de la violación masiva.

El horror de las agresiones sexuales contra las víctimas del progrom, que llegó a extremos impensables de violencia y perversión, hasta el punto de llevar manuales de violación, romper caderas, destrozar órganos, embarazar a niñas, ha sido equiparable al horror del silencio, a su banalización, incluso a la misma negación de su existencia.

Con su silencio y su indiferencia, el feminismo ha hecho fuertes a los verdugos, ha reforzado su maldad y ha enviado un mensaje de impunidad que deja a las mujeres judías abandonadas a su suerte. Esto es lo que ha hecho el viejo feminismo, decirle a los violadores, a los agresores, a los terroristas que es legítima la violencia de género sobre las mujeres si son judías.

Leer más: Nodal tomó una contundente decisión tras las denuncias de acoso sexual a Pedro Brieger

A partir del 7 de octubre, ¿cómo se atrevirá ese viejo feminismo a alzar la voz por las mujeres si han fallado en el momento más extremo y masivo de violencia de género? ¿Cómo levantarán la voz por cualquier causa si callan ante el dolor de centenares de mujeres judías agredidas? ¿Cómo harán pedagogía contra la violencia de género si la han banalizado y negado en la más grave de las agresiones? ¿No es el feminismo que alzó la voz por las sufraguistas en el 19 o la que luchó en las sociedades modernas por conseguir derechos para las mujeres, ni el que avanzó en cambios legales para condenar la violencia de género?

Muy al contrario, este feminismo es dogmático, ideológico, claramente antisemita. Por ello, es incapaz de ejercer la única solidaridad posible, la que defiende a las víctimas sin matices. En lugar de abandonarlas. Las mujeres judías violadas continúan siendo mujeres y violadas, pero el feminismo las ha reducido a su condición de judías y las ha rechazado. Al hacerlo se ha herido de muerte. Hoy no existe el feminismo como lo conocíamos, solo un engendro hiperideológico que, en su derivada dogmática, ha acabado siendo símbolo cómplice de la maldad. Acuso al feminismo, acuso a los MeToo, acuso a todos ellos. Han dejado a las mujeres judías agredidas abandonadas y, haciéndolo, se han destruido»

Am Israel Jai

DEJAR UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí