Amital Perry es la agregada de Diplomacia Pública y vocera de la Embajada de Israel en Argentina. La historia de vida de su madre es para el guión de una serie, aunque el drama vivido por más de 850 mil familias que tuvieron que irse de los países árabes no es ficción, sino una cruda realidad.
Lo que cuenta Amital es una triste y dramática realidad de desarraigo y miedo, pero que hoy deja un importante e imborrable legado: el contar la historia de esa familia conformada por sus abuelos y sus ochos hijos.
Amital tuvo la gentileza de abrirse y dialogar con el Director de Vis á Vis, Gustavo Szpigiel, acerca de esa misma familia que hoy tiene a una integrante de los suyos como parte de la cancillería israelí.
Su madre dejó Alepo a los 14 años, pero Amital conserva en su poder la llave de la casa que tuvieron que abandonar sin que se enteren sus vecinos. Sueña con la posibilidad de que algún día, ella o alguien de su familia, puedan volver a abrir esa puerta.
La expulsión de comunidades judías enteras del mundo árabe es una parte esencial de la historia judía moderna. Esto afectó profundamente al pueblo judío y a la demografía de Medio Oriente y África del Norte en su conjunto.
En un momento en que se ha llegado a Acuerdos de Paz entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán, entre otros, se espera que en el futuro más países aborden el tren de la Paz y esa puerta pueda ser abierta nuevamente por Amital y su familia.
Así comienza esta historia:
Nura, Nur Levi, nació y creció en Alepo en los 50’s y 60′. Era hija del cantante de una sinagoga en Alepo, la quinta hija de ocho. Estudiaba en el colegio Francis para chicas y cada mañana iba a la escuela con su mejor amiga, la vecina Amal.
Amal era muy amiga, ya que sus padres también eran amigos de los padres de Nura. Las puertas de las casas siempre estaban abiertas, las madres cada tarde se sentaban en su cocina, cortaban las frutas del jardín de la casa de Nura para cocinar mermeladas.
Así crecieron juntas. Siempre almorzaban después del colegio. La mama de Amal cocinaba la comida favorita de Nura, arroz blanco con sopa de chaucha blanca. Les gustaba mucho hamacarse en el patio de la casa de Nura, entre el árbol de manzana y el árbol de damascos. Y así pasaban su juventud juntas.
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Nura no esperaba que en una tarde de enero del año 1965, cuando volvía de la escuela con Amal, su madre le diría que no podría ir más al colegio por ser judía.
Habían pasado algunos días de la captura de Eli Cohen. Desde este día, cada mañana Nur miraba a Amal desde la ventana de la cocina, en camino a la escuela sola. De repente, Amal ya no vino a jugar y visitar, y las puertas de la casa de Amal ya no estaban abiertas, y las madres ya no se sentaban juntas. De repente Nur, quien ya tenía 10 años, empezó a entender que sus amigas no la querían porque era judía, sionista.
Los años de la adolescencia de Nur pasaron cerca de su familia y las familias judías. Ya no salía afuera sola, en la hamaca de su patio. Eran otros los niños que jugaban, pero ella no podía acercarse. A veces su padre volvía con marcas de palizas o con su bicicleta rota. Aunque nunca le contaba quién se lo hizo, ella entendía que era gente en la calle que le había hecho eso sólo por ser judío.
En estos años, sus hermanos, Itzhack y Edmond, participaban en una operación confidencial con el apoyo del gobierno israelí para ayudar a judíos en Alepo a escaparse a Israel.
Escaparse de Siria
Nura tenía 15 años cuando su papá le dijo que ella iba a ser la primera en escapar de todos sus hijos, ya que no tenía todavía marido y familia. Consideraba que en Israel tendría un mejor futuro. Así fue que se escapó sola, con un grupo de ocho personas, a través de Turquía. Llegó a Israel sola, tenía que aprender hebreo y manejarse en forma independiente. Debía esperar a que llegaran los otros miembros de su familia a Israel. Lógicamente estaba preocupada.
