La periodista de espectáculos del diario La Nación, Alicia Petti, dialogó en exclusiva con la CADENA JUDÍA DE INFORMACIÓN VIS A VIS sobre el fallecimiento de Daniel Rabinovich, uno de los creadores del grupo Les Luthiers. Desde la emoción y el corazón la reconocida periodista gráfica contó una anécdota que vivió en el Teatro Colón con él; ponderó su trabajo y el del grupo por el humor «inteligente, de buen gusto y de calidad» que le siguen transmitiendo a muchas generaciones de personas. Además, calificó a Rabinovich como un «hombre de la cultura» fuera y dentro de los escenarios.
– Cuando le digo Daniel Rabinovich, ¿qué se le viene a la mente?
– Tristeza para empezar porque cuando muere un artista, por lo que tiene el significado de la palabra, no dije ni actor ni humorista. El artista es un hombre de la cultura y Daniel Rabinovich lo era. Fue uno de los integrantes del conjunto humorístico más fantástico que tuvo Argentina, que durante tantos años lograron lo que es tan difícil… hacer reír, y además de la mejor manera. Lo que distinguía al conjunto era la inteligencia, el buen gusto y la calidad. Les Luthiers tuvo fundamentalmente a dos personajes protagónicos, uno era Marcos Mundstock, y otro es nuestro querido Daniel Rabinovich, un hombre que tuve el placer de conocer y de hacerle varias entrevistas. Él era como se lo veía en el escenario: alegre, divertido, ocurrente, atento y educado. La verdad que por lo joven que murió uno siente a veces, como decían nuestras abuelas, que «no era para este mundo».
Cuando se reiniciaron las actividades en el Teatro Colón me tocó hacer una recorrida que invitaron a algunos famosos y a periodistas para ver cómo iba quedando el teatro después de las refacciones, y yo estuve en un grupo en el que estaba Rabinovich junto a su esposa. Se pegó a mí e hicimos el recorrido juntos, y ahí tuve la posibilidad de valorar lo que yo lo aplaudía y me divertía sobre el escenario. Además, como tantos argentinos, tengo sus discos porque el humor de ellos es omnipresente. Yo me puse a pensar cuántas frases las seguimos acuñando en nuestra vida cotidiana; cuando vemos una cosa fea en la calle que decimos «semo lo colectiveros». Rabinovich había declarado que sus monólogos no los escribía, esos textos tan corrosivos, inteligentes, urticantes y por sobre todo, hilarantes. Era el mejor decidor de esos textos tan realistas y que nos tocaban a fondo a los argentinos.
– Desde ayer en todos los medios de comunicación se está hablando de él ¿por qué piensa que se generó esta situación?
– Hoy hay «cadena nacional» sobre su muerte y me parece justa. Un hombre que fue un gran artista y que hizo lo más lindo que le puede tocar desde un escenario a una persona que es hacer reír y pasar los momentos más gratos. A veces en televisión aparece cada figura deleznable desde lo político y lo artístico, y esta gente realmente marcó un camino e hizo un humor diferente. Por eso el éxito de Les Luthiers en todas partes del mundo de habla hispana ya que llegaba a todas las edades y a las distintas clases sociales. Por un lado tengo toda la tristeza de haber perdido a alguien irrepetible, no va a haber otro Daniel. Pero por otra parte, es importante que haya sido tapa de todos los diarios, que esté toda la televisión organizando especiales, y espero que siga. De alguna manera, como el conjunto va a seguir la presencia de Daniel va a estar siempre iluminando el camino de sus compañeros. Mis sentimientos hoy son encontrados, y que el humor esté triste no es lo más agradable. Se fue un gran artista que no va a ser olvidado, porque los grandes siempre siguen viviendo, sobre todo, cuando dejan una obra tan importante como lo que dejó Daniel Rabinovich.
– ¿Cuánto influyó el humor judío en los monólogos que realizaba Rabinovich?
– Muchísimo. Lo hizo tan cotidiano de una manera tan sutil que muchos de nosotros, que no somos judíos, aprendimos a quererlo, admirarlo y a descubrir que es un humor tan singular y tan atractivo. Le debemos también eso, el de introducirnos a un mundo a los que no somos de esa religión, y estar esperando el momento que hacía alusión a esa salida tan creativa.
– En general, hoy se prefiere el humor más vulgar y explícito, pero desde el día de ayer en las redes sociales hubo una explosión de comentarios y videos recordando a este artista, ¿cómo se explica?
– La gente hoy día prefiere, a lo mejor, esas cosas terribles, guarras y de tan mal gusto que desgraciadamente se ve mucho en la televisión aunque algunas veces, también, en algún tipo de cine. Pero los Les Luthiers llenaban la sala del Grand Rex, y yo que he estado en distintas presentaciones, incluso en la última, ese teatro ha estado siempre lleno para ellos, y así pasó en España y en otros países latinoamericanos. Lo que pasa es que algunas veces la gente dice: «No, porque eso no gusta». Este conjunto puso sobre el tapete que lo bueno, si estaba bien hecho, cuidado y elaborado, va a tener tanto éxito como esa guarrada, que denostamos desde ya. Ellos nunca cedieron ante ese tipo de presiones.
– ¿Cómo se entiende esa dicotomía de la sociedad?
– Creo que cuando se da una cosa bien hecha con altura y con inteligencia la gente no tiene más remedio que sucumbir porque no deja de ser atractivo. Los espectáculos de ellos son diferentes, es esa mezcla de la inteligencia, el humor judío, y del cuidado.