Cuando en el mundo del deporte resuenan los ecos de la “hazaña” de los juveniles israelíes que ya están en las semifinales de la Copa del Mundo Sub 20 que se juega en Argentina, muchos hablan del “milagro israelí” que finalmente llegó al deporte y en particular al fútbol.
Justamente en Argentina, hace muy poquito tiempo se habló de “milagro israelí” para bajar la inflación y de qué manera copiar ese modelo. No fue un milagro, hubo alguien que construyó consensos para lograrlo.
Un Israel que lleva décadas inmerso en un sinfín de ataques permanente de organizaciones terroristas que obligaron a otro “milagro”, la construcción de la Cúpula de Hierro que evita que la gran mayoría de los misiles que le disparan no caigan en su territorio. También hubo interacción entre los ingenieros y militares que lo crearon y ejecutaron para salvar la vida de sus habitantes.
También hay un Israel tecnológico y emprendedor que lo convirtió en Start-Up Nation. Desde el Estado se apoya cada invento, creación y emprendimiento. Se construye ciencia y tecnología. Por supuesto también es un país innovador en medicina.
Todo ello ha convertido al país en la segunda potencia tecnológica a nivel mundial y en el exportador de varias de las mejores startups tecnológicas del planeta, entre las que se encuentran ejemplos como Waze, Trusteer, Onavo o Primesense, entre muchos otros ejemplos.
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Tampoco es un milagro que la selección israelí está compuesta por jugadores árabes musulmanes, árabes cristianos, beduinos y judíos, que concentran juntos, entrenan juntos, juegan juntos, como así también conviven de la misma manera los médicos, ingenieros, comerciantes y estudiantes. Es la construcción de un país que apuesta a la coexistencia y a la diversidad.
Y así podemos enumerar miles de “milagros” de un país de tan solo 75 años de edad pero con un pueblo de miles de años de antigüedad.
Este nuevo “milagro”, que se está desarrollando justamente en la tierra de Messi y Maradona, es la historia de un grupo de jóvenes futbolistas que con menos de 20 años ya tuvieron que competir con los mejores de su edad en Europa (ya que por los conflictos regionales tiene que dirimir allí sus capacidades y clasificación en los torneos mundiales de clubes y selecciones), consagrarse subcampeón y jugar el mundial en Argentina. Casualmente porque Indonesia no lo aceptó para que participe por presión de países musulmanes, entonces FIFA tomó la decisión de quitarle la sede y otorgársela a la Argentina.
Estos jóvenes, que están acompañados en cada partido por una gran legión de miembros de la comunidad judía que también tienen un enorme sentido de pertenencia con Israel, comenzaron perdiendo su primer partido con Colombia. Sin embargo, se sobrepusieron y luego de empatar y ganar los últimos tres partidos, llegaron a esta semifinal.
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Este equipo, liderado por Ofir Haim, un entrenador que al finalizar, tal vez, el mejor partido que haya dirigido en su vida, por el rival y por el torneo, tuvo tiempo de pensar en esos tres soldados que fueron asesinados ese mismo día a la mañana defendiendo la frontera de su país. O su mejor jugador, Dor Turgeman, quien convirtió probablemente el gol más importante de su vida (hasta el momento) contra Brasil, uno de los mejores equipos del mundo, también los homenajeó frente al mundo en su celebración. Tan solo 19 años. La misma edad que ellos. Podía haber hecho un corazón para su novia, un bailecito para Instagram, pero decidió homenajear a esos chicos que murieron por defenderlo a él también.
Obvio que tiene mucho por mejorar, pero no es un país como cualquier otro. Es un país distinto. De lo que estamos seguros es que Israel no es “un milagro”: Israel es una construcción.
Gustavo Szpigiel
Director de Vis á Vis
Hermoso !!