En algunos medios identitarios, se ha considerado esta declaración excesivamente moderada y hasta políticamente correcta. Marine Le Pen no ha pronunciado una sola vez la palabra yihad y sólo ha mencionado al islam al final de su alocución para, en cierta manera, inocentarlo en relación a los crímenes cometidos en su nombre. Condena el “islamismo radical”, el “fundamentalismo islámico”, pero no va más allá… Algunos consideran que la alusión a los orígenes diversos de los franceses sobraba. En cuanto al objetivo del atentado, éste ha sido algo más que la libertad de prensa o de información: ha sido la Francia europea, cristiana y occidental la que ha sido atacada. No se trata de una acción punitiva contra un blanco concreto por un hecho puntual, es sin duda el inicio de una ofensiva yihadista con la finalidad de conquistar el poder. Que lo logren o no, esa es otra cuestión. Esta guerra apenas empieza, y nada está escrito. De cualquier modo Francia (y pronto el resto de Europa) ya está dentro de eso que llama Samuel Huntington en su libro “El choque de civilizaciones”, “las fronteras sangrientas del islam”.
“Queridos compatriotas
Francia está en duelo, golpeada por un terrible atentado perpetrado en pleno corazón de Paris, en los locales de Charlie Hebdo.
Nuestro país no había conocido un acto tal de barbarie desde hace décadas. La nación se encuentra unida en la condena de este odioso atentado y comparte el dolor de las familias. La nación está unida para proclamar su apego visceral a la libertad de información y la libertad de prensa, que han sido evidentemente atacadas.
Pero la nación está unida para decir que nosotros los franceses, sean cuales sean nuestros orígenes, no aceptamos que atenten contra nuestras vidas y nuestras libertades. Porque ese es su objetivo: poner en peligro nuestras vidas y nuestras libertades. Pero tenemos la suficiente lucidez para ver que esos atentados que golpean a nuestro país no son la consecuencia de la fatalidad. Son la obra de hombres a menudo aguerridos y entrenados. Son el resultado de ideologías asesinas que hacen, en estos mismos momentos, miles de muertos en todo el mundo.
El objetivo de estos actos bárbaros es el de aterrorizar, de paralizar por el miedo para someter o censurar. E incontestablemente, después de este acto que ha traumatizado a la nación entera, el miedo se hace presente. Es mi responsabilidad decir que el miedo debe, por el contrario, liberar la palabra frente a los fundamentalistas islámicos. No hay que callarse, hay que empezar por atreverse a nombrar aquello que ha ocurrido, no temer pronunciar las palabras exactas: se trata de un atentado terrorista cometido en nombre del islamismo radical.
El tiempo de la negación, de la hipocresía ya no es posible. El rechazo absoluto del fundamentalismo islámico debe ser proclamado alto y claro por todos los que aprecian la vida y la libertad, los valores más preciados. Mirar las cosas de frente será tomar el camino de una acción eficaz y protectora.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Cuál ha sido el recorrido de estos asesinos? ¿Cuál es la extensión de la redes del islam radical en nuestro país, su financiación? ¿Qué países las respaldan? Las preguntas son muchas y legítimas. Este debate deber tener lugar, nada debe obstaculizarlo.
Hay que hacer las preguntas pertinentes y aportar las respuestas francas y claras. Hay que poner en marcha los medios para proteger nuestro país y nuestros compatriotas. Ese es un derecho para todos los ciudadadanos, pero sobre todo es un deber para todos los políticos. En lo que a mí respecta, estoy decidida a asumir esta imperiosa responsabilidad para permitir a Francia defenderse frente a esta guerra que le ha sido declarada.
Por fin, quiero subrayar que nadie desea que se haga una confusión con respecto de nuestros compatriotas musulmanes apegados a nuestra nación y a sus valores y los que asesinan en nombre del islam. Pero este evidente rechazo a confundir las cosas tampoco puede ser la excusa de la inercia o de la negación de la realidad. Éste sería el peor favor que se le pudiera hacer a los franceses, sean cuales sean.”
Fuente: Diario Judío
Marine Le Pen es una abogada y política francesa de extrema derecha, presidenta del Frente Nacional, candidata por este partido a las elecciones presidenciales de 2012. Es hija del anterior presidente del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen