Testigos, confesiones y cuerpos desnudos: las evidencias de las violaciones perpetradas por Hamas en el ataque a Israel del 7 de octubre

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El 7 de octubre, el grupo terrorista Hamas no sólo irrumpió en Israel y masacró a miles de personas inocentes; también llevó adelante brutales actos de violencia sexual cuyas imágenes recorrieron el mundo y dejaron a gran parte abrumado por estas acciones. Se trata de una de las peores masacres vistas en la historia.

El diario israelí Haaretz realizó una exhaustiva investigación en la que reunió conversaciones con oficiales de Defensa, terapeutas que atendieron a los sobrevivientes, expertos trabajando en el caso, personal de rescate y profesionales que recogieron y documentaron testimonios de forma individual. Entre estos últimos, destacan miembros del Proyecto Dinah 7/10 del Centro Rackman para el Avance de la Mujer, de la Universidad; Bar-Ilan; las conclusiones de Pramila Patten, representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Violencia Sexual en Conflictos; las de las doctoras Carmita Klar-Chalamish y Noga Berger, de la Asociación de Centros de Crisis por Violación de Israel; y las organizaciones SafeHeart y Secret Forest, entre otras.

Amit Sousanna fue la primera mujer que habló públicamente de la agresión sexual que vivió, en su caso, durante el cautiverio en Gaza. Su relato al recobrar la libertad se convirtió en una de las principales pruebas de la innegable violencia que Hamas estaba imponiendo sobre los rehenes.

Desde el sistema de salud israelí comentaron que tras la tregua del pasado noviembre, en la que muchas mujeres cautiva fueron devueltas al país, los profesionales que las atendieron oyeron múltiples casos de agresiones similares.

Más tarde, comenzaron a llegar otros testimonios, que también respaldaron las denuncias contra el grupo terrorista.

Sapir y Yura son dos jóvenes que estaban en el festival Nova al momento del ataque y se escondieron juntos. Si bien lograron mantenerse a salvo, ambos declararon a The New York Times que habían presenciado tanto actos de violaciones en grupo como asesinatos de mujeres y mutilaciones de órganos sexuales.

El periódico estadounidense también publicó el relato de Raz Cohen quien se escondió en la ruta 232 y validó la versión anterior con su propia experiencia: había sido testigo de violaciones y asesinatos en grupo.

Amit Sousanna fue la primera mujer que habló públicamente de la agresión sexual que vivió, en su caso, durante el cautiverio en Gaza (REUTERS)Amit Sousanna fue la primera mujer que habló públicamente de los actos de agresión y violencia sexual que vivió, en su caso por Hamás, durante el cautiverio en Gaza (REUTERS)

Shoham Gueta Yoni Saadon, en diálogo con The Sunday Times del Reino Unido, también aportaron sus testimonios con las mismas vivencias.

En total, según calculó Haaretz, hay al menos 15 sobrevivientes del festival que aseguran haber presenciado violaciones individuales y en grupo en el predio, cerca del kibutz Re’im, cinco de los cuales se presentaron ante la Policía.

Yair Grynbaum, jefe de Intervención de Emergencia de SafeHeart, comentó que la ONG estableció contacto con diez personas que vieron estos actos de violencia y repitieron a grandes rasgos sus relatos, ya que sus testimonios aún no se han hecho públicos.

“Entre los casos que han llegado a nuestro conocimiento, hay un testimonio ocular del festival Nova de un hombre armado que violó a una mujer y le disparó hasta matarla. Otros dos testigos vieron una violación en grupo en la que, según sus descripciones, participaron entre siete y diez agresores. Otro testigo vio una violación en grupo en la que participaron cinco agresores. Una de las violaciones en grupo se produjo en un campo, la otra en el recinto de la fiesta. Ambas terminaron con el asesinato de las víctimas”, contó.

