“Me hacían mucho daño”, dijo al canal de noticias 12. “Cuando cambiaban los vendajes, cuando querían ver las heridas, me causaban dolor a propósito. [El médico] usaba cloro, alcohol y, a veces, incluso algo como vinagre de sidra de manzana, y lo vertía en [la herida] y aplicaba presión”, reveló.
Todavía hay 115 rehenes bajo el cautiverio de los terroristas palestinos. pic.twitter.com/vXhZiqo1i4
— Acción y Comunicación sobre Oriente Medio – ACOM (@ACOM_es) July 30, 2024
En la entrevista, Regev dijo que, un día, el médico tomó un pequeño cuchillo y comenzó a cortar la carne expuesta en la herida, ignorando sus súplicas de que parara.
“Quise darle una patada en la cara, pero él tenía una pistola y yo no tenía nada, así que me callé”, dijo, añadiendo que en un momento dado temió que los médicos fueran a amputarla.
“Cuando me cambiaban los vendajes me ponían ketamina y petidina por vía intravenosa para que no gritara. Pero no son analgésicos, son relajantes musculares. Así que no podía reaccionar, pero podía sentir todo”, dijo durante la entrevista.
Regev, de 21 años, fue secuestrada junto con su hermano Itay , de 19 años, y sus amigos Omer-Shem Tov y Ori Danino del festival de música Supernova el 7 de octubre, cuando miles de terroristas liderados por Hamas irrumpieron en la frontera con Israel, asesinando a unas 1.200 personas y tomando 251 rehenes, en su mayoría civiles, muchos de ellos en medio de actos de brutalidad y agresión sexual.
En el festival de música, los terroristas masacraron a 364 personas, violaron en grupo a otras y secuestraron a docenas y las llevaron a Gaza, entre ellas a los Regev, quienes recibieron disparos en las piernas cuando intentaban escapar de la carnicería.
Los hermanos estaban entre los 105 civiles liberados durante una tregua de una semana a finales de noviembre, después de semanas de cautiverio en Gaza.
Cuando se le preguntó cómo logró superar la terrible experiencia, Regev respondió: “Tenía dos opciones. Podía tumbarme en el colchón y llorar por lo mucho que echaba de menos a mis padres, por haber recibido los disparos, por estar en cautiverio y ser una víctima. O podía levantarme y luchar. Y creo que, al final, eso fue lo que me salvó”.