Según afirma el Rab Isaac Sacca, hay un “aspecto negativo de la tendencia agresiva y fanática de igualar en todo a la mujer y al varón” que resulta perjudicial tanto para los unos como para las otras. Al mismo tiempo, aclara: «Se ha creado falsamente el prejuicio de que el judaísmo es machista y coloca a la mujer en un segundo plano. Eso no solo es incorrecto, sino que la verdad es exactamente inversa»
“Cuando dos personas de diferentes características piensan que poseen las mismas, suelen generarse conflictos”, escribe el Rabino, referente del judaísmo y fundador de Menora, la Organización Mundial para la Juventud. Y según desarrolla en el fragmento de su libro que puede leerse a continuación, el Rabino distingue al menos cuatro diferencias entre los dos sexos: las psicológicas, las físicas, las emocionales y las conversacionales.
De más está decir que Sacca no plantea que estas diferencias vayan en detrimento de las mujeres: “Se ha creado falsamente el prejuicio de que el judaísmo es machista y coloca a la mujer en un segundo plano. Eso no solo es incorrecto, sino que la verdad es exactamente inversa: el hecho de que el varón posea más preceptos demuestra su apego a lo material y terrenal; en cambio, la mujer —que por naturaleza es espiritual— no requiere de tantos mandatos Divinos para elevar su estado espiritual”.
Editado por Leamos, Comprensión y construcción del amor es una guía completa para un matrimonio feliz escrita por un experto que asesoró a cientos de parejas al respecto. ¿Qué pasa cuando hay agresiones? ¿Son mas justas hoy las relaciones que hace algunas décadas? ¿Qué diferencia al amor de pareja de otros amores? ¿Está en crisis el amor?
“Comprensión y construcción del amor” (fragmento)
El beneficio de la pareja cuando se reconocen distintos
En el colegio, nos contaban una historia. Es simple pero a mí me encantaba. Era sobre un niño que recién empezaba a leer y pronunciar palabras y al recitar las oraciones lo hacía con muchos errores. En la historia también había un adulto que debía saber leer a su edad pero por su vagancia no pronunciaba bien y balbuceaba las oraciones. Dios recibía los rezos en el cielo. Si bien el rezo del adulto era más entendible, a Dios no le resultaba agradable; pero se regocijaba con el rezo del niño que recién empezaba hablar aunque prácticamente eran palabras incomprensibles. Dios entendía las diferencias entre ellos.
Cuando dos personas de diferentes características piensan que poseen las mismas, suelen generarse conflictos.
Si alguien es distinto pero no se da cuenta, entonces no puede aceptar que el prójimo haya reaccionado como él no lo habría hecho, o que valore lo que él no valora, o que sufre o se alegra por algo que a él le resulta indiferente o menor.
En cambio, cuando uno es consciente de la diferencia con el otro, no lo juzgará con su vara; si es que considera al otro de conformación distinta, podrá evaluar una justificación a su conducta.
Por ejemplo: ningún adulto normal se enojará con un niño si se ensucia, dice alguna verdad incómoda o deja algo desordenado, porque entiende que es un niño y no tiene las mismas capacidades que un adulto.
Cuando se consideran totalmente iguales, los varones y las mujeres suelen tener mayores desavenencias.
En resumen, si la mujer y el varón comprenden las particularidades del otro, podrán tratarse mejor y comprender mejor sus actitudes. Sin embargo, si piensan que son iguales entre ellos sin aceptar las diferencias naturales que existen en sus caracteres y cuerpos, pueden experimentar muchos conflictos; el trato será difícil, porque estarán pensando algo que no es. Este es otro aspecto negativo de la tendencia agresiva y fanática de igualar en todo a la mujer y al varón; los dos se perjudicarán.
La mujer y el varón y sus características singulares
Siempre me pregunté por qué la Biblia relata que Dios creó al varón y a la mujer. ¿No hubiera sido suficiente decir que creó al ser humano? No hace falta que la Biblia reconozca que hay mujeres y hay varones; eso ya lo vemos en la realidad.
El relato de la creación del varón y la mujer enseña que existen diferencias entre ellos, lo cual nos indica que las necesidades psicofísicas de uno no son idénticas a las del otro, aunque obviamente posean otras en común, de la misma forma que sus organismos son parecidos en muchos aspectos.