El doctor Demian Halperin, de la misma organización, habló con Haaretz sobre las narraciones de otros seis testigos a quienes atiende. “Las historias que conozco ocurrieron en lugares relativamente aislados, con la excepción de un caso que ocurrió, según me contaron, en la zona del estacionamiento de la fiesta. Los demás casos de violación en grupo ocurrieron en campos lejanos, donde era menos probable que hubiera testigos. A mi entender, la única situación en la que una persona podría haber sido testigo de una violación era si se escondía, como hicieron muchos de los sobrevivientes de Nova”, sumó por su parte.

El Bosque Secreto, un centro israelí en Chipre que recibió a muchos de los sobrevivientes, también aportó sus datos de 13 testigos de agresiones sexuales.

Maor Arieli, comentó a Haaretz que se había realizado una encuesta telefónica sobre 700 de los sobrevivientes que acogieron en la que se les consultaba si habían visto u oído estos episodios.

Varios violaciones y agresiones sexuales se dieron en el festival Nova (REUTERS)testigos-confesiones-y-cuerpos-desnudos-las-evidencias-de-actos-de-violencia-sexual-perpetradas-por-hamas-en-el-ataque-a-israel-del-7-de-octubre

Ocho respondieron haber sido testigos presenciales de tales agresiones mientras cinco dijeron haber sido testigos auditivos.

Estas declaraciones llevaron a las autoridades a concluir que la mayoría de las personas víctimas de violencia sexual habían sido asesinadas posteriormente o que aún sufrían ello, en cautiverio. Sin embargo, hubo un segundo relato, en primera persona, que cambió esta conclusión.

Se trata de una mujer que se acercó a SafeHeart en busca de ayuda. Junto a ella estaban otras dos mujeres y un hombre, todos sobrevivientes de estas agresiones, cuyos casos no trascendieron.

Si bien hay poca información sobre su caso, en base a una entrevista anónima que brindó al diario francés Le Parisien, en la que la apodaron “Esther”, ella era una de las presentes en el festival y fue violada y mutilada. Comentó que estaba con un familiar que fue asesinado y cuyo cadáver fue abusado también. Su relato no fue replicado por ningún medio israelí ni tuvo repercusión en los medios internacionales, por lo que Haaretz se contactó con la autora del artículo, Laura-Maï Gaveriaux, quien comentó que conocía a la sobreviviente y de allí consiguió su declaración.

Otro de los patrones que los investigadores descubrieron se basó en atar los cadáveres de mujeres a los árboles, principalmente en el predio de Nova. Rami Davidian trabaja en el Moshav Patish y dio cuenta de esta escena, al igual que lo hizo Halperin y que también quedó respaldado en el informe de la ONU, que extendió su hallazgo hasta la ruta 232.

“Había árboles en los que había un cuerpo y había casos en los que varios cuerpos estaban atados al mismo árbol. Hubo un caso de una pareja que estaba embarazada, desnuda y atada a un árbol. Ambos habían recibido un disparo en el pecho”, comentó Davidian ante la ONU y la Asociación de Centros de Crisis por Violación, a la par que contabilizó por lo menos cinco casos de mutilaciones “en lugares íntimos”.

“Sus órganos estaban cortados, dañados. Había sangre en la ingle. También había disparos en los pechos”, agregó.

Junto con los crímenes en el festival, Haartez pudo recoger otro caso de violación, esta vez en un puesto del Ejército en Nahal Oz. El testimonio llegó al Centro Rackman y fue retransmitido a Pattern para su evaluación.

Ruth Halperin-Kaddari, del Centro, comentó que se encontró con la historia durante su visita al sitio. La oficial narró entonces que mientras ella estaba escondida en la base oyó cómo se cometía una violación; inclusive, al salir, vio el cuerpo desnudo de la mujer soldado que había sido abusada y asesinada, y lo cubrió. También se topó con el cadáver de un hombre mutilado.

El informe de la ONU utiliza extremada cautela para narrar los hallazgos (REUTERS)

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Sus palabras fueron incluidas en el informe de la ONU aunque acompañadas de una salvedad: se aclara que el equipo no pudo cotejarlas con otros testimonios o evidencias que las respalden. Esto expuso el principal problema de los documentos que se están elaborando sobre la masacre del 7 de octubre, principalmente el de la Agencia y el de la Asociación. Si bien no se contradicen entre sí, existen una serie de importantes diferencias entre ellos.

