Bnai Brith Internacional se fundó en 1843 y es reconocida como una de las entidades más antiguas de la colectividad judía, que se encarga de fortalecer las comunidades judías a través de acción social, derechos humanos, etc. En la Argentina inició sus actividades en 1930.
En la actualidad, esta entidad internacional con representación permanente en Naciones Unidas, OEA, UUNESCO y Consejo de Derechos Humanos en Ginebra desarrolla diferentes actividades; entre las más destacadas se encuentra el diálogo interconfesional. En lo que respecta a ayuda social, hace más de 50 años funciona en la sede de la entidad un «club de no videntes» abierto para toda la comunidad y, además, a través de la firma de un convenio con la Fundación OSDE realizan una campaña de donación de medicamentos, alrededor de 700 mil, que son enviados desde los Estados Unidos, y que Bnai Brith Argentina se encarga junto con OSDE de repartirlo a todas las provincias que integran el territorio argentino.
En una entrevista exclusiva que realizó Vis á Vis con el director ejecutivo, Lic. Gabriel Salamón, y el vicepresidente, Dr. Daniel Sporn, en la sede de la institución, en Barrio Norte, hablaron acerca de un proyecto nuevo que viene impulsando la entidad para fomentar a que personas de 36 años en adelante tengan un marco de pertenencia y referencia judío donde puedan no sólo socializar sino también darle un lugar a una franja etaria «desatendida» en la comunidad.
– Gabriel, estás hace ya un año en el cargo, más allá de la misión que tiene la institución, ¿qué tema te propusiste encarar?
– Gabriel Salamón (GS): Acá se hizo un trabajo previo en conjunto con la Comisión Directiva de poder hacer una evaluación de oportunidades, fortalezas y qué áreas de oportunidad. Tenemos contacto también con otras sedes de Bnai Brith en Latinoamérica, pero una característica de la comunidad judía argentina es que hay muchas ofertas de todo tipo. Teniendo en cuenta que los recursos son escasos, como la mayoría de las organizaciones sociales, necesitábamos ver en qué focalizarnos. Identificamos que la franja etaria que va desde los 36 años en adelante está bastante desatendida dentro de la comunidad judía, salvo ofertas en las instituciones socio-deportivas que también están más focalizadas a la familia, incluso dentro del mundo religioso más ortodoxo hay mucha oferta, pero llega hasta los 32 o 33 años. Siempre con la premisa de la continuidad y qué valor le podemos agregar a la continuidad de la vida judía en nuestro país. Comenzamos realizando dos actividades con concurrencia masiva, al principio con adultos que van desde los 36 a 56 años. Queremos que un joven que tenga de 36 años en adelante sepa que en Bnai Brith hay actividades para desarrollarse: en principio tiene un espacio de pertenencia judío laico y diverso, un espacio propicio para encontrar amigos, pareja o encontrar un marco de desarrollo profesional. Hoy tenemos dos grupos armados, con perfiles distintos de entre 36 y 50 años. También tenemos un grupo de +50 con un perfil de participantes solteros o separados. Hace ya tres años hay un grupo de jóvenes con hijos, 15 familias, que con mucho compromiso vienen viernes de por medio. Hoy tenemos tres grupos, tratamos de darle la mayor frecuencia de actividades, estamos haciendo dos actividades por mes y difundimos todo por Facebook, Mail o listas de difusión en Whatsapp, a partir del interés de las personas que se van acercando a los grupos. Nos gustaría que la comunidad sepa que en Bnai Brith hay un marco pensado y preparado para los intereses de esta franja etaria que ya mencionamos.
Daniel Sporn (DS): Estamos empeñados en generar un cambio en relación con la juventud, porque un poco el diagnóstico es que las instituciones judías, como muchas otras entidades, vienen funcionando con un modelo que fue muy útil para el Siglo XX y, ahora, tratar de repetir ese modelo en el Siglo XXI creo que es parte de lo que nos preguntamos de por qué los jóvenes no participan. El desafío es identificar los intereses y las herramientas para poder acompañar esos intereses que tienen que ver con el aporte de tecnología e innovación, que realmente atrae. Hoy no sirve hablarles a los jóvenes de lo mismo que nos hablaban nuestros padres. Hay toda una tarea por delante. La internacionalidad de Bnai Brith está atrayendo mucho a los jóvenes, y realizamos encuentros con jóvenes de Chile, Uruguay, Perú, etc. Todos esos intercambios y acercamientos que se pueden hacer por vía tecnológica han generado mucha expectativa. Creo que hay que apostar a la innovación y a los intereses de esta época.
– ¿Cómo se genera un modelo de conducción del siglo XXI si las instituciones son del siglo XX?
DS: Por un lado, con modelos y trabajo. Para eso hace falta profesionalizar las instituciones. Hoy se requieren presupuestos que antes no se requerían porque el voluntariado solo no alcanza. Las herramientas que hacen falta utilizar hay que proveerlas y compartirlas con profesionales. No hay ningún tipo de tarea que no incluya una preparación: el ser dirigente también requiere de preparación. Hay gente que tiene muchas más condiciones, talento y liderazgo innato, pero el liderazgo también se forma. Estamos detrás de eso.
GS: En otras épocas no había lugar para que los jóvenes se vayan sumando a la mesa directiva, que escuchen, que puedan participar de una reunión de Comisión Directiva y tener una agenda común. Eso va a facilitar que se sientan parte, que se apropien de la institución y que no solo sean usuarios de actividades. Otra de las características de esta entidad es la autogestión, es un valor que atraviesa a toda la gestión. Acá hay muchos grupos que históricamente tienen participación y tienen modelos de autogestión (N. de la R.: en el reportaje comentaron que hay un grupo de jóvenes interesados en desarrollarse políticamente y que se encuentran participando activamente en las reuniones de Comisión Directiva e interiorizándose más acerca del trabajo social que lleva adelante nuestro país. En un futuro, según comentaron, esperan que estos jóvenes puedan sumarse a la Comisión Directiva).