Es importante tener muy en cuenta estas diferencias psicofísicas en la relación matrimonial para que sea exitosa.
Los rasgos identificatorios del varón y la mujer deben considerarse a la hora de establecer un vínculo serio de pareja. Enumeramos a continuación algunas de esas particularidades, que servirán de disparador para que el lector descubra otras tantas.
A. Características psicológicas
Por experiencia, especialmente por mis visitas a asilos y hogares de ancianos, he notado que las mujeres soportan más la soledad que los varones, quienes suelen mostrarse desesperados por tener compañía.
La mujer es por naturaleza menos dependiente que el varón para acceder a la felicidad.
No es bueno que el ser varón esté solo, le haré una ayuda para él. Para asombro de muchos, las Sagradas Escrituras establecen que el varón necesita a la mujer para ser feliz más que la mujer al varón.
En el caso de la mujer, en cambio, si bien la pareja le proporciona una gratificación, no es para el judaísmo un impedimento de desarrollo que ella no tenga pareja. La mujer puede ser feliz sola con mayor facilidad que el varón, aunque también desea y anhela estar acompañada más que el varón.
Por eso, expresa el Talmud: El hombre que vive sin esposa, vive sin alegría, sin bendición, sin bondad, sin ley, sin límites, sin paz.
En ese mismo contexto, el Talmud exhorta al varón a cuidar y honrar a su esposa más que a sí mismo, no solo por un acto de nobleza con su pareja sino también porque su pareja es la única que le puede proporcionar felicidad.
B. Características físicas
El cuerpo de la mujer y del varón son distintos. Ignorar esta realidad es engañarse a uno mismo. El hecho de que haya marcadas diferencias entre ambos en las contexturas físicas no es un asunto menor. Se debe considerar la fuerza, la capacidad de resistencia y las habilidades para las que cada cuerpo está preparado antes de exigir o imponer mandatos sociales tanto en uno como en otro.
Consideremos, por ejemplo, la diferencia relacionada con el ciclo menstrual de la mujer. Este ciclo posee innumerables consecuencias reproductivas, anímicas y sensitivas.
Es deseable que el varón y la mujer estén al tanto de las causas y los efectos de los cambios hormonales, como que la menstruación no solo afecta al sistema reproductivo, sino también al nervioso y emocional. El estado de ánimo de la mujer varía y sus comportamientos, también. En ciertos ciclos la mujer requiere de un trato especial; es el momento de respetar su intimidad sexual y personal y, por sobre todo, el varón tiene que ser comprensivo en esa circunstancia.
C. Características emocionales
Uno de los motivos que origina percepciones diferentes entre el varón y la mujer aparece en la valoración que uno y otro hace de la materia o la razón y el espíritu o la emoción.
El varón tiende a analizar todo más fríamente, le da mayor importancia a lo que le indica su razonamiento, incluso cuando la emoción le indica lo contrario. La mujer es totalmente opuesta y tiende a hacer prevalecer la opinión de sus emociones, aunque estas contradigan la razón.
Este aspecto también está simbolizado en la Creación, cuando se relata que Dios creó al varón del polvo de la tierra y a la mujer del varón en sí, una vez insuflado en él el espíritu de vida. De manera tal que la Torá destaca que la fuente original del varón era una materia pura sin espíritu, mientras que la mujer fue creada de una fuente donde el espíritu ya había sido incorporado y dominado a la materia.
La Torá otorga al varón muchos preceptos que involucran su vida cotidiana y material con lo espiritual, mientras que la mujer está absuelta de todas las ordenanzas activas que dependen de un tiempo fijo. Esta regla la libera de cientos de preceptos. Sin embargo, se ha creado falsamente el prejuicio de que el judaísmo es machista y coloca a la mujer en un segundo plano. Eso no solo es incorrecto, sino que la verdad es exactamente inversa: el hecho de que el varón posea más preceptos demuestra su apego a lo material y terrenal, ya que necesita de esos preceptos para elevarse a lo espiritual; en cambio, la mujer —que por naturaleza es espiritual— no requiere de tantos mandatos Divinos para elevar su estado espiritual.
Esta distinción fundamental entre el varón y la mujer es advertida por la Torá. La mujer, espíritu; el hombre, materia. Lo cual deriva en numerosas consecuencias, dignas de ser destacadas.
