El mundo se conmocionó este martes por la ola de pagers explosivos que dejó al menos once muertos y cientos de heridos en el Líbano, en su mayor parte miembros de Hezbollah, pero esta no es la primera vez que se usan en la región aparatos portátiles contra el terrorismo.
Desde el Líbano los dedos apuntan hacia los servicios secretos de Israel, y algunas fuentes en Beirut aseguran que los pagers tenían en su interior veinte gramos de explosivos «preinstalados».
En el caso de la ola de estallidos en los bolsillos de los miembros de Hezbollah, el medio de ataque fueron miles de pagers o beepers, una tecnología que quedó pasada de moda tras la llegada de los celulares, pero que los islamistas siguen usando por razones de seguridad.
Pero en un célebre antecedente, el «arma» usada para eliminar en la Franja de Gaza a un alto jefe del grupo fundamentalista Hamas fue un teléfono celular propiamente dicho.
Se trata del caso de Yahya Ayyash, conocido como el fabricante de bombas en jefe de la organización islamista.
El que a hierro mata…
Ayyash murió en su ley: una minúscula carga explosiva colocada en el teléfono portátil lo dejó sin vida al estallar el 5 de enero de 1996 en Beit Lahia, en el norte del enclave palestino.
La operación, llevada a cabo por el Shin Bet, el servicio de inteligencia interior de Israel (el más famoso Mossad, por su parte, se desempeña en el exterior), involucró una larga e intensa preparación.
Según las distintas fuentes que aportaron al rompecabezas de esta historia, agentes del Shin Bet se acercaron a Kamil Hamad, el tío de Osama Hamad, un amigo de la infancia de Yahya Ayyash.
La inteligencia israelí supo que el ingeniero de bombas de Hamas iba a visitar a Osama en Gaza, y le propuso a Kamil Hamad hacerle llegar a Ayyash un teléfono portátil sin crear sospechas, a cambio de dinero, según algunas de las versiones.
Los agentes israelíes le dijeron a Kamil que el teléfono llevaba un micrófono para escuchar conversaciones de Ayyash, considerado responsable de explosiones que mataron a decenas de civiles israelíes en autobuses y en estaciones de omnibus.
Pero no le informaron que el teléfono llevaba adentro quince gramos de RDX, un poderoso explosivo. Kamil Hadad le dio el teléfono a su sobrino, Osama, sabiendo que el líder de Hamas solía pedírselo prestado.
Espías en al aire, comandos en tierra
A las 8 de la mañana, hora local, de ese 5 de enero, llegó una llamada para Yahya Ayyash. Era su padre, y el fabricante de bombas atendió. Aviones espías israelíes que sobrevolaban Gaza captaron la conversación y pasaron los datos a un comando en tierra.
Una vez que se confirmó que era Ayyash quien tenía en celular al oído, los agentes israelíes activaron de manera remota el explosivo, matándolo en el acto.
Lamentablemente, la dirigencia de Hamas ordenó una serie de cuatro atentados suicidas como venganza de uno de sus jefes, que terminó costando la vida de setenta y ocho israelíes.
En cuanto a Kamil Hadad, se sabe que desapareció de Gaza sin dejar rastros, aunque algunas versiones señalan que recibió un millón de dólares por su cooperación y visa de entrada para Estados Unidos.
Un antecedente de los años ’70
Además del asesinato de Ayyash, existe otro antecedente de «muerte con teléfono» en la historia del Medio Oriente, aunque se trata de un aparato convencional, no portátil.
Como parte de la operación para acabar con los terroristas palestinos responsables de la matanza de los juegos olímpicos de Munich 72, agentes israelíes detectaron a uno de ellos, Mahmoud Hamshari, en París.
Hamshari, representante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Francia, tenía en su casa parisina un bonito teléfono con base de mármol.
Tal como se puede ver en la película Munich (2205), de Steven Spielberg, efectivos del Mossad entraron al apartamento del líder palestino y cambiaron la base original del teléfono por otra similar, pero cargada con explosivos.
El 8 de diciembre de 1972, pocas semanas después de la matanza de setiembre en Munich, donde murieron once atletas israelíes, Hamshari atendió el teléfono y el Mossad activó el explosivo.
Resultó gravemente herido y murió el 9 de enero de 1973.
Fuente: Israel Económico.
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