En la madrugada del domingo 25 de mayo de 2025, falleció Ángel Mahler, compositor, productor y director de orquesta, luego de una dura batalla contra un melanoma metastásico que avanzó rápidamente en su cuerpo desde que fue internado el 29 de abril por una grave descompensación derivada de un derrame pleural. La noticia fue confirmada por su entorno desde las redes sociales oficiales: “Se fue en paz, acompañado por el amor de su familia”.
Muy cercano a la comunidad judía, de la que fue parte de numerosos eventos organizados por la DAIA y otras organizaciones. Uno de sus amigos era Víctor Garelik, director ejecutivo de la DAIA, quien lamentó profundamente ésta rápida partida: «Ángel tenía ese predicamento sobre las personas que pocos tienen. Humilde, creativo, sensato, buen amigo, cariñoso, talentoso, lo vamos a extrañar mucho. Acompañé a Angel dia a día en su último tramo, luchó mucho, pero lamentablemente falleció hoy a las 3 am. Mi pésame a su esposa Dolly, a sus dos hijos, a sus hermanos y a todos los que alguna vez lo conocieron».
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“Lo mejor está por venir”, decía el estado de WhatsApp de Mahler. Una frase que parecía flotar entre los pentagramas de su vida. La pronunció con convicción en una entrevista con Teleshow tres años atrás, en medio de una etapa intensa de trabajo y renovación. Era fiel a su propio credo artístico, a esa inercia vital que lo empujaba siempre hacia adelante, aun después de tres décadas con el mismo título: Drácula.
El niño que a los siete años se maravilló con una ópera en el Teatro Colón, llevado de la mano por sus padres, nunca abandonó esa mirada encantada. “Lo que descubrí me volvió loco”, recordaba. Ellos querían que fuera ingeniero; él, en cambio, les confesó que no podía traicionar lo que ya ardía en su interior. “Me apoyaron totalmente, aún sin saber cómo iba a vivir”, decía, agradecido.
También fue ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, cargo que aceptó con la misma entrega con la que dirigía una orquesta. En cada función, cuando levantaba la batuta y escuchaba el primer acorde, sentía una certeza: “Qué fantástica fue mi vida”.
“Insistir”, repetía como una clave. No rendirse. No dejar de jugar. Porque para él, la música no era solo trabajo: era juego, infancia prolongada, territorio de libertad.
Hoy Damián y Emanuel, sus hijos, lo despiden. A ellos les transmitió no solo una pasión, sino una forma de entender la vida. “A los chicos les digo que escuchen reggaetón, pero que también vayan a ese lado que me hizo feliz”.
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La noticia del fallecimiento de Ángel Mahler me llena de profunda tristeza. Su legado en el teatro musical argentino es inmenso y su partida deja un vacío difícil de llenar. Mis condolencias a su familia y seres queridos. Que su música siga inspirando a futuras generaciones.