Por ejemplo:
♦ La mujer, aunque es más fuerte en su espíritu que el varón para soportar situaciones conflictivas, también es más sensible, delicada y emotiva.
♦ Posee habilidades pedagógicas, maternales y solidarias que no posee el varón. La mujer tiene un pudor más refinado, carente en el varón.
♦ Necesita sentirse protegida por su marido. Desea sentirse segura con el varón.
Podemos aplicar estas generalidades a un caso concreto. El varón suele ser menos rencoroso que la mujer y disculpa fácilmente las faltas cometidas, mientras que la mujer es de difícil reconciliación. Si ella se sintió humillada, es porque su espíritu ha sido herido. Ella es todo espíritu, y el espíritu ofendido no es fácil de reconciliar.
Sin embargo, si el varón fue ofendido y se sintió molesto emocionalmente por ello, también él reaccionará como la mujer; la diferencia es que le será más fácil reconciliarse y perdonar, porque su espíritu es más simple, es un ser práctico a los efectos del mundo físico y a las ofensas las convierte en un asunto secundario. En cambio, en la mujer, cuyo espíritu es más refinado, su sensibilidad será mayor y la ofensa le dolerá más, de manera que se resistirá a la reconciliación y el perdón.
Estos son algunos de los aspectos emocionales fundamentales que diferencian a la mujer del varón y que hay que tener en cuenta en la relación de pareja.
D. Características conversacionales
Un varón y una mujer casados pueden hablar la misma lengua, pero en general el idioma de los varones es distinto al de las mujeres.
El varón, dominado por lo concreto y simple, por la materia, se expresa limitándose a describir literalmente lo que le sucede, o lo que desea, o lo que siente. La mujer, espiritual y sutil, no responde al mismo código del hombre y expresa sus sentimientos o necesidades con otros recursos, poético o retóricos, incluso hasta metafóricamente y con una llamativa y acentuada verborragia.
Ignorar estos rasgos distintivos puede convertir al matrimonio en una Torre de Babel. Si la mujer quiere un poco de atención del marido, no lo expresa directamente diciendo: “Quiero un poco de atención”. Más bien, le dirá a su esposo “me duele la cabeza”, por ejemplo. Él interpretará sus palabras de acuerdo a su idioma literal y le ofrecerá una aspirina, en lugar de brindarle un poco de atención.
La mujer que escucha de su marido que necesita una hora para estar solo porque le duele la cabeza, procesa todo tipo de pensamientos para comprender a qué se refirió su esposo con esas breves palabras, y su imaginación no se detendrá. Podría llegar a imaginar que quiere divorciarse o que ya no la quiere o que no es de su agrado o que está siendo amenazado por los acreedores o está en bancarrota, cuando en realidad solamente necesita un tiempo de soledad porque padece de un dolor de cabeza.
Leer más: La bebida Sprite dejó de ser Kosher por cambios en su fórmula
De aquí nace la necesidad de asumir que el varón se expresa de una manera y la mujer, de otra. Debemos traducir los mensajes del idioma de nuestro cónyuge al nuestro y no interpretarlos con nuestro código.
También es importante que esta situación sea bien asumida por los cónyuges para hacerse comprender. El hombre debe cuidar los sentimientos de la mujer y ser consciente de que para ella son el motor de la conversación, y su manera de interpretar los mensajes, más sofisticada que la suya propia. Por otro lado, cuando la mujer quiera hacerse entender, podría incorporar lo literal a su conversación para que su marido la capte mejor.
Claro está que se habla de tendencias y generalidades, que de ningún modo podemos asumir que todas las mujeres y todos los varones son iguales. Lo arriba mencionado tiene como objetivo principal marcar una tendencia y tener en cuenta que en caso de diferencias en la conversación diaria hay que saber adaptarse a las formas del otro.
Quién es el Rab Isaac Sacca
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1964.
Es Rabino, discípulo del Gran Rabino Ovadia Yosef.
Fundó la Organización Mundial para la Juventud, Menora.
Es referente de escritores, educadores, pensadores y periodistas que lo consultan sobre la visión del judaísmo.
Mantiene diálogo y una excelente relación con todo el pueblo judío y con líderes de otras religiones y especialmente con el Papa Francisco.