Uno por uno se escaparon todos de sus hermanos a Israel. El gobierno descubrió, por la ayuda de los vecinos y amigos del pasado, que faltaba un hijo, y avisaron a la inteligencia siria. Por cada hijo que se escapó, Yaacov Z’L estuvo en la cárcel siria unos meses. De todas maneras le dijo a su esposa, Rachel, que tenía que seguir mandando a los niños a Israel porque en Siria no tendrían futuro.
Itzhak, el hermano mayor de Nura, fue atrapado por su actividad clandestina y fue a la cárcel por siete años, donde sufrió torturas que hasta hoy le continúan con un post trauma muy grave.
Los últimos que se escaparon a Israel
Una mañana salieron de la casa como si fueran al mercado, sin llevar nada, para no ser sospechados por los vecinos. Cerraron la puerta por última vez y se fueron hacia a Israel.
Hoy Nur tiene las llaves de la casa, las que su mamá le dio antes de morir, para que si un día se llegara a la paz entre Israel y Siria, ella pueda ir a a ver dónde nació y creció. Así fue que una familia entera llegó a Israel y dejó todo su pasado allá, todas sus propiedades, para irse a un lugar seguro para ellos.
Esta mujer llamada Nura, que desde su Aliá a Israel se llama Ora, es la mamá de Amital Perry, la agregada de Diplomacia Pública y vocera de la Embajada de Israel en Argentina.
«Puedo decir que a mi mamá se le terminó la infancia a los 8 años», le dijo Amital a Vis á Vis.
Amital tiene cuatro hijos. Está casada hace 11 años.
«La familia de mi mamá vivía en el primer piso. Tenían un patio que por un lado era bastante privado de ellos, pero siempre venían a jugar otros niños. De repente dice ‘qué raro que juegan en mi patio otros niños y yo no puedo participar también’. Era como muy grave para ellos, se quedó traumada. Empezó a ver como gente de la comunidad judía, donde ella ayudaba a limpiar y colaboraba siempre, no estaba. Cuando preguntaba por ellos le contestaban que no pregunte. Ella imaginaba que algo pasaba pero no lo tenía claro», contó.
«Un día su papá le dijo que iba a ser la primera de la familia que se iba a ir. Con 14 años y junto a ocho personas. De repente, una nena de 14 años se tuvo que ir sola, con gente en el grupo que no conocía. Sola. Sin familia. Se escaparon a través de Turquía. Tenían que caminar a la noche. Ir con una camioneta a refugios y llegar a Turquía. Desde ahí a través del mar tenía que ir con un barco hacia Israel», explicó.
«Llegó a un mercaz de Alía, un centro de Olim. La recibieron pero lo que es gracioso es que ella tenía miedo que no la dejen entrar porque era muy chiquita. Tenía menos de 18, o sea, era menor todavía. Entonces cuando le preguntaron qué edad tenía o cuándo nació, ella dijo ‘1955’, lo adelantó. Ella en realidad nació en diciembre de 1957. Dijo dos años antes para que la dejen entrar porque tenía miedo que le dijeran que era muy chica y la mandaran a casa. De todos modos, hoy está arreglando esto porque tiene la jubilación. Ahora le dicen que se tiene que jubilar y dice ‘no, no soy más joven’. Eso es lo gracioso», relató.
«La verdad es que sufrió mucho. Cuando llegó en la entrada, le dijeron ‘¿cómo te llamas? Nura’. Bueno, te ponemos el nombre Ora que es un nombre hebreo que es luz. Es muy común en Israel el nombre. Estaba en el mercaz de Aliá. Después empezó a los 16 en la escuela para enfermeras y de ahí se formó y hoy en día tiene cuatro hijos y viven en Jerusalén. Yo soy la mayor», añadió.
