A comienzos de la década del 80, los hooligans eran una plaga en Europa. Y mientras la plaga copaba club por club, hubo uno que emergió como estandarte de la resistencia: el St. Pauli, en las afueras de Hamburgo. Ese club decidió no permitir la inserción de los mismos y adoptar una fuerte postura antifascista.
Esto tuvo que ser acompañado por un cambio de objetivos: la principal misión dejó de ser el fútbol y se convirtió en la búsqueda de igualdad para todos, sin importar el color de piel, el sexo o su orientación sexual. Y en lo que respecta a esos ideales, predicaron con el ejemplo: entre 2002 y 2010 fue presidido por Corny Littmann, un director de teatro abiertamente homosexual.
Gracias a la influencia del punk y por estar ubicada en una de las zonas rojas más famosos de Europa, se formó una ideología anarquista desde los altos directivos hasta los simpatizantes. La cantidad de hinchas se multiplicó con la estrategia encarada. Había 1600 simpatizantes en los años 80. En estos tiempos, cuentan que sus ‘ultras’ llegan a más de 10 millones, abarcados en buena parte en las 280 filiales o peñas, tal como se las conoce en Argentina, que tiene el St. Pauli.
Milita en la Segunda División, y tuvo diversos pasos por la Bundesliga. La última temporada que jugó en la máxima categoría fue en la 2010/11. La estrategia de marketing y de militancia por los más necesitados o parados en sus ideales, hizo que sus fanáticos se multiplicaran. Por ejemplo, cuando el Estado intentó poner una estación de policía dentro del estadio, el club se opuso. Rápidamente diseñaron un museo, y lo inauguraron. Otra movida que se llevó muchos flashes fuela colocación de dispensers de agua potable en escuelas de Cuba.
El St. Pauli es extraño hasta en su escudo, sus lemas o banderas. Su escudo oficial, generalmente está acompañado por una calavera pirata, en relación a la ubicación portuaria del club. Los hinchas adoran la imagen del puño golpeando a la esvástica, donde se lee: “Hinchas del St. Pauli en contra de la ultraderecha”.
En la misma ciudad, en el estadio «Hein Klink Sportplatz», donde juega de local el pequeño equipo Billstedt Horn, hubo un descubrimiento que dejó boquiabiertos a todos y marcó las distancias entre un equipo y el otro: Una gigantesca esvástica emergió apenas 40 centímetros bajo tierra.
El siniestro símbolo es muy grande: mide cuatro metros. La excavación en la zona se dio porque será justo allí donde estarán emplazados los nuevos vestuarios del club. Una pala mecánica se topó con el descubrimiento, mientras realizaba los trabajos necesarios informa Doble Amarilla.
Ahora, el símbolo deberá ser destruido con martillos neumáticos. Así lo dejó claro el propio club, que disputa la liga regional llamada Bezirksliga. Ahora, ¿por qué estaba allí el tradicional símbolo nazi? Según informó el club en un comunicado, es parte de un viejo monumento que quedó sepultado por el terreno del estadio. Será reducido a pequeños trozos y será removido para siempre.
Mientras todos se escandalizan por el hallazgo en el estadio del Billstedt Horn, el St. Pauli inflan el pecho, por haberestado en la misma ciudad combatiendo al nazismo desde las reglas internas del club.