El paramédico de ZAKA, Jamal Waraqi, brindó un crudo testimonio de lo ocurrido el 7 de octubre. «Lo más difícil es vivir los últimos minutos de una víctima que está en grave estado y sabes que morirá», aseguró.
El voluntario, de origen israelí musulmán, además expresó: «Familias enteras están borradas. Vi un papá y una mamá con sus manos atadas detrás de la espalda y tres niños frente a ellos. Los cinco con disparos en sus cabezas».
En su testimonio, Jamal Waraqi fue contundente y relató los acontecimientos paso a paso: «Ellos actuaron en nombre de la religión, pero la religión no acepta esas acciones».
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Para las personas que han visto tanta muerte en tan poco tiempo, las palabras de las oraciones parecen diferentes. Así es el día a día de un voluntario de ZAKA en Israel.
5:00 am: Shlomo se despierta. El sol aún no ha salido. Se dirige a la pequeña cocina instalada en el alojamiento temporal donde él y otros voluntarios de ZAKA se alojan en colchones inflables y sacos de dormir para estar más cerca del Sur y se prepara una taza de café solo. Por un momento piensa en su esposa y sus hijos en casa. Luego vuelve a concentrarse.
Los voluntarios rezan juntos y su oración es solemne. Para las personas que han visto tanta muerte en tan poco tiempo, las palabras de las oraciones parecen diferentes.
6:00 am: Shlomo y la camioneta de voluntarios llegan a un pueblo del sur donde han estado trabajando durante días. Hay escombros por todas partes, niños escondidos en los áticos y personas baleadas entre los arbustos.
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Shlomo y los demás voluntarios recorren con cuidado los escombros durante horas, retirando con cuidado los cadáveres y colocándolos en bolsas. Uno es un bebé. Shlomo lo sostiene en sus brazos mientras lo coloca en la bolsa. Su corazón se llena de dolor pero continúa trabajando.
7:30 am: Una ráfaga de misiles sobrevuela. Los voluntarios de ZAKA y los soldados que los acompañan se agachan y se cubren la cabeza, haciendo una mueca con cada estallido.
15:00: Hay un problema. Hay más cadáveres que transportar, pero el camión está lleno. Shlomo espera junto a la carretera durante horas con los cadáveres, esperando que llegue el siguiente camión. Necesitan otro con urgencia. Pero un camión frigorífico ZAKA cuesta 150.000 dólares, mucho más que el presupuesto de cualquiera de los voluntarios.
Es casi insondable imaginar cómo sería ser voluntario de ZAKA durante este momento doloroso. Sin embargo, podemos unirnos a ellos. Los funcionarios de ZAKA han confirmado que les falta equipo urgentemente.