Y finalmente subrayó: «Sus hermanos mayores ya trabajaban con los representantes del gobierno israelí. Armaron como una organización clandestina para ayudar los judíos a escaparse desde Siria. Fueron muy activos en el tema. Ayudaron a muchos a escaparse en ese momento».
El tío detenido en Siria.
A uno de los hermanos de mi mamá lo detuvieron en Siria y lo mantuvieron preso un mes por cada hermano escapado. Es decir, estuvo ocho meses preso. Cuando lo liberaron, recién ahí sus padres, mis abuelos, decidieron irse también. Lo esperaron y no quisieron irse sin él. En 1980 pudieron juntarse en Turquía. Hasta allá viajaron la abuela, Nur (Ora) y otro hermano de Estados Unidos. Estuvieron juntos unos días y luego cada uno volvió al lugar donde vivían. Dos años después se pudieron juntar todos en Israel.
Cuándo salió de la cárcel, yo le preguntaba siempre a mi mamá por qué el tío es así tan raro, por qué no se comunica, no entendí. La realidad es que era grave su situación. Mi mamá me dijo ‘cuando seas más grande te voy a contar». Cuando ya tuve la capacidad de entender todo, me lo contó.
Fallece el abuelo Jacob y nace Amital
Mi abuelo Jacob tenía poco más de 50 años, pero había sufrido mucho. Pudo lograr que toda su familia estuviera a salvo en Israel. Pero a los pocos meses de llegar sufrió un infarto y falleció. Para mi mamá, que estaba embarazada de mi, fue un fuerte golpe. Dos meses después nací yo. Fue para ella como un mensaje muy fuerte. Es difícil. Pasaron años y momentos muy difíciles que yo no puedo imaginar.
Mi mamá no tuvo ni una infancia ni juventud normal. Muy triste. Muchas veces me contaba cuentitos infantiles y cuando crecí vi que todos estaban relacionados con su infancia, recién ahí lo entendí.
La familia
Mis padres (hoy divorciados) se conocieron a los 22 años. Sus hermanos viven todos. Mis abuelos fallecieron.
Justamente mi papá es de Marruecos, nació en Israel, pero su madre llegó al país embarazada de él. El acuerdo diplomático con Marruecos para mí es de una alegría increíble. No creo que por ahora eso suceda con Siria. Es un país enemigo.
Amital Perry
Nunca pensé que iba a ser diplomática. Yo tenía un trabajo muy bueno y siempre sentía que tenía algo más grande que me estaba esperando. Cuando dejé este trabajo me dije: ‘¿Cómo haces esto Amital?’ Era muy buen trabajo.
Antes trabajaba en el Hotel King David como organizadora de eventos. Tengo hasta fotos con (Bill) Clinton, pero dejé el trabajo allá también. Quería viajar. Y cuando tenía que tomar una decisión, me dije, ‘voy a estudiar para el máster de estudios diplomáticos en la Universidad de Tel Aviv’. Me parecía interesante y práctico y de ahí me dio las ganas. Vino una diplomática del Ministerio para darnos una charla en el máster y después me dijo ‘vos me parece que estás para la cancillería. Sos para la cancillería’. Los exámenes son muy muy difíciles. No creí nunca que iba a pasar los exámenes. Pase el primer examen, el segundo y el tercero. Hice el cuarto examen y acá estoy. Ahora lo llamamos Diplomacia Pública porque se cambió mucho la actitud de la diplomacia.
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Amital Perry es una excelente diplomática y cumple con sus funciones siempre con una sonrisa, con un gran talento y con mucha eficacia.
Es indudable que lleva los genes de su madre. Una historia de vida que transmite tristeza y orgullo. Tristeza por el destino de casi 900 mil judíos que tuvieron que abandonar los países árabes y orgullo por la valentía de su madre y su familia.
Un legado que comenzó a transmitirse y, las paradojas de la vida, hacen que ese legado lo transmita nada menos que una integrante de la diplomacia israelí producto de esa familia.
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