El primero, el de las Naciones Unidas, presenta una redacción extremadamente cautelosa que evita afirmar la magnitud de la violencia sexual perpetrada y lo sistemáticos que fueron estos actos por parte de los terroristas de Hamás. Por el contrario, Patten recordó en cada momento que su trabajo se basaba en la recopilación de información y no en la conducción de una investigación legal.

De todas formas, el texto concluyó algunas cuestiones como que existían motivos razonables para creer que se habían dado múltiples episodios de violencia sexual en el transcurso del ataque, tanto en Nova, como en la ruta 232 y el refugio antiaéreo del kibutz -especialmente en el primero-. Estas afirmaciones estuvieron acompañadas de fotografías revisadas por un patólogo del equipo que confirmó la existencia de cadáveres con “las piernas visiblemente abiertas”.

Asimismo, Patten sostuvo la existencia de un patrón, principalmente en mujeres, donde los cuerpos atados y tiroteados estaban totalmente desnudos o con la parte inferior descubierta. Se contabilizaron al menos 20 casos y otros 10 con las manos y/o piernas atadas.

“Aunque circunstancial, tal pauta de desvestir y atar a las víctimas puede ser indicativa de algunas formas de violencia sexual. Se obtuvo información creíble sobre múltiples incidentes en los que las víctimas fueron sometidas a violación y luego asesinadas”, se lee en el documento, con extrema cautela.

En tanto, el segundo informe, de la ARCC es más contundente en sus conclusiones y sostiene con firmeza las denuncias de violencia sexual brutal, sistemática y deliberada. En su páginas se incluyen testimonios directos recogidos por su personal y de medios de comunicación así como los patrones antes mencionados, a los que se suman el encadenamiento y la inserción de armas y objetos en órganos sexuales.

“Nuestro informe se basó en cuatro fuentes de información: investigaciones periodísticas realizadas a escala internacional, testimonios publicados de primeros intervinientes en los escenarios de la masacre, entrevistas que realizamos a primeros intervinientes e información confidencial que llegó a la Asociación en virtud de su función”, comentaron las autoras Noga Berger y Carmit Klar-Chalamish.

“En estas circunstancias, cuando no es posible verificar o examinar sustancialmente cada elemento de información de fuente abierta, optamos por el análisis de patrones de funcionamiento, Cuando una práctica concreta se repetía varias veces, en distintos ámbitos y contextos, la incluíamos en el análisis. Este método pretende garantizar que, aunque surja una duda sobre un caso concreto mencionado, el análisis se mantenga. Lamentablemente, en el tiempo transcurrido desde su publicación, el 21 de febrero, hemos recibido confirmaciones adicionales sobre las prácticas descritas”, agregaron sobre su postura, contrastando así la de la ONU.

Haaretz, por su parte, evitó plantarse de un lado pero sumó a estas conclusiones la existencia de unas pocas confesiones.

A finales de marzo, Manar Qassem, un combatiente de la Yihad Islámica detenido por las Fuerzas de Defensa en Khan Younis, declaró haber violado a una joven en su casa en un kibutz el 7 de octubre. Al igual que esta, el medio supo que existen al menos dos confesiones similares de militantes de Hamas que la Policía tiene en su poder.

Según supo el medio israelí, existen tres confesiones de violaciones de combatientes terroristas (Europa Press)

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“El verdadero problema es la capacidad de ir a juicio sobre la base de pruebas admisibles de un nivel suficiente para que un tribunal condene”, explicó una alta fuente de la Fiscalía de Israel aunque no descartó que este escenario cambie: “Los investigadores (…) cada día aportan cosas nuevas, todavía no se ha dicho la última palabra”.

