Ya es una realidad el mural del Hospital Israelita

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Cuando Sergio Saposnic nació, estaba en Floresta. Después de unas cuantas mudanzas, por fin logró cruzar Nazca, como los hebreos el Mar Rojo, y de ese modo logró escapar del taller familiar de Gaona, bastión que su zeide Berl había levantado tras escapar de la Europa antisemita. Es que a sus jóvenes quince años, Sergio ya había comprendido que las tuercas y esas cosas no eran para él. Propios y ajenos, especialmente su mamá, vieron en su abrazo a la cultura una huída desesperada del Egipto de chapa y pintura más que un apasionado amor por las letras.

Saposnic es el autor del libro Hospital Israelita Z, la historia de un legendario hospital abandonado, un plan secreto para restaurarlo y un casino clandestino que lo complicará todo.  Tan involucrado está con el querido hospital que decidió  homenajearlo en su propia terraza, la misma que ahora está impedida de ver sus techos por un enorme edificio que se levantó.

Esta es su carta de homenaje al Hospital y al mural que se pintó en su propia terraza

«Años atrás, mi terraza había sido el territorio de la pelopincho, pero el domingo fue una fiesta. Inauguramos el mural del hospital Israelita y lanzamos la tercera edición de mi novela, ahora con tapa nueva. Fue un día verdaderamente glorioso. La brisa impagable nos acarició y nos transportó al jardín del edén, pero sin movernos del barrio. ¡Incluso el ruido del 106, a paso dominguero, se convirtió en música celestial!

Lo que nació como mishigás (locura) se convirtió en épica, una realidad que se puede ver y tocar. Hasta hace cinco años desde mi terraza podía ver los techos del Israelita, pero una torre (yo le digo el transatlántico) me robó esa vista. En el mural están mi protesta y mi resistencia frente a ese despojo. Podrán decir que soy un meshíguene (loco), pero no soy el único.

Leer más: «Hospital Israelita Z»: se presenta el libro de Sergio Saposnic

Durante la tarde del gran evento, mi terraza se transformó en un oasis de arte y conversación. El mural del Israelita, creado por el talentoso Ezequiel Semo, ¡quedó espectacular!

Chagall pintó su aldea y Semo, la nuestra, y nosotros, como las figuras voladoras del ruso, fuimos las personitas suspendidas entre el cielo y la tierra, en mi terraza.
El sol de Gaona bañaba todo con la luz de un diciembre suave a las seis de la tarde.
Semo andaba entre los invitados explicando con pasión sus técnicas y secretos para crear. La atmósfera estaba impregnada de una serena alegría, como si el arte y la amistad hubieran conquistado el espacio y lo hubieran llenado del regocijo de entender que los pájaros que pueblan los cables de la luz son del color del asfalto y que la vida te regala milagros: esquivar una baldosa floja después de la lluvia, levantar la vista de una página de Philip Roth y ver cómo acribillan a Hitler en Bastardos sin gloria y sentir que por un momento hay justicia.
Y, como si fuera poco, Ale, mi encantadora mujer, fue la anfitriona perfecta. Recibía a los invitados con su calidez y hospitalidad, y hacía que todos se sintieran en casa. Fue como si la propia felicidad hubiera descendido para unirse a la celebración. Knishes, pletzalaj, charla y arte, y quién sabe, tal vez, incluso, el recordatorio de que la humanidad y el arte presentes en los balcones y las esquinas del barrio esperan ser descubiertos. Y no se preocupen, ¡aquí no hay lugar para los antisemitas!

9 COMENTARIOS

  1. Nací en Gaona al 3700, el único edificio de Gaona y Cuenca, casi al lado del antiguo Banco Río, a 3 cuadras del hospital,mi abuelo se atendía en el Hospital Israelita y allí habían muchísimos médicos de renombre, nunca me fuí del todo del barrio, porque vivo cerca y siempre por alguna razón vuelvo, cuando lo veo al hospital y veo el abandono, se me estruja el corazón! Una pena … Cuánta nostalgia…

  2. Recuerdo cuando fui a dar sangre para la bove de mi amigo Frichi. Y cada vez que paso pienso si no habrá alguna forma de revivirlo y ponerlo al servicio de la comunidad toda. Ojalá se pueda lograr

  3. No veo porqué no puede volver a ser otra vez un hospital La comunidad necesita y creo que de acuerdo con lo escuché de no judíos también opinan que deben repararlo Es una pena que esté abandonado un espacio tan grande y tan bien ubicado

  4. Que esté cerrado ese hospital de la comunidad es un crimen, tantos médicos formados allí. Tantos han pasado por allí. Se ha perdido ese sentido de unión y solidaridad.

  5. Mi padre (Dr. David Spunberg) trabajó en el Hospital durante varias décadas. El Hospital Israelita fué a lo largo del siglo pasado un ejemplo de excelente atención a los pacientes. Fué una pena observar su deterioro y decadencia.

  6. Nací en el idish shpitul.. En nazca en 1955..y me atendí con profesionales de primer nivel toda mi infancia.. Es inexplicable q tías los hospitales de las comunidades gastan crecido y solo la nuestra.. Tan pujante.. Emprendedora.. Con tantos médicos de primer nivel.. Empresarios exitosos en todos los rubros tenga semejante fracaso con el hospital Israelita

  7. Hace 82 años nací en ese tan recordado hospital y 51 que nació mí hija menor. Vivía a 3 cuadras y recuerdo todas las atenciones que tuve, con excelentes profesionales
    Una pena grande no se restaure, pasar por allí y verlo tan abandonado de estruja el corazón

  8. Mi padrevllegadocsin dinero deceurooa se opero de hernia en ese hospital No tenían analgesics fuerte se infecto ka heruda esto por 1951 . Mi hermano mario 79 y yo 73 nacinos ahí. Yo tuve el parto de mi 2da hija gaby ahí porque me recomendaron el medico Dr pantirer labone los homorariis del hospital y médicos ,pero una madre que dio a luz tiene hambre solo danan sofa y pizza era lamentable decada78 ya el hospital data lastima las distintas dirigencias fueron muy corrupts abanndonaron las ideas de solidaridad comunidad y así se derrimbo una obra como tantas otras que fundarom judíos altruistas

  9. Corrupción desde el proncipio fue creada con altruism como tantas escuela templos y luego los sucesivos dirigentes robaron donaciones manejaron con fines propios sus areas VERGUENZA

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