Musulmanes y cristianos, por una cultura del encuentro. Por Federico Pinedo

Mientras volaba de Beirut a Ezeiza, en la ciudad que acababa de dejar, dos bombas de una facción islámica dejaban medio centenar de personas muertas y familias desahuciadas. Al día siguiente, siete atentados del mismo grupo en París asesinaban más de cien proyectos personales y sociales de vida, de creación, de arte y de amor. Todo tiene que ver con la guerra en Siria.

Allí, en el Levante, así llamado porque desde esa costa mediterránea el sol se alza cuando miramos las cosas desde Italia, se libra una nueva batalla del combate de varios siglos por el control del islam. Los del sector sunnita, mayoritario y respaldado por los petrodólares de Arabia Saudita, se enfrentan a los chiitas, apoyados por Irán. Si hubiera un solo jefe de la fe de Mahoma, dominaría pueblos en los territorios de los antiguos imperios otomano, persa y árabe, Turquía, Asia Central, la península arábiga, Pakistán, parte de la India, China y Rusia. Los combatientes sunnitas arman y desarman grupos y siglas con ese propósito: Al-Qaeda, el Nusra, el Daesh, Isis, Estado Islámico. Los de la Shía tienen a su vez un movimiento político y social con un brazo armado en Líbano, Hezbollah, de fuerte vínculo con la teocracia iraní. A pesar de ser libanés, Hezbollah combate en Siria del lado del dictador Bashar Al-Assad, contra los sunnitas. Por eso Beirut sufrió los atentados criminales de hace unos días en sus barrios controlados por la milicia chiita.

En el vecino país, Siria, tras casi dos años de idas y vueltas de los norteamericanos que decían combatir tanto al dictador chiita Al-Assad como a los sunnitas de Estado Islámico, el zar ruso atacó con dureza y precisión a estos últimos. Putin decidió defender a Al-Assad, hijo de otro dictador militar formado en Rusia. En el terreno, todos están felices con la acción decidida y efectiva de Putin, a la que comparan con la falta de éxitos estadounidenses. En realidad no todos se alegran, pues algunos sabios del Líbano temen que el ataque ruso a Estado Islámico sea percibido como una ofensiva cristiana. Así lo perciben muchos rusos y los sunnitas que hicieron los atentados en la ciudad de París, a la que seguramente identifican con el cristianismo.

Como se puede ver por lo insólito de las alianzas libanesas, las fuerzas del enfrentamiento son tan fuertes como las de la convivencia. Competencia o cooperación es el gran dilema del ser humano y sus motivaciones son la confianza y la desconfianza. Si se construye confianza, sea con quien sea, se coopera.

Presidente del bloque Unión PRO de la Cámara de Diputados

Fuente: La Nación

 

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