Una investigación paralela, liderada por un patólogo forense, ha estado examinando las fotografías y los videos para asistir en esta tarea y encontrar pruebas irrefutables de crímenes de guerra. Hasta el momento han encontrado un cadáver con un objeto dentro de su órgano sexual, que vuelve la agresión indiscutible.

También expusieron el caso de G, o más conocida como “la mujer del vestido negro”, cuyo cuerpo desnudo demostraba indicios de violación que, aunque su familia rechazó, acabaron por ser confirmados por dos forenses israelíes.

Aún pueden surgir más casos como estos, que respalden los indicios iniciales, ya que los exámenes comenzaron a realizarse apenas meses atrás cuando acabaron las tareas de reconocimiento inicial de todas las víctimas de la incursión. Esto, no obstante, fue algo extremadamente perjudicial para la investigación ya que implicó que muchos cuerpos no sean examinados antes de ser enterrados (casi una cuarta parte) que, sumado a las difíciles condiciones de los sitios donde ocurrieron los crímenes, dificultaron la recolección de pruebas.

Inclusive, muchas de las condenas mundiales se basaron en testimonios de los oficiales que respondieron a los llamados de emergencia, que acabaron siendo erróneos o inexactos y que, al querer verificarlos, resultó imposible ante la degradación de los cuerpos o la mala calidad de las imágenes y los videos.

Esto dio fuerza a las campañas de negación, que también se enfocaron en los discursos de funcionarios israelíes. Por ejemplo, el embajador del país ante la ONU, Gilad Erdan, sostuvo que los terroristas de Hamas habían recibido órdenes explícitas de sus superiores para violar a sus víctimas.

“Los crímenes sexuales fueron planeados de antemano”, sostuvo, algo que también respaldó el ministro de Defensa, Yoav Gallant, aunque luego acabó negando al conocerse que las autoridades aún no tienen pruebas de que los combatientes hayan recibido dichas instrucciones.

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“El hecho de que Israel esté ahora inmerso en el combate y no en recoger todas las órdenes dadas por los comandantes de Hamas a los monstruos que fueron enviados a masacrar a los ciudadanos de Israel no reduce la responsabilidad de Hamas, de sus violadores y asesinos, que cometieron en su nombre múltiples crímenes sexuales, tanto el día de la masacre como también contra los cautivos”, se defendió la misión ante Naciones Unidas.

No obstante, este argumento tomado para beneficio de los negacionistas, fue rápidamente desacreditado por la ex jueza del Tribunal de Distrito Nava Ben-Or quien explicó que, incluso sin evidencias claras de estas órdenes, los terroristas aún pueden ser acusados por delitos sexuales bajo el argumento de responsabilidad colectiva.

“En los juicios existe una doctrina de responsabilidad colateral de los socios. Cuando entras en un ‘proyecto’ para cometer un determinado delito y se cometieron otros delitos que anticipó o podría haber anticipado, entonces usted es responsable de ellos, incluso si no hubo una directiva previa”, comenzó explicando e insistió en que “no hay necesidad de vincular específicamente al agresor y al agredido porque su responsabilidad de todas las acciones es del grupo”.

“Todo lo que sea compatible con su motivación de atrocidades, incluida la violencia sexual, es parte del patrón”, concluyo.

Así, las familias y los ciudadanos israelíes aún no pierden la esperanza de poder llevar a los perpetradores ante la Justicia, aunque en muchos casos, prefieren hacerlo de forma independiente, desoyendo los llamados de cooperación de la ONU, a la que acusan de guardar silencio ante estas atrocidades.

“Encontrar cadáveres en tu casa ya es una invasión de la privacidad. Encontrar cadáveres en las camas es una invasión de la privacidad. Es entrar en el lugar más privado de las personas (…) La agresión sexual no se trata sólo de si alguien fue violado. Las personas fueron tocadas, físicamente. Perdimos nuestra privacidad, nuestros hogares fueron violados y nuestras almas también. No veo nada de eso en el informe” de la ONU, apuntó una mujer de los kibutz en diálogo con Haaretz.

Vía